El
Nazareno camina
sobre una alfombra
de flores,
el rostro un
mar de sudores
llevando
la cruz de
encina;
detrás
entre bambalinas . . .
la Virgen de
los Dolores.
Con el cuerpo
malherido
y la mirada perdida,
con solo un soplo de vida
por el tormento sufrido,
busca el triste dolorido
alguien que cure su
herida.
Marcha su Madre detrás
llorando con desconsuelo,
sus ojos mirando el suelo,
pues no entenderá jamás
lo que el malvado Caifás,
le hace al que reina en el Cielo.
Semana
Santa en España,
pueblo
tras pueblo rezando
y entre sus
brazos alzando
a ese Dios
que nunca engaña,
al que la
vista se empaña,
viendo a su Madre llorando.
Olor a incienso
y romero.
Monjas
tras la celosía
miran la candelería,
y con fervor
verdadero
siguen el santo
sendero
que marca la
Cruz de Guía.
Es el credo de las gentes
que nacen en nuestra tierra,
gentes que en su sueño encierra
y en el fondo de sus mentes,
las filas de penitentes
con cirios oliendo a sierra.
Francisco Teodoro Sánchez Vera
2013
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