Agosto
es el mes más largo del año, pero el que nos resulta más corto. Como
consecuencia, nadie quiere saber nada durante el mes veraniego por antonomasia.
Hay que intentar no caer enfermo, ni tener un accidente, ni dar a luz, ni pedir
un favor. Nadie está en su puesto y los que suplen están aprendiendo. Es mejor
encomendarse a Santa Marta, a San
Antonio o a San Judas Tadeo. Y es que el refrán dice que “Quien no goza de
agosto, está loco.”
Según
las cabañuelas, en este mes se puede hacer la predicción meteorológica del año
siguiente, basándose en los doce primeros días de agosto. Agosto es un mes seco,
caluroso, típicamente solaz y entretenido. Pero por la Virgen de agosto, ya es
fosco y nebuloso. La noche se echa encima rápidamente y el frío corta el
rostro.
No
obstante se alcanzan altas temperaturas durante el día, que se remedian con las
largas noches y las frescas madrugadas. Las frutas del tiempo lo invaden todo,
porque “lo que agosto madura, septiembre lo asegura.” En agosto, “Uvas, sandía
y melón / higos y melocotón.”
Los
buenos vinos se inician en agosto con las altas temperaturas, que proporcionan
a las uvas los mejores grados de alcohol. El refranero aconseja que en agosto
se comience a preparar la tierra para la siembra. Si llueve en agosto, suele
ser bueno para la agricultura, a no ser que
las tormentas sean intensas.
Lo
de las cabañuelas es una tradición popular muy arraigada. Según ésta, los doce
primeros días de agosto son un pronóstico de los doce meses del año. El día 1
corresponde a enero; el 2, a febrero; el 3, a marzo y así sucesivamente hasta
el 12 que representa a diciembre. A partir del día 13, a la inversa: el 13 representa
a diciembre, el 14 a noviembre y así hasta el 24 que representa a enero.
Por
agosto, con las primeras aguas, entra el otoño. Los hombres del campo
encuentran el secreto de los 12 meses completos en el mes de agosto. Y así
enfilan la andadura más difícil del agricultor, poner en marcha unas labores
cuyos frutos no se conocerán hasta que no llegue el próximo Agosto, tiene el
secreto de los doce años completos. Es un secreto que oculto, escondido,
ignorado, que puede tener efectos muy difíciles de preveer. No se sabe la
cosecha cuál será, hasta que no estén los granos en el granero.
Los
refranes lo traducen así: “Julio y agosto, cada uno como el otro; siete
agostos, siete rostros; a agosto y septiembre, pocos los entienden; pájaros en
agosto, gordos como tordos; por agosto,
con las aguas primeras, comienza el otoño; primer día de agosto, primer día de
invierno”
JUAN
LEIVA
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