jueves, 10 de marzo de 2011

CUARESMA 2011

Cuaresma, bien pensado, es toda la vida. Hay momentos en nuestra existencia que, ya sea por fracasos, enfermedad, circunstancias especiales… volvemos nuestra mirada a Dios. Mirada que reclama respuestas, soluciones, presencia de un hálito divino, ayuda…

Esta cuaresma se nos presenta cuando menos la esperamos.

Cuaresma litúrgica.

Es preparación al momento culminante del cristiano: LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.

Ésta, y cualquier cuaresma, es retirada al desierto, es silencio, es soledad del corazón, del ser. Pero no para quedarnos allí abrasados por el sol y la soledad de nuestros sentimientos, sino como decisión irrevocable de caminar hacia la LUZ gozosa del Resucitado.

La cuaresma no es un estado masoquista, sino búsqueda de la Verdad, del sentido cristiano de la vida, de la reconciliación con Dios, el universo y los demás “hermanos”; sobre todo, los más próximos.

¿Por qué desierto?

Porque el desierto es despojo, es desnudez de todos los apegos innecesarios, que nos impiden madurar y nos hace, muchas veces, rechazar la LUZ verdadera de Dios. Al desierto se va para algo muy vital: buscar la Verdad y el Bien absoluto, que es, ni más ni menos, que el Amor eterno y pleno de Dios.

Al desierto se va para estar, a solas, con el que nunca nos abandona.

Al desierto se va para llenarnos de Dios. Pero no podemos llenarnos de ÉL si antes no nos hemos vaciado de nosotros mismos, de nuestras suficiencias y egoísmos, de nuestros caprichos y veleidades.

Al desierto se va para orar y contemplar el rostro de Dios…

Pero no olvidemos que el desierto es, sobre todo, sequedad, soledad, cruz, renuncia a toda comodidad, sacrificio…Porque Dios no se manifiesta siempre a través de sentimientos más o menos placenteros, sino a través de la sequedad del corazón…El sentimentalismo es un espejismo que nos impide profundizar en el Misterio.

El desierto es aridez, es decir, esfuerzo denodado por abandonar toda seguridad humana y lanzarnos a los brazos maternales de Dios. Y eso no se puede hacer sólo desde los sentimientos, que también, sino desde la voluntad y el esfuerzo, desde la confianza, la fe en la Providencia divina y la GRACIA. Porque en el fondo, TODO ES GRACIA.

Cuaresma es silencio. Silencio exterior, pues los ruidos adormecen nuestros sentidos y los insensibiliza para el Misterio. Y, sobre todo, silencio interior para escuchar la Palabra creativa, nueva, vivificadora y salvífica de Dios, que siempre nos busca y sale a nuestro encuentro.

Silencio para escucharLE.

Silencio para contemplarLE.

Silencio para adorarLE.

Silencio para gozarLE.

Silencio para amarLE.

Cuaresma es arrepentimiento y reconciliación. Cuando buscamos a Dios desde la sinceridad del corazón, nos damos cuenta de nuestras imperfecciones, oscuridades y limitaciones. Quien se encuentra verdaderamente con Cristo, grita desde lo hondo de su ser: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Y Dios Amor, Compasivo y pura Misericordia, nos limpia, purifica y nos perdona para toda la eternidad. Pero con una condición: que nosotros también seamos misericordiosos con los que nos ofenden. Si no perdono, impido que el perdón de Dios me libere del mal, impido su perdón hacia mí. Y el perdón sincero exige, en reciprocidad, rectificación sincera, conversión…, amparados y reconfortados por la Gracia del Sacramento. Sin perdón no hay Redención.

Y desde el desierto, el silencio, la oración, la conversión…, nos dejamos deslumbrar por la Luz Vivificadora y Eterna de Dios. Luz que se hizo presente en Belén. Luz que se hizo visible en el Tabor. Luz que se encarnó en todos nosotros por la Resurrección.

Cuaresma sin Resurrección es sequía y esterilidad.

El desierto con Dios es un oasis y un anticipo del Edén Eterno.

Pero no olvidemos que la Cuaresma, es decir, desierto, Getsemaní, Gólgota…, es paso previo para podernos fundir un día en la Luz gozosa y amorosa de DIOS AMOR, DIOS PERDÓN y MISERICORDIA.

Que la Luz de Cristo Resucitado nos ilumine en nuestra vida y, sobre todo, en nuestro desierto interior.


Manuel Jiménez Vargas-Machuca

Medalla Pro-Ecclesia et Pontífice

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