lunes, 9 de junio de 2014

FRAY VICENTE DÍAZ RODRÍGUEZ, O.P.










Vicente Díaz Rodríguez, natural de Alcalá de los Gazules (Cádiz), donde había nacido el 5 de febrero de 1928, después de haber obtenido en Cádiz el título de Profesor Mercantil, ingresó en la Orden de Predicadores en 1949, cursando su carrera eclesiástica en el Estudio General de los dominicos en Almagro (Ciudad Real) y Granada. Aun sin haber finalizado sus estudios de teología recibió la ordenación sacerdotal en Cádiz el 29 de junio de 1954, de manos del obispo Tomás Gutiérrez Díez; seguidamente se graduó en teología y sociología en Salamanca y Roma respectivamente. Al volver a España fue profesor durante diez años en el Estudio General de los dominicos (Granada) y desde allí se fue de misionero a la República Centroafricana, donde bregó apostólicamente durante trece años. Al cabo de esa misión fue destinado, primero al renacido convento de Écija, luego al de Cádiz, del que fue prior en varios periodos.  En Cádiz, amén del trabajo de rector, dedicó su tiempo libre a huronear  en el archivo conventual y otros fondos, especialmente en el AHP (Cádiz) y AHN (Madrid), y al trabajo personal de restauración artística; fruto de esa paciente dedicación investigadora fueron una ya larga serie de artículos en la prensa local y de monografías en revistas de fuste nacional. Dignas de encomio son sus colaboraciones en Archivo Dominicano, que se edita en Salamancas, y de cuyo Comité Científico Internacional fray Vicente Díaz forma parte, siendo igualmente miembro del Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz.
Por otra parte, dignas de encomio son las tres siguientes publicaciones, de epígrafes y contenidos paradigmáticos:  El Vía Crucis de Ponzanelli (Cádiz , 2001), investigación en torno al desaparecido vía crucis que el escultor genovés Iacomo Antonio Ponzanelli había enviado a la ciudad, que los capuchinos instalaron frente a su convento en 1728, y del que ninguna noticia se tenía en Cádiz. La Galeona Gaditana ayer y hoy (Cádiz, 2006), “Nueva ocasión para rememorar  el pasado de la Virgen Galeona, tan vinculado a Cádiz y a los puertos de allende los mares, donde el recuerdo de esta virgen marinera ha quedado grabado en el corazón de todos los marinos y en la memoria histórica del pueblo sencillo y piadoso”.  Y, finalmente, Negros y frailes en el Cádiz del siglo XVII” (Salamanca, 2.009), donde el autor se remonta por la historia para esclarecer los orígenes del Convento de Santo Domingo de Cádiz. En conjunto, este libro agavilla cuatro preciosos estudios: El primero “Negros y frailes” trata de las relaciones, siempre conflictivas, de los dominicos con la cofradía de los morenos, que fueron la piedra angular de la fundación del convento; el segundo “Una iglesia nueva para un mundo nuevo”, es una interesantísima muestra de la vocación  atlántica de la iglesia, galería de las devociones que los dominicos trasladaron al Nuevo Mundo; el tercero “La ornamentación del barroco”, cuenta su personal dedicación durante trece años a la restauración de la sillería coral y describe el retablo del altar mayor y el púlpito, elementos imprescindibles de una iglesia de frailes predicadores; y el cuarto, “Priores del convento”, supone un paciente y logrado esfuerzo de investigar y contar los personajes que han gobernado el convento desde sus albores hasta los días actuales.

En la actualidad, fray Vicente Díaz, después de haber regido durante nuevo años el convento de Almagro (Ciudad Real) e incluso, de haber restaurado personalmente su claustro e iglesia, reside en el Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera (Cádiz).

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