El afán por mejorar la cantidad y la calidad de nuestras vidas
Manuel Galán Vallejo, un
ingeniero humano y humanista
Por
escasa atención que prestemos a las formas de conversar de Manolo Galán llegamos
a la conclusión de que aquellas diferencias irreconciliables que establecíamos entre
las Ciencias y las Humanidades la mayoría de las veces carecían de sentido. Es
cierto que los respectivos campos de estudio se distancian por sus objetos y
por las herramientas que emplean, pero también es verdad que las dos tareas
convergen en la finalidad fundamental: mejorar la cantidad y la calidad de
nuestras vidas humanas individuales y colectivas.
He
prestado especial atención, por ejemplo, a las maneras de las que este Catedrático
de Ingeniería Química se refiere a los
objetos de sus investigaciones como, por ejemplo “La caracterización de
partículas en la atmósfera”, y he advertido que él llega a unas importantes
conclusiones aplicando fórmulas físicas, químicas, biológicas o informáticas,
pero también he descubierto que nunca pierde de vista su relación con nuestras
vidas y con nuestros asuntos cotidianos como, por ejemplo, con la Higiene, con
la Salud, con la Medicina y, por lo tanto, con nuestro bienestar individual,
familiar y social. Después, he recordado que “ingeniero” es quien, dotado de “ingenio”,
posee habilidades imaginativas y sociales.
Manolo
parte del supuesto de que no son suficientes las explicaciones de las Ciencias
Exactas, sino que es imprescindible que acudamos también a las Disciplinas
Humanas con el fin de interpretar correctamente y de habitar adecuadamente el
mundo humano. Ahí radican sus habilidades para establecer las relaciones sociales
y familiares, para colaborar con los compañeros y para conversar con los amigos.
No
es extraño, por lo tanto, que sea el animador de esos desayunos semanales en
los que, además del “cafelito con churros” se convive con profesionales de
diferentes especialidades, se discute sobre asuntos de actualidad o,
simplemente, se charla sobre la vida pasada, presente y futura. Confieso que me
ha llamado la atención la habilidad con la que, a partir de escuetos datos y de
simples anécdotas, durante ese rato “informal”, se elaboran unos análisis que
amplían nuestras visiones de la vida y nos animan a pensar y, a veces, a
cambiar las actitudes.
Él
parte del supuesto de que todos, con independencia de la edad y de la profesión,
en estas conversaciones informales compartimos curiosidades, perplejidades y
estímulos saludables para seguir recordando los mejores ratos pasados y avivar nuestros
deseos de seguir conviviendo y aprendiendo. Tengamos en cuenta que uno de sus
lemas es “La vida empieza hoy”.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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