domingo, 24 de enero de 2010

CARTEL SEMANA SANTA DE FUENGIROLA 2010


Esta obra es una oración transformada en cartel o cuadro; o un cuadro hecho oración.
Después de mucho reflexionar se me ocurrió lo que veis. Mi deseo es simbolizar los hitos más importantes de la Semana Santa.
Jesús, de linaje real, pues es descendiente de David, según la genealogía de Mateo, es proclamado Rey, cuando entra triunfal en Jerusalén. Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta: Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asno y un pollino, hijo de animal de carga. (Mt 21, 4-5)
Entra en Jerusalén, la multitud extiende sus mantos sobre el suelo y cortan ramas de árboles y gritan: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! (Mt 21, 9) DOMINGO DE RAMOS
El rojo que hay bajo el mantel simboliza, también, el manto rojo (púrpura) con el que es revestido para mofa de los soldados (Cfr. Mt 27,28).
En medio de la Semana Santa tenemos el JUEVES SANTO:
Cristo celebra la Pascua con sus discípulos. Pero antes, les lavó los pies enseñándoles la importancia de ponerse al servicio de los demás. Y el mejor de los servicios y ayuda es dar la vida día a día, gota a gota, por los que nos rodean, por el próximo.
De ahí que haya puesto un pan partido, símbolo del compartir el pan con al hambriento.... Ese fue el gesto de Cristo: Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. (Lc 22, 19).
Algo parecido hizo con el cáliz: Y de la misma manera con la copa, después de haber cenado, dijo: "Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que será derramada por vosotros". (Lc 22, 20)
Sangre, hasta la última gota, que derrama y que vemos caer sobre la copa o cáliz.
Pero este derramar es siempre presente y futuro. Es una invitación ahora y siempre a la entrega generosa por los demás.
Jueves Santo, Eucaristía de cada día, Eucaristía dominical. Eucaristía, que más que obligación debiera ser necesidad interior de alimento divino. Aquí se encierra el misterio salvífico y redentor del Hijo de Dios.
Los Apóstoles están representados en las uvas.
La fe y la vivencia de la Eucaristía cobran sentido desde el momento en que nos catapultan hacia el amor; pues la Eucaristía es, por excelencia, el Sacramento del AMOR.
VIERNES SANTO
Todo es oscuro y noche. ¿Qué sentido tiene la muerte, el sufrimiento? He aquí otro gran misterio: el misterio existencial del ser humano.
Tanto la muerte, como el dolor, como los sinsabores de la vida…, recobran otro sentido si son iluminados por la fe en un Cristo que se da, que asume nuestra condición de mortal y pecador (Él, que está libre de pecado). El sufrimiento no va a cambiar (o sí), pero es, digamos, un sufrimiento visto y vivido desde otra perspectiva, desde la visión y aceptación de la voluntad de Dios. Dice Jesús en su angustia vital en el Huerto: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. » (Lc 22, 42) Nos viene a decir, que la aceptación de esa realidad que nos mortifica se puede convertir en “alivio” cuando es aceptada con fe y amor.
Cristo en la cruz perdona y se da. Perdona a uno de los condenados, perdona nuestra ignorancia, porque realmente, en muchas ocasiones, no sabemos lo que hacemos, y se entrega totalmente al Padre como ofrenda única y digna. Al mismo tiempo, nos da a su madre. Esta actitud de donación la he querido expresar en este brazo sereno, bonachón, sin el más mínimo gesto de reproche, crispación o violencia. Porque el dar, además de ser generoso ha de ser afable, bondadoso y dulce. Dar por obligación, forzado y sin ganas, echa por tierra toda generosidad y la despoja del amor. Y sin amor tiene poco sentido dar.
Semana Santa no acaba el Viernes, sino que empieza y acaba en la madrugada del Domingo: Cristo Resucita. No tiene sentido la Semana Santa, las procesiones, nuestra fe… sin la resurrección. Lo dice S. Pablo: Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. (1ª Cor 15, 14). El Viernes es un trámite doloroso para el triunfo glorioso de la Pascua.
Lo primero y principal de la Semana Santa es la Vigilia Pascual, simbolizada con este gran cirio. En todo templo tiene más valor simbólico y de fe el cirio que cualquier imagen. El cirio encendido significa RESURRECCIÓN, LUZ, FUEGO y AMOR, por eso se enciende en los acontecimientos litúrgicos importantes.
El ritual de la vigilia Pascual comienza con la bendición del fuego y del cirio y con el encendido de éste. Luz de Cristo, canta por tres veces el sacerdote, a lo que la comunidad responde: Demos gracias a Dios…
Para el cristiano lo fundamental es la vida, no la muerte. La vida nace del amor y es amor; el odio, por el contrario, provoca la destrucción y la muerte. Cristo, para el cristiano, es Vida y está vivo. No adoramos la muerte; ni la muerte es el final. Después de la muerte tendremos otra morada.
En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. (Jn 14, 2-3)
Esos pies del Resucitado nos enseñan el camino, siempre ascendente, hacia el Padre, hacia la morada santa y gloriosa.
Vemos, también, el contraste entre la Luz y la ausencia de Luz: el vacío. Vacío que representa la noche del alma o el sin sentido de la existencia bajo el punto de vista meramente materialista. No obstante, para llegar a la Luz hemos de pasar por la noche interior.
Para mí, esto es lo fundamental de lo que celebramos en Semana Santa. Desde la vivencia de lo dicho, tiene sentido que saquemos las imágenes a la calle, porque sería la expresión viva de una fe que se celebra, que se anuncia y que se vive en todos los ámbitos de nuestra vida.
Manuel Jiménez Vargas-Machuca
Fuengirola 22 de enero de 2010

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