No estéis tristes, Jesús ha resucitado.
“¡Ha resucitado!” (Mat. 28:5-7). Si algo viene a trasmitirnos Cristo Resucitado
es la alegría, la alegría de haber vencido a la muerte, la alegría de haber
consumado su obra de amor, que no termina con Su muerte en la cruz, sino con Su
resurrección.
Por eso no hay que complacerse en el
dolor de Jesús, ni terminar en él. Su semana de Pasión no es una semana de
dolor, que quizás también, sino la del triunfo del amor, de alguien que da lo
más preciado que tiene, la vida, por AMOR a los demás, por desterrar la culpa
de nuestros corazones, ofreciendo al Padre Su Vida a cambio de la VIDA de todos
los hombres.
No estéis tristes, no debemos estar
tristes. Lucas nos cuenta que, en el camino de Emaus, Jesús resucitado preguntó
a Cefas o Cleofas: ¿por qué estáis tristes? Él no quiere que la tristeza anide
en nuestros corazones. Y la resurrección de Jesús, por tanto, debe llenarnos de
alegría. Cristo ha resucitado para,
entre otras cosas, traernos la alegría.
“(...) pero aunque vosotros estéis tristes,
vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz, tiene dolor,
porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se
acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará
vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me
preguntaréis nada." (JN. 16, 20-22). "Este es el día grande en que
actuó el Señor: sea el día de nuestra alegría y de nuestro gozo" (Salmo
117).
Pero, si no creemos que Cristo resucitó
nuestra fe es vana. “Y si Cristo no
resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana también es nuestra fe... y
si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Mas ahora Cristo ha resucitado de los
muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” (1 Corintios
15:14,17,20).
Fe y esperanza. Fe que fortalece
nuestra creencia en otro mundo, en un mundo mejor, en UN MUNDO JUNTO A DIOS, un
mundo junto al Padre, adonde Cristo nos ha llevado con Su muerte, pero, y sobre
todo, con Su Resurrección. Jesús, además: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque esté
muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”
(Juan 11:25,26).
Esperanza en que así como Cristo ha
resucitado, nos resucitará a nosotros. “Bendito
el Dios y Padre de nuestro Señor, que según su grande misericordia nos hizo
renacer para una esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo de los muertos.” (1 Pedro 1:3).
Cristo
resucitado representa, sobre todo, la victoria de la vida sobre la muerte. Cristo
ha vencido a la muerte, se repite y repetimos de continuo. Con su resurrección
dejo establecido en el mundo un Reino de amor, de verdad, de purificación
interior y de gozo.
Solemos
recrearlo en el Calvario, en la Cruz, agonizante, cuando deberíamos hacerlo RESUCITADO,
TRIUNFANTE, PROTECTOR, TODO LUZ. Él
nos amó y se entregó por nosotros, ya por sí debería llenarnos de gozo. Dios
nos ama, eso debería bastarnos para inundarnos de alegría. "Si Dios
está con nosotros ¿quién contra nosotros?" (Rm 8, 31)
No estéis
tristes, pues el gozo en el Señor es nuestra fortaleza (Nehemias 8,10)
Francisco
Jiménez Vargas-Machuca
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