sábado, 28 de septiembre de 2013

EVOCACIÓN ALCALAÍNA - LA VÍSPERA DE LA OCTAVA EN EL SANTUARIO






El sábado de la octava hicimos un viaje al Campo de Gibraltar por necesidad. A la ida, muy de mañana, Dios se vestía de azul, que diría Juan Ramón, aunque “los del tiempo” habían anunciado lluvia. La Venta de Andrés estaba a rebozar y no daban abasto para servir desayunos. Las clásicas ventas gaditanas tienen un cariz especial, aunque las autopistas han querido cambiarlas y ponerles otro careto. Pero no lo han logrado del todo. La de Andrés se ha lavado la cara sin perder su fisonomía.

Salimos refocilados con la tostada de aceite y ajo y el café con leche de Andrés. Al pasar por el cruce del Santuario, no había un alma. La resaca de las fiestas habían dejado a los alcalaínos semisopitos. Rezamos la salve de siempre sin pararnos, pero le prometimos a la Virgen una visita a la vuelta. Los campos de Alcalá inundados de una paz bucólica, y los ríos de Barbate, Rocinejo y Alberite dejaban constancia del agua que había caído en la sierra del Aljibe. El otoño empieza bien, como quieren los agricultores, con agua antes de San Miguel.

La Línea y Gibraltar estaban tensas, con colas absurdas de kilómetros, de manera que cuanto pudimos nos escapamos y volvimos al santuario. Todo seguía tal como lo dejamos, soledad y cielo azul. Sin embargo, desde el altillo de la carretera del olivar, la explanada del cantil de la ermita estaba ocupada por barracones y puestos de comestibles. Los hombres de Germán se daban prisas para montar los tenderetes, porque el domingo sería el día de la octava de la fiesta de la Virgen.

En la ermita, un matrimonio y sus hijos rezaban a la Virgen. A leguas se veía que esos padres estaban transmitiendo la fe de los mayores. El camarín iluminado era un horno de fuego, y el murmullo de la oración de la familia se dirigía directamente hacia el rostro de la Virgen de los Santos. Dicen que ese icono de la Virgen está ahí desde siglos, hasta el punto de haber tenido que ser restaurado este año para seguir manteniendo otros tantos siglos.

Sabemos que, tanto la madera que utilizan los imagineros, como los lienzos de los exvotos, son soportes caducos que hay que cuidar y mantener. Es un auténtico patrimonio que hay que conservar para que los alcalaínos del futuro sigan acudiendo al santuario a venerar a la Virgen y recordar la fe de nuestros antecesores. La Hermandad de la Virgen ha recogido el relevo y lo guarda como un tesoro.

La Venta de Germán estaba solitaria, pero su familia nos atendió con la solicitud y las viandas alcalaínas de siempre. Volvimos por la autovía refocilados de nuevo, con el alma en paz y los deberes cumplidos, hasta la próxima entrevista con la Virgen. Me gusta el santuario cuando lo invade la soledad y el silencio, porque invita a orar y a evocar nuestra vida y la de los nuestros.


                                                                             
JUAN LEIVA  

REGATEAR


Hoy ya no se regatea ni se sabe regatear; antiguamente, sí. Se regateaba al hacer algunas compras en ciertos comercios de algunas ciudades, se regateaba en los partidos de fútbol de casi todos los campos y estadios, se regateaba más al comprar unas bestias en las ferias de ganado de los pueblos, etc. Hoy, en cambio, podría decirse que nunca se regatea, o porque no está en uso, o porque no se sabe, o porque, incluso, podría estar mal visto. Como todo cambia, la forma de vestir, de viajar, de llevar la vida, etc., han cambiado también ciertas costumbres. Se oye decir a veces “no renovarse o morir” y claro, siempre elegimos lo primero. el que esto escribe, ha conocido estas formas de regateo, incluso las ha practicado en sus distintas fases. Se puede afirmar que se sentía una cierta fruición en la consecución del lance.
Pero, ¿que es regatear?, ¿cuales son sus significados?, ¿cuándo se puede emplear este verbo? Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, se dice que regatear es debatir el comprador y el vendedor sobre el precio de una cosa y en algunos deportes, hacer regates; en este caso habría que decir que en el deporte, fútbol, baloncesto, fútbol-sala, regate es un movimiento rápido que se hace con el cuerpo, con intención de engañar por dónde se va a salir o escapar; es una finta que hace el jugador con un juego de cintura, sobre todo, para no dejarse arrebatar el balón, más que nada, por el contrario; un movimiento de cuerpo y de pies.
Con estos conocimientos podemos deducir que en algunas tiendas de Algeciras, Ceuta o Gibraltar, donde se vendían artículos que no existían en nuestros comercios, se regateaba sobre el valor del mismo y ofrecíamos algún dinero, el comerciante rebajaba algo hasta llegar a un entendimiento y salir orgullosos con la compra bajo el brazo.
En fútbol se practicaba muchísimo, y ahora muy poco; había jugadores que recorrían el campo entero con el balón como pegado a su bota sin encontrarse a nadie que se lo arrebatara. En el estadio de Chamartín, hoy Santiago Bernabeu, el que esto escribe, vio en el año 1958 cómo Alfredo Di Stéfano cogía la pelota en su misma puerta y, como una flecha recorría longitudinalmente todo el terreno hasta llegar al área contraria y meter el gol; no había nadie que se le opusiera. Eso era regatear, lo que él hacía.
Claro que los cuatro restantes que le acompañaban formando la delantera eran casi de la misma casta. Esta delantera, jamás otra igual conocida, la formaban: Amancio, Molowny, Di Stéfano, Puskas y Gento, que casi “volaba” por la banda izquierda, como galgo que corre a campo abierto tras la liebre. Y no olvidemos tampoco la portentosa delantera del Atlético de Bilbao, con sus cinco figuras míticas que la componían, como eran Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. A este último, el legendario extremo izquierda, lo apodaron “el gamo de Dublín”, por un gran partido que jugó allí con la Selección Española. Estos también sabían regatear y practicaron, por lo tanto, el regateo.
Pero el regateo en su tercera acepción o significado era el de las ferias de ganado. No olvidemos a nuestro paisano D. José María Pemán, gaditano, cuando en su inolvidable poema titulado “Feria de Jerez”, nos describía con su natural gracejo de esta manera, este tipo de chalaneo. Vayan como muestra estos dos fragmentos de tan popular poesía.
Y es que Andalucía
es una señora de tanta hidalguía
que apenas le importa “lo materiá”.

Ella es la inventora de esta fantasía
de comprar, y vender y mercar,
entre risas, fiestas, coplas y alegría,
juntando a la par
negocio y poesía...
La Feria es un modo de disimular.

Un modo elegante
de comprar y vender.
Se lo oía decir a un tratante:
-Hay que ser inglés,
pa hacer un negocio
poniéndole a un socio
un parte con veinte palabras medías
que cada palabra cuesta un dinerá:
“Compro vagón muelle cinco tonelás.
Stop, Urge envío...”¡Qué cursilería!

En Andalucía
con veinte palabras no hay ni pa empezá...
¡que al trato hay que darle su poco de sá!...

Lo de menos, quizá, es la venta.
Lo de más es la gracia, el aqué,
y el hacer que no vuelvo y volvé,
y el darle al negocio su sal y pimienta,
como debe sé.

Una, cien, mil veces
pasa el cangilón.
Y así va el día. La noche ha cerrado,
Llega el farolero, gruñón y cansado,
que viene apagando la iluminación.
Y queda un borracho, que, de lado a lado,
va gritando: “¡Viva la revolución!”.

Pasó el rebullicio, pasó la alegría...
Así son las cosas de esta Andalucía:
la forma brillante
y el fondo vacío;
para poco cante,
muy largo el “jipío”.

A menos negocio, mayor fantasía,
así son las cosas de esta Andalucía,
más sal que sustancia...¡Feria de Jerez!
¡Rumbo y elegancia de esta raza vieja,
que gasta diez duros en vino y almejas
vendiendo una cosa que no vale tres!



José Arjona Atienza
Alcalá, 7 de septiembre de 2013



jueves, 19 de septiembre de 2013

PRESUMO DE GAZUL



En  el  sur  de  Andalucía,
sobre  suelo  gaditano,
brilla  y  contagia  alegría
mi  bello  pueblo  serrano.

Alcalá  la  Victoriosa.
Blanca, roja  y  manto  azul,
luce  su  silueta  airosa,
sobre  el  paisaje  gazul.

De  aquí  somos  los  gazules,
Alcalá  es  nuestra  ciudad,
nuestros  sus  cielos  azules
y  es  nuestra  su  claridad.

Los  fenicios  y  romanos,
los  visigodos  y  moros
y  después  los  castellanos,
modelaron  lo  que  somos.

Y  es  que  nuestra  larga  historia
nos  ha  legado  un  bagaje,
que  hay  que  venir  de  La  Gloria,
para  igualar  su  equipaje.

Que  este  es  un  sitio  especial,
es  notorio  y   conocido,
y  entre  su  cielo  y  su  cal
vive  el  Arte  complacido.


Un  pueblo  de  tez  morena
y  alma  de  paloma  blanca,
que  guarda  dentro  la  pena
y  solito  se  la  arranca.

Los  gazules  andaluces
somos  un  pueblo  sin  par,
personas  de  ingenio  y  luces
con  humor  y  paladar.

El  mal  día  que  me  marché,
creí  que  el  mundo  se  hundía…
pero  llorando  juré
que  jamás  te  olvidaría.

Juramento  que  he  cumplido;
siempre  lo  tengo  presente;
y  los  años  me  han  servido
para  amarte  locamente.

Con  tus  calles  encaladas
por  las  que  pisan  con  garbo
esas  Venus  tan  saladas
oliendo  a  clavel  y  a  nardo.

Que  guardan  las  tradiciones
y  aman  familia  y  amigos,
las  fiestas  y  procesiones
y  son  de  María  testigos.

¡Quien  pudiera  estar  allí,
con  la  luna  en  sus  paredes…
a  la  que  una  noche  vi
bailándole  a  sus  mujeres!

Amo  al  pueblo  y  lo  venero,
lo  presumo  en  todas  partes,
y  ejerzo  de  pregonero
de  su  belleza  y  su  arte.

Hablo  del  don  de  sus  gentes,
de  sus  rincones  preciosos,
de  paisajes  diferentes,
de  su  pasado  glorioso.

De  la  Virgen  de  los  Santos,
de  los  pozos  y  la  ermita,
de  los  verdes  de  sus  campos,
de  la  Coracha  morita.

Plaza  Alta  celestial,
se  ve  la  historia  en  tus piedras,
impregnadas  de  la  sal
y  la  gracia  de  estas  tierras.

Disfrutamos  de  las  cosas
que  son  de  aquí  natural :
La  de  los  Santos… preciosa,
y  nuestra  Playa  sin  mar.

Todos  los  alcalaínos
tenemos  la  obligación,
de  contar  por  los  caminos
lo  que  vale  este  rincón.

¡Alcalá  que  hermosa eres!
Lugar  que  reboza  encantos,
me  embelesan  tus  mujeres…
y  la  que  espera  en  Los  Santos…!

¡¡Gazules, decidlo  fuerte,
que  se  enteren  por  ahí,
que  hemos  tenido  la  suerte
que  nos  parieran  aquí!!.



Francisco  Teodoro  Sánchez  Vera
Roma,  septiembre  de  2013


             

LOS GAZULES

             
D. Francisco  de  Goya  y  Lucientes, el   gran  pintor  aragonés  universal y gran aficionado a los toros; en su colección de  aguafuer-tes  sobre  el  tema  de  “La  Tauromaquia”,  tituló  uno de ellos : “El  animoso moro Gazul fue el  primero que lanceó toros en regla”. Estas extraordinarias estampas taurinas, las publicó Goya en el  “Diario de Madrid”, el año 1816. El trabajo del “animoso moro  Gazul”, es una placa de cobre de 25 x 35 cm., de la que adjunto una  fotocopia.
         Yo no sé si Gazul fue realmente el primero que lanceó toros  de acuerdo a unas normas o reglamento taurino. Tampoco sé si  Gazul existió realmente como persona física, o si fue, un Héroe de  Leyenda, creado por la imaginación de los poetas del Romancero. Digo que no lo sé,  porque no dispongo de ningún documento que  autentifique su existencia real.
        De lo que si estoy seguro, es de que una valiente tribu o  familia, llegada del norte de África, se estableció en nuestro pueblo. Y que los integrantes de esta familia se llamaban LOS GAZULES. Por  su valor y por sus hazañas, a ellos les concedió el Rey de  Granada, la  villa de Alcalá; que por aquel entonces era poco más que un castillo  grande (por lo poblado que estaba) y su entorno. Así que de estos valientes guerreros somos descendientes los alcalaínos. Y de ellos  nos viene el nombre de nuestra querida ciudad, a la que el poeta  del Puerto de Santa María, Rafael Alberti, definió como: “la del  precioso  nombre. . .” 
          Alfonso X el Sabio reconquistó Alcalá el año 1248. Por  eso,  al  menos desde esa fecha, es conocida nuestra noble cuna, como:  ALCALÁ DE LOS GAZULES. Y han pasado  ya …setecientos sesenta y cinco años, desde que el rey castellano conquistara nuestra ciudad.
        En los romances llamados moriscos del Romancero, encontramos varios que hacen referencia a Gazul y a los Gazules. Estos antiguos poemas eran unas composiciones líricas, que  relataban las hazañas y hechos guerreros de los héroes nacionales  medievales (El Cid, Muza, Gazul…) y se escribían para ser recitados  o  cantados en las plazas de los  pueblos, durante las fiestas de  toros, torneos o cañas en los que intervenían esos célebres personajes.  Unos eran reales y otros de ficción.
        Una  muestra  de  estos  romances  son  los  siguientes:

Llegaba  el  fuerte  Gazul
A  Alcalá  de  los  Gazules
Con  cuatrocientos  hidalgos
De  los  moros  andaluces.

Juntase  gente  diversa
La  más  ilustre  de  España
Los  Gazules  de  Alcalá
Y  de  Ronda  los  Audallas.

La  librea  de  Gazul
Es  azul,  blanca  y  morada
Los  penachos  de  lo  mismo
Con  una  pluma  encarnada.

En  esto  se  acabó  el  juego
Y  la  fiesta  aquí  se  acaba
Gazul  se  parte  a  Sanlúcar
Con  mucha  honra  ganada.

        Estos  pequeños  romances,  nos  sirven  para  entender que  si descendemos de hidalgos andaluces, los más ilustres de la España medieval, la crema social de entonces; deberemos sentirnos  legítimamente orgullosos de ello. Yo presumo de GAZUL y así trato de dejarlo reflejado en mi poema ¡Yo sí estoy contentísimo de haber nacido aquí (es  una  suerte), de ser alcalaíno gazul, de  descender de hidalgos andaluces…¡





Francisco  Teodoro  Sánchez  Vera.
Roma 12 de  septiembre  de  2013
Día  de  la  Virgen de  los  Santos.












lunes, 16 de septiembre de 2013

LA PRIMERA TELE DE ALCALÁ DE LOS GAZULES


En el atardecer un día cualquiera, de cualquier mes, de cualquier estación y del año 1958, probablemente nos reunimos unos cuantos en el lugar más alto del pueblo. Este no podía ser otro sino la pequeña terraza del “Convento”, o sea las escuelas de la SAFA. La finalidad de dicho encuentro consistía en hacer una prueba para intentar de conseguir si desde Alcalá se podía ver la televisión. El sitio era el más idóneo, pues no solo se dominaba todo el pueblo sino también una extensión de terreno de muchos kilómetros a la redonda ya que incluso de noche se podían divisar algunas lucecitas de Medina y Vejer de la Frontera. Para ello se necesitaban varios artilugios que se subieron hasta allí arriba y que consistían en una barra metálica, una antena adosada en lo alto, unos cables, unos aparatos eléctricos y, naturalmente, un televisor. El poste metálico iba introducido en un boquete que se colocó en el suelo. Este agujero iba en el centro de un gran disco de plomo, a modo de mollete, de un grosor considerable y de un gran peso.
Nuestra impaciencia era infinita, nuestra expectación mayúscula y nuestro interés creciente, pues la tele ya funcionaba en gran parte de España y en media Andalucía. Alcalá no quería ser menos y pretendía subirse también al tren de la modernidad y del progreso, y aquel grupo reducido de alcalaínos iba a constituirse en el promotor de aquella gran idea. Pero, quién formaba parte de aquel minúsculo grupo; pues era Diego Romero, su hermano Juanito “Narciso”, Manolo Mansilla, Jaime Cordero, Juan Coca, Martín Delgado y el que esto escribe en estos momentos.
Se conectaron los correspondientes cables eléctricos, también el cable de la antena, se giró un botón de un primitivo televisor y ¡oh milagro! la pantalla empieza a funcionar, en ella se ve algo difuso, desdibujado, de líneas imprecisas y sobre todo muchos puntitos oscilantes y movedizos. Imagen clara, no. Pero ahora podíamos decir como el 19 de julio de 1969, un americano intrépido llamado Armstrong, pronunció cuando llegó a la Luna y comenzó a andar. “Este es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad”; en nuestro caso para Alcalá. Martín giraba la antena en varias direcciones; sobre todo Sevilla, que emitía desde Guadalcanal, Lisboa y Gibraltar. Algo se llegó a ver desde lugares tan diferentes y sobre todo con mucha “agüilla” como se decía entonces. Nuestro nerviosismo, nuestra expectación se fue diluyendo poco a poco, porque aunque no había sido un éxito tampoco había constituido un gran fracaso.
Los siete allí presentes, con nuestras dudas y nuestras inquietudes, habíamos sido testigos directos de presenciar aquello que podría catalogarse como uno de los grandes inventos del siglo XX.
Mas tarde, con nuestro pequeño orgullo y nuestra pizca de vanidad fuimos divulgando “lo que habíamos visto y oído”, como dice el Evangelio.
Rápidamente se multiplicaron en Alcalá los televisores. En los días de la Navidad que llegaría después, Diego Romero puso a funcionar uno de estos aparatos en un pequeño escaparate de una tienda pequeña que ya poseía en la calle Real. Se aglomeraba los paseantes para ver aquel “milagro” de la tecnología, y en las principales casas de la misma calle Real ya comenzaron a adquirir aquel invento fascinante. Las antenas se colocaban en la plaza Alta y alrededores y se dirigían hacia el cerro de San Cristóbal, cerca de Jerez, donde colocaron un gran poste repetidor que cubría gran parte de la Bahía Gaditana.
Este fue el largo camino del comienzo, que la “tele” había de recorrer en nuestro pueblo. Hoy, ese aparato tan codiciado, ya generalizado es imprescindible, ocupa el centro de atención del salón de cada vivienda, sin el cual, quizás, no podríamos vivir. El fútbol, los toros, los concursos, la copla, las variedades, las entrevistas, el teatro, el cine, la información, la meteorología, la economía, las aventuras y animales de la selva, todo eso y mucho más contiene y está dentro de “la caja tonta”, para que nosotros podamos disfrutar, recrearnos y tener una vida algo mejor.


José Arjona Atienza
Alcalá, 31 de Agosto de 2013




HISTORIA DE UNA MONJA


Una de estas noches pasadas del caluroso verano padecido, vi en el Canal-1 de TVE una excelente y maravillosa película, una aleccionadora y profunda película. Ya tiene unos años pero nunca la había visto entera. Esa noche de este verano, sí. De principio a fin. Terminada, me quedé anonadado, desconcertado, hundido. en la soledad obscura, inmóvil, sereno, con la mente y el espíritu en blanco, no sabía cómo reaccionar. Pero era la hora avanzada de dormir y me marché a la cama, con el alma y el corazón heridos. No tenía otra cosa que hacer ni que pensar. Solo sentir. Tal vez así sería el impacto que recibió San Pablo cuando, persiguiendo a los cristianos camino de Damasco, el Señor lo derribó del caballo con estas palabras: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
La película “Historia de una monja” está protagonizada por Katharine Hepburn. Pasan por tus ojos su entrada en un convento, el estudio y práctica de la Regla monacal, sus dificultades en “pobreza, castidad y obediencia”; sobre todo esta última, su acertada caracterización, su oportuna gesticulación en los diferentes momentos de más variado contraste, sus difíciles estados de ánimo a lo largo de toda la proyección, su exquisita, fina y delicada belleza, que más que de ayuda le sirvieron, a veces, de duros encuentros y tropiezos con alguien con el que compartía su labor en la incierta  y peligrosa selva africana; un médico protagonista, joven, apuesto, soltero e incrédulo con frecuentes roces y diatribas, hacen del papel que ella desempeña en el filme un algo distinto y fuera de lo normal. Y lo dijo alguien: ¡Ay de la mujer que nace hermosa! Y ella lo era, más por dentro que por fuera, como se suele escuchar ahora.
Habiendo profesado en su condición de monja para una duración de tres años en Amberes, la envían desde su tierra en los Países Bajos al Congo belga, en el centro de África. Bien podría haber titulado este escrito “viaje al centro de África” en imitación a la obra del gran Julio Verne, científico, divulgador y precursor de muchos grandes acontecimientos posteriores. Allí se encontró con un mundo muy distinto al suyo, a pesar de ser considerada, casi mimada, diría yo, sobre todo por los nativos, en cuantas ocasiones se le presentaron a lo largo de su difícil, variada  y arriesgada vida. Hospitales pobres con multitud de enfermos, ayudante de cirugía – su padre había sido médico -, tuberculosos, leprosos, dementes profundos, y ella sola y bella, con su constante y benévola sonrisa hacía a todos todo lo que podía. Esta era la mujer que perdió a su padre en la invasión y bombardeo, en 1945, de Holanda por los alemanes.
No tengo más remedio que sustraerme aquí del parecido con otra monja, Edith Stein, de trágico fin en Auschwit. Nacida judía atea, más tarde filósofa, teóloga, antropóloga, latinista, políglota, monja, carmelita, mística, etc, etc, canonizada por Juan Pablo II en 1998. Por encima de estas dos mujeres excelsas hay dos almas, dos espíritus, dos corazones, dos vidas ejemplares a seguir, dos mundos. El que se ve desde fuera y el interior, inalcanzable a nuestros sentido, ascético, místico, bordando los hilos de oro de la santidad. El primero deja traslucir al segundo; bondad natural y adquirida que deja reflejar la Bondad divina.
La protagonista Katharina Hepburn hizo grandes películas acompañada de los mejores galanes de la época, dirigida por los grandes directores de entonces George Kukor o Elia Kazan y requerida por las grandes compañías cinematográficas. No era una gran belleza, ni conocida como tal como lo fueron Ava Gadner, calificada como la mujer más guapa del mundo, ni la llamativa Esther Williams, ni la clásica Liz Tailor, ni la insinuante Rita Hayworth, ni otras como Lana Turner, ni la explosiva Marilyn Monroe, ni Vivian Leigh, de “Lo que el viento se llevó”, etc. Los grandes galanes como Clark Gable, Humphrey Bogart, Spencer Tracy, Robert Mitchum, Robert Taylor fueron sus acompañantes. Nos dejó grandes películas como Lawrence de Arabia, 55 días en Pekín, La reina de África, Ciudadano Kane, La costilla de Adán, La ley del silencio, El puente sobre el río Kwai, María Estuardo, Un tranvía llamado deseo y para que seguir.
Entonces ¿que tenía Katharine Hepburn que, sin ser llamativa, ni explosiva, ni insinuante, ni de un gran tipo, llegó donde llegó, marcó una línea en el séptimo arte y ha quedado en el recuerdo? Simplemente, era una grandísima artista que sabía interpretar perfectamente, meterse en el personaje al que representaba y adentrarse en nuestros corazones, a pesar del tiempo y la distancia. Tal vez una santa monja o una monja santa no hubiese sido capaz de llevar a cabo el papel que desempeñó en la película que comentamos. Su biógrafa particular termina uno de sus libros hablando de ella que “era una mujer verdaderamente extraordinaria”.
En el año 1984, en una encuesta nacional entre cuatro mil quinientos adolescentes pedía que nombrasen a diez héroes internacionales contemporáneos. Cual no fue la sorpresa y el asombro de todos cuando el nombre y la figura de  Khatarina Hepburn apareció en el séptimo lugar, la única mujer, en una lista que incluía personajes tales como Michael Jackson, Clint Eastwood y el mismísimo Papa Juan Pablo II. De hecho, había quedado en un lugar por delante del Papa. De alguna manera había roto la barrera de la edad, el sexo y la ocupación. Cuando a sus 77 años su rostro apareció en portadas de grandes revistas, éstas se vendían como si apareciera lady Di. Ella era así. ÚNICA.




José Arjona Atienza
Alcalá, 24 de Agosto de 2013

jueves, 12 de septiembre de 2013

CÁNTICO DE LA VIRGEN MARÍA - MAGNÍFICAT


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.



Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

domingo, 8 de septiembre de 2013

FOTOS DE LA ROMERÍA DE LA VIRGEN DE LOS SANTOS - ALCALÁ DE LOS GAZULES






























































El tiempo que hará...