domingo, 9 de marzo de 2014

REFLEXIONES


· Primero aprende cuanto puedas, después reparte lo que quieras.
· De lo mucho que Dios te dio, dale algo a los demás.
· Abre tu alma para que los demás admiren lo que en ella existe.
· Admirando tus buenas obras, admira a Dios que te las infundió.
· Por ser como eres haces mucho bien.
· Te vi, te valoré tu interior, me enamoré y no me engañé.
· Has hecho tantas obras buenas en tu vida, que ni siquiera recuerdas que tal vez tengas reservado una parcelita en el Paraíso.
· Cuando vienen tiempos malos, mira hacia atrás recordando la estrofa:
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre  y mísero estaba
que solo se sustentaba
de las hojas que cogía.

Habrá otro, entre sí, decía
más pobre y triste que yo?
y halló la respuesta viendo
que iba otro cogiendo
las hojas que él arrojó.
· La caridad te conduce a la verdad.
· Vivimos a nuestro aire porque no pensamos en el futuro.
· Piensa en el más allá y no pecarás, dice el Kempis.
· Vemos la maldad en lo ajeno porque no nos miramos en el espejo lo suficiente.
· Nos molesta la lluvia porque nos molesta y no pensamos en el beneficio que le supone al campo.
· No podemos imaginar la eternidad porque nuestra mente es muy limitada.
· A los cuarenta años, ya en plena madurez, podemos emprender el verdadero camino.
· El soñar de un bebé, de poder captarlo, nos haría ver la felicidad absoluta.
·  Los políticos son nuestros administradores pues nosotros les pagamos a ellos.
·  No me agrada mucho la Navidad porque unos ríen mucho y otros lloran bastante.
·  No podemos imaginar el futuro porque nadie ha vuelto del más allá.
·  La vela se consume por ayudar a iluminar a los demás: ¿eres tú como ella?
·  Cada avance de las manecillas del reloj es un paso que nos acerca al infinito.
·  A la tortuga y el caracol no les va a afectar la subida de la factura del precio de la luz.
·  La actividad constante de mi mente es como la revisión para I.T.V. de mi memoria.
· Entre la pena más honda y la alegría más eufórica, existe solo un puentecillo de agua: las lágrimas.
· Uno creía que “la prima de riesgo” era una prima de su madre que era algo “ligerilla de cascos” y nunca querían invitarla a su casa ni que viniera al pueblo, porque ellos estaban bien considerados y la otra no la verían moralmente con buenos ojos, los demás vecinos.
· De la enemistad más profunda al trato más cordial se podría pasar con solo un beso de paz.
· El ciervo no se afilaba sus cuernos con el sacapuntas.
· De lo que doy no me acuerdo, lo que me dan lo recuerdo.



Alcalá, 22 de enero de 2014

José Arjona Atienza

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