martes, 30 de abril de 2013

NO ME LLAMES FORASTERO





N O    M E    L L A M E S    F O R A S T E R O


A  Manolo  Fernández  Puerto,
 mi  fiel  apóstol, mi  buen  amigo.


Si  me  sientes  forastero
sabiéndome  alcalaíno,
con  un  puñal  traicionero,
asesino  y  de  frío  acero,
estás  matando  mi  sino.

La  luna  que  ví  primero
alumbraba  y   protegía;
un  catorce  de  febrero;
la  vía  Galán  Caballero
donde  mi  gente  vivía.

Por  eso  no  quiero  amigo
que  me  veas  como  a  un  extraño
y  escucha  bien  lo  que  digo:
será  siempre  mi  enemigo
el  que  a   Alcalá  le  hace  daño.

El  día  que  me  marchaba
lloraba  con  desconsuelo,
el  corazón  me  sangraba,
quedaba  aquí  lo  que  amaba…
y  llorando  besé  el  suelo.

A  nuestro  pueblo  querido
lo  tengo  siempre  presente,
y  en  los  sitios  que  he  vivido
con  la  Patrona  ha  tenido
el  lugar  más  preferente.
Y  ahora  que  vuelvo  mayor
al  saludarme, paisano,
no  me  trates  de  señor,
vengo  con  todo  mi  amor…
trátame  como  a  un  hermano.

Así  que  paisano  mío
no  me  llames  forastero
que  sufro  un  escalofrío…
el  pueblo  es  mi  desvarío
y  por  mi  pueblo  yo  muero.



Francisco  Teodoro  Sánchez  Vera
29  de  abril  de  2013   
    
      

SE ME ENAMORA EL ALMA



La Pantoja está de moda, como casi siempre, como ayer, como hace diez años, veinte años, toda la vida. Es una mujer que parece haber nacido para que se hable de ella. Fue fulgurante su salida al mundo de la canción siendo muy joven. Tuvo un espectáculo con el que recorrió toda España titulado “Mis 20 abriles” o algo así. Solo su título ya dice algo. Subió a la cima del pináculo de la gloria al casarse con Paquirri en el año 1983.
Época en la que él mandaba en el mundo del toreo. Bajó a la profundidad más negra del pozo de la pena un 26 de septiembre del año 1984 en Pozoblanco. Fue a partir de aquel hecho funesto cuando la titularon como “la viuda de España”. Su canción “Marinero de luces” que le escribiera para ella José Luís Perales marcó un hito en su “currículum”. Hubo quien aseguraba que no volvería a casarse jamás, pero las penas pasan y las personas permanecen. Más tarde volvió a conocer el mundo del amor y tuvo varios aspirantes. Conoció a un alcalde, - amor a primera vista – a un tal Julián, de cuyo nombre tal vez algunos no querrán acordarse, como en el Quijote, y se amaron locamente. Por este motivo llegó a ser “la reina de Marbella”, y así paseó por toda Andalucía, incluida la Semana del Rocío, amor en pleno público. Hubo ciertos asuntos dinerarios y volvió a hundirse de nuevo. Llegaron a gritarle ladrona y chorizo, o choriza, para no descontentar a algunos. Tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados ante un tribunal, sufrió lo indecible y lloró. La que puso por nombre a su casa de campo “La Cantora” ahora dejó de cantar. Triste acontecimiento para una persona alegre. Fue condenada y salvada al mismo tiempo, cosas incompresibles de la justicia, y eso solamente “por un día” según aireó la prensa. Otra parte del público la defendió, la animó y la aplaudió. Hay para todo. Y como tiene todavía una vida por delante, ¿Que será de ella?, ¿habrá más altibajos?, ¿la volverán a encumbrar para más tarde hundirla de nuevo?
Ha sido una mina para la prensa. Será la persona de la que más se ha hablado y escrito en periódicos, revistas, radio y televisión. La que más portadas ha ocupado y más titulares y comentarios ha acaparado. En sus horas altas y en las bajas.
Tanto amor y tanta pasión en su Julián que ya no hubo otro hombre para ella. Ahí empezó su declive. Por él cantaría “a todo trapo”, por los variados escenarios hispanos aquella canción que decía “Hoy quiero demostrar que estoy enamorada”… y seguía adelante; o aquella otra “Porque me gustas a morir”, etc., con la fatal casualidad que aquel amor de muerte solo le duró dos años, mientras su alcalde estaba encerrado en la prisión de Alhaurín de la Torre y más tarde en Jaén, creo, donde solo fue a visitarlo en dos ocasiones. Estaba cayendo una estrella; estaba empezando a tambalearse el trono de la que llamaran “La última reina de la copla”, ¡Que poco dura todo y que efímero es el resplandor de la gloria en este mundo!
Hace unos años, cuando la Pantoja era la auténtica Pantoja, escribí de ella o sobre ella unas líneas que a continuación archivé, como otras muchas cosas. Hoy he topado con dicho artículo en “el baúl de los recuerdos” como cantara en sus mejores tiempos la ínclita Karina en su ya larga trayectoria.
Por no alargar demasiado este escrito, dejaré el antiguo para otro día, algo así como la segunda parte, cuando en realidad y cronológicamente fue el primero; y como saben todos ustedes en Matemáticas se dice que “el orden de los factores no altera el producto”.



José Arjona Atienza
Alcalá, 1 de mayo de 2013 

PROGRAMA DE ACTOS DEL BEATERIO


miércoles, 24 de abril de 2013

PROGRAMA DE ACTOS DEL BEATERIO - CONFERENCIA


A RAMÓN EL LATERO



Rompe el aire tu pregón
con acento lastimero,
tu pregón es tu canción,
es anuncio y oración
de un hombre bueno y sincero.

Pregonero que pregonas
y pocos te hacen caso,
¿cómo no te desazonas,
si entre tantas intentonas
tu trabajo es escaso?

La calle, que es tu sendero,
escucha indiferente
tu caminar viajero,
¡qué importa, al calor del brasero,
tu reclamo estridente!

Soplan furioso el Levante,
azota de julio el calor,
y con tu anafe ambulante,
tu único acompañante,
caminas como un soñador.

En días de crudo invierno
o de agosto una mañana,
es, en tu andar callejero,
que nos despierta el latero
con voz perdida y lejana.

Que anuncies tu profesión
es de lo más natural,
que alguien copie tu pregón,
divulgando su función,
resultaría fatal.

Pues ridícula y rara,
y esto habrá quien lo entienda,
que extraño le sonara
si Solchaga pregonara:
“yo soy ministro de Hacienda”.

O si se escuchara un bando
de Espartaco o de Romero
a los cuatro vientos dando,
en que fueran pregonando:
“yo sigo siendo torero”.

El día entero has pasado
y, harto de caminar,
con tu cuerpo fatigado
y con tu anafe apagado,
vuelves de nuevo a tu hogar.

Cuántas mañanas de invierno
siempre de aquí para allá,
tu canturreo eterno
se hizo pregón fraterno
por las calles de Alcalá.

Y cuántas, oh cruel destino,
tu esfuerzo no haya clientela
y, cual mustio peregrino,
volviste a hacer el camino
sin salario y sin candela.

¡Cuánta obligada abstinencia
dura y fría cual acero,
cuánta abnegada paciencia!
si no estañas un agujero
qué penosa es tu existencia.
Sucede que, en ocasiones,
se ahoga tu pregón
con ruidos y explosiones
de motos, de camiones,
de radio y televisión.

Quizás, de nuevo mañana
a la calle has de volver
sin agobio ni desgana,
tu voluntad espartana
vuelve el rescoldo a encender.

Desde mi terraza veo
que no dejas de acudir
a diario al Correo,
llevando del pluriempleo
para poder subsistir.

Los grandes y poderosos
aprenderán tu lección,
y también los vanidosos;
hoy nos sentimos dichosos
con tan sencilla adhesión.

De humildes y sencillos
algo habrá que imitar,
sin cultura y sin brillos
y sin fondo en los bolsillos;
¡cuánto debemos copiar!

Tanto ilustre pregonero
no podría presumir,
y olvidan que un hombre austero
fue de Alcalá el primero;
¡quién lo iba a decir!

Yo, como tú, pregonero,
hoy repito mi pregón
en tu homenaje postrero;
gritad todos al alirón:
¡Viva esta noche el Latero!



José Arjona Atienza
23 de abril de 2013


DORMIR Y SOÑAR



Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos e, incluso, los sociólogos coinciden con la mayoría de nosotros -los hombres y las mujeres de la calle- en que dormir es una de las mejores medicinas para conservar o para recuperar la salud del cuerpo y para restablecer el equilibrio del alma.
El otro día, mi amigo Luis me afirmaba sin ambages que los andaluces estamos más sanos y, sobre todo, más contentos, porque dedicamos más tiempo a dormir que el resto de los europeos. No tengo inconveniente en aceptar esta tesis, con la condición de que en su concepto de "sueño" -en singular- incluya también la noción de "los sueños" -en plural-. Estoy convencido de que, en este caso, aunque no se alargue la mera existencia temporal de las personas, sí se ensanchan y se profundizan sus vidas.
Los sueños, tanto los que protagonizamos mientras dormimos, como los que elaboramos cuando estamos despiertos, amplían los estrechos límites de nuestras experiencias cotidianas, nos proporcionan mayores goces y nos producen dolores más agudos; pero sin que suframos las consecuencias realmente negativas de los actos realizados en plena vigilia: nos hacen protagonistas de acciones que "realizadas realmente" nos harían correr peligros graves y amenazarían nuestra salud o, incluso, nuestras vidas. Pero hemos de advertir que, para mantener el equilibrio psíquico, sólo es necesario que aceptemos una condición: que marquemos claramente los límites que separan la realidad del sueño.
El que ignora las fronteras entre estos dos mundos distintos y complementarios, en vez de enriquecer la vida con alicientes y con atractivos, arruina su propia existencia y la de los demás: si es un político, puede convertirse en un dictador; si es un hombre de negocios, puede llegar a ser un ladrón; si es religioso puede actuar como un fanático. En cualquier caso, hemos de reconocer que el que confunde la realidad con sus sueños es un loco peligroso, un paranoico y, posiblemente, un amargado.  
                                                                                        

José Antonio Hernández Guerrero

martes, 23 de abril de 2013



D    E    S    E    O    S


Quisiera  despertarme  esta  mañana
viendo  salir  el  sol  sobre  los  campos
de  la  bella  campiña  gaditana . . .
cerquita  de  la  ermita  de  los  Santos.

Quisiera  caminar  tierra  serrana,
aquella  que  soñé  en  noches  de  llantos,
vividas  con  tristeza  y  con  desgana
en  camas  solitarias  sin  encantos.

Quisiera  estar  delante  de  María,
mi  Virgen  de  los  Santos  coronada,
contemplando  su  cara  de  alegría.

Quisiera  disfrutar  mi   tierra  amada
allí  abajo  en  el  sur  de  Andalucía,
donde  preparo  mi  última  morada.



Fco. Teodoro Sánchez Vera -3-2012


FOTOS DEL DÍA DE SAN JORGE 2013 - ALCALÁ DE LOS GAZULES

























































































El tiempo que hará...