Señor Alcalde, D. Julio Toscano,
Corporación Municipal,
Autoridades,
Bellísimas romeras y damas de
honor,
Paisanos y amigos todos,
Buenas noches.
Cuando me propusieron ser la
pregonera de la Feria, me sentí gratamente sorprendida; pero, al mismo tiempo,
sentía una gran inquietud por el ofrecimiento.
Sorpresa, porque no es normal
que, a estas alturas de mi vida, con unas cuantas hojas del calendario ya
pasadas, te ofrezcan el privilegio de cantar a Alcalá de los Gazules, mi
pueblo.
Inquietud, porque, todos me
conocéis, me considero una persona sencilla. Amiga de todo el mundo, que jamás
ha buscado protagonismo en ninguna faceta, sino colaborar como una más, allá
donde se ha solicitado mi presencia.
Por tanto, ante esta tesitura,
antes de tomar la decisión, he puesto en un platillo de la balanza la sensatez,
la cordura y la prudencia que dan los años y en el otro el amor que siento por
este nuestro Alcalá, la fidelidad a mis raíces y el cariño de los amigos que
aquí tengo y a los que tanto quiero y nunca olvido.
El resultado, como podréis
imaginar, ha sido que la balanza se inclinó más en el platillo donde había
puesto mis sentimientos y mi corazón.
Y, como alguien dijo que “El
corazón tiene razones que la razón no entiende”, yo estoy esta noche aquí movida
por el corazón, por el profundo cariño que tengo a Alcalá y a todos vosotros
que me acompañáis.
Por todo ello, gracias por
vuestra presencia y por el cariño con que siempre me tratáis.
Pertenezco a una generación de
alcalaínos que en los años 60 tuvimos que salir de aquí en busca de una vida
mejor. Unos nos quedamos en España, en ciudades como Madrid o Barcelona. Otros
tuvieron que salir más allá de nuestras fronteras.
Y pienso que ellos fueron los
verdaderos emigrantes. Porque se encontraron de pronto con una lengua y un
clima diferente y sufrieron en sus carnes la profunda herida de la soledad, ya
que la mayoría dejaron aquí a la mujer y los hijos.
Por eso yo siempre digo que,
todos los que salimos de Alcalá, hemos sido en un momento dado pregoneros de
nuestro pueblo.
Todos, en aquellos momentos
difíciles añoramos nuestras fiestas. Muchas de ellas no las pudimos disfrutar
debido al trabajo, la distancia y las malas comunicaciones que teníamos en
aquellos tiempos y que fueron mejorando poco a poco.
Hasta el punto de que, de Madrid a Alcalá, lo que antes era un
viaje por carretera de siete u ocho horas, hoy se hace en apenas seis horas y
con la seguridad que te ofrece una gran autovía.
Si del tren hablamos, el viaje no
bajaba de las doce horas en aquellos trenes lentos e incómodos. Hoy de Madrid a
Jerez el viaje es de apenas cuatro horas y cómodamente instalado.
Digo esto para que os hagáis una
idea de la gran frustración que era para muchos de los que salimos de Alcalá no
poder acercarnos a disfrutar juntos de nuestras fiestas.
Con el tiempo, todo el que pudo
se compró una casa y como prácticamente todos los de mi generación ya están
jubilados, venimos con frecuencia para huir unos días de las prisas y el ruido
de la gran ciudad, en busca de la paz y tranquilidad que siempre tuvo Alcalá.
Dije antes que todos los que
salimos hemos sido de algún modo pregoneros de Alcalá y así es, porque con todo
el que hablamos le contamos cosas de Alcalá, de su gente y de sus costumbres.
Yo, por ejemplo, les cuento a mis
amigos y conocidos de Madrid que Alcalá está situado en un rinconcito de la
provincia de Cádiz, entre la sierra y el mar.
En el corazón del Parque natural
de los Alcornocales. Donde predomina el alcornoque, de ahí su nombre. Donde
existen arbustos de todas clases y plantas medicinales y donde los animales
salvajes como el venado, el corzo y el jabalí, prácticamente conviven cerca del
hombre y de los animales ya domesticados.
Yo les cuento que nuestro término
es una maravilla, cuidado por la propia gente de nuestro pueblo, grandes
profesionales de nuestros montes porque es lo que han hecho durante toda su
vida.
Como los corcheros, una profesión
que se transmite de padres a hijos.
Yo vengo a pregonar la feria de
nuestro pueblo, pero permítanme que les diga, cómo yo le cuento a todo el
mundo, todo lo bueno y lo bonito que es nuestro Alcalá.
Yo les digo que, cuando entramos
por el Puerto Levante, entramos en un pueblo erguido sobre una montaña que se
llama La Coracha. Precisamente por estar construido sobre un monte, tiene
muchas cuestas que a los mayores ya se nos hacen algo fatigosas, pero es
precisamente uno de sus encantos.
La misma belleza tiene Alcalá si
entramos por la carretera de Algeciras como si venimos por Paterna.
Si subimos a lo alto, nos
encontramos con la Plaza Alta, donde está el casco antiguo de la ciudad y
subiendo por San José podemos contemplar los restos de su antigua muralla.
En la Plaza de San Jorge, tenemos
la parroquia del mismo nombre, con imágenes muy valiosas como la Virgen del
Rosario, de Montañés y otras que vemos procesionar por nuestras calles en Semana Santa, como el
Cristo del Perdón, La Columna y el Santo Entierro, sin olvidar a San Jorge,
nuestro Patrón, que saluda a todo el que entra desde su caballo blanco.
A la izquierda de la Parroquia
nos encontramos con el Beaterio. Donde desde hace dos siglos las hermanas de la
congregación de Jesús, María y José se encargan de cuidar a nuestras abuelas en
la residencia y de educar a los niños y niñas de Alcalá, en el colegio y en la
escuela Hogar.
Y os digo que le tengo un cariño
muy especial a esta institución alcalaína.
Porque, debido a que mi madre
falleció siendo yo muy pequeña, mi padre, con gran acierto, decidió que yo
ingresara como alumna interna desde los cinco años.
Allí pasé muchos años de mi vida,
mi niñez y mi adolescencia, y solo guardo buenos y grandes recuerdos de aquella
etapa.
Allí nos educamos las mujeres de
mi generación y todo lo que sabemos y somos se lo debemos a ellas.
A la derecha de la Parroquia está
el colegio SAFA, o el convento, como todos los conocemos por haber sido
anteriormente un convento de las hermanas clarisas.
En este colegio, en el Beaterio y
el Juan Armario, se forman nuestros pequeños y jóvenes para, antes de pasar a
la universidad, estudiar en el Instituto Sainz de Andino.
Siempre hemos tenido fama los
alcalaínos de ser personas muy bien formadas académicamente.
No en vano en aquellos tiempos,
teníamos grandes profesores, entre ellos destacó notablemente D. Antonio Barroso,
al cual toda una generación de alcalaínos, que posteriormente brilló con luz
propia como grandes profesionales, le está eternamente agradecida.
Cómo no recordar también a D.
Manuel Marchante, a D. Francisco Almagro y a María Domínguez, una de las pocas
mujeres que, en aquella época, cursó estudios superiores como perito mercantil.
En nuestros días, me consta, por
las referencias que tengo, también nuestros jóvenes tienen un gran profesorado,
magníficos profesionales de la enseñanza y con la ventaja de que la mayoría son
de Alcalá o han venido de fuera y se han hecho un alcalaíno o alcalaína más
porque aquí se casaron tuvieron sus hijos y organizaron su vida.
Y continuando con la enseñanza,
quiero destacar a la Escuela de Adultos. Porque gracias a ellos, personas
mayores que en su día no pudieron ir al colegio por las circunstancias de la
vida de aquellos tiempos, hoy tienen la oportunidad de aprender a leer,
escribir o completar la formación que antes no pudieron.
Mi sobrina María Sánchez también
es la responsable de un programa de mayores auspiciado por el Ayuntamiento de
Alcalá donde las personas mayores pueden disfrutar de esta etapa de la vida
adquiriendo nuevos conocimientos o enseñando a otros tareas que hoy ya no se
realizan.
Mis felicitaciones a todos ellos,
a todos los profesionales de la educación. Por su entrega, que hace de este
pueblo que existan personas bien preparadas para enfrentarse a esta vida
complicada y difícil.
Porque la familia, la educación y
la cultura son los pilares de la sociedad.
La oferta cultural que tenemos en
Alcalá se ha visto aumentada en estos últimos años con los conciertos de música
clásica que con gran acierto puso en marcha el anterior equipo de gobierno de
nuestro ayuntamiento y que, con gran sentido de lo que es bueno para los
alcalaínos, continúa organizando la actual corporación.
Precisamente, de estos conciertos
surgió la idea de la Escuela de Música que actualmente funciona y que ojalá se
convierta en el semillero de grandes músicos para Alcalá.
Los jóvenes de mi generación,
como os dije al comienzo, tuvimos que salir a buscar trabajo fuera de Alcalá, a
las grandes ciudades, aunque tuvieran estudios.
Hace unos días, tuvimos en Madrid
la comida en la que nos reunimos todos los alcalaínos que tenemos nuestra
residencia en Madrid, es decir, para que me entendáis, nos juntamos unos
cuantos “pregoneros de Alcalá”.
En esta comida comentamos muchas
cosas de nuestro pueblo, recuerdos, vivencias y añoranzas de los que ya no
están con nosotros.
Y también hablamos del momento
presente, de las dificultades que hoy en día tiene la juventud para situarse en
la vida.
Todos coincidimos en que la
juventud de Alcalá está mejor preparada que la de nuestra generación, porque
han tenido mejores oportunidades para estudiar.
Por eso esta noche, desde aquí,
quiero transmitirle un mensaje de esperanza a la juventud alcalaína. Que
vuestro ánimo no decaiga porque de momento no encontréis trabajo.
Seguro que con vuestro esfuerzo,
vuestra ilusión y vuestro empeño llegará el día en que, al igual que nos
sucedió a nosotros, vosotros también tendréis la oportunidad de demostrar
cuanto valéis.
Tendréis la oportunidad de
demostrar la preparación y la profesionalidad de los alcalaínos. De la que
hacemos gala en cuanto nos dan ocasión.
Precisamente hace unos días
rendimos un pequeño homenaje a un ilustre hijo de Alcalá: a Fran Díaz Romero.
En la casa donde nació se
procedió a colocar una placa en su memoria.
Fue Fran Díaz Romero un artista,
un señor en el más amplio sentido de la palabra.
Que adoraba a su pueblo y que
siempre quiso pasar los últimos días de su vida en Alcalá, pero sus
circunstancias personales no se lo permitieron.
Fue un gran amigo nuestro, del
que siempre que hablabas con el, a pesar de su extraordinaria sencillez,
aprendías algo, su postura ante la vida era de una gran positividad.
Alcalá siempre dio nombres
ilustres a la historia de España. Y tenemos que estar orgullosos de estos
grandes hombres.
Por que tenemos que sentirnos
orgullosos de ser paisanos, entre otros, de Pedro Sainz de Andino, autor del
primer Código de Comercio y de Antonio
Millán Puelles, ilustre filósofo y humanista y catedrático en la Universidad
Complutense de Madrid.
Yo les cuento a mis amigos de
fuera, pregonando a mi pueblo, que desde la Plaza Alta podemos bajar por el
paseo de San José, que tiene unas vistas preciosas donde en primavera podemos
apreciar los distintos colores con que la naturaleza viste nuestros hermosos
campos.
Y les digo, como les digo a
ustedes, que en una de esas cuestas de las que antes hablábamos, yo me crié.
Nosotros le llamamos el Carril alto, aunque en realidad se llama Sainz de
Andino. Allí viví, una vez que salí del internado del Beaterio y mi familia
eran mis vecinos, unos maravillosos vecinos de los que tengo los mejores
recuerdos.
Siempre recordaré aquellas
navidades cuando nos reuníamos en la plaza del Arcipreste Roa a cantar
villancicos hasta muy entrada la noche y tomar la copita de aguardiente para
aclarar la voz y para combatir el frío.
Como siempre recordaré aquellas
ferias de aquellos tiempos ya tan lejanos. Ferias de puestos de turrón, de
caballitos, de cunitas.
De muchos paseos arriba y abajo,
abajo y arriba, porque había poco que gastar y el capital se nos iba en el
pedacito de turrón y el palito de algodón dulce, el que podía.
Ferias donde mucha gente de
Alcalá se ganaba la vida con su espuerta de azofaifas, o vendiendo palmitos,
higos chumbos, o higos brebales, o cualquier producto que el campo pudiera dar
en aquella época.
Yo les cuento a mis amigos,
haciendo de pregonera de la feria, que la feria, con el paso del tiempo, ha ido
cambiando y pienso que siempre a mejor.
No quedan lejos las ferias de
Mayo y Septiembre. La feria de Mayo tenía su sentido porque era una feria de
ganado, donde los agricultores alcalaínos traían sus mejores ejemplares al
Prado y esperar a que saliera un buen trato.
Más tarde, la feria de
Septiembre, en honor a la Virgen de los Santos, se cambió al mes de Agosto,
donde el tiempo es más seguro.
En un principio el Real de la
feria se instalaba en el Paseo de la Playa. Recuerdo que los paisanos que
vivían en el campo venían a lomos de sus caballerías, desde las Viñas,
Rocinejo, Patrite, la Dehesa de las Yeguas, el Esperón, todas las cañadas y
veredas repletas de gente que acudía al reclamo de la feria y del espectáculo
de copla que se celebraba en el cine Andalucía.
Hace unos años, se construyó el
hermoso Recinto Ferial de la Peña de la Negra.
Es un recinto estupendo y para
llegar hasta allí tenemos un paseo precioso donde van las familias con los
chiquillos y los abuelos.
El trenecito nos echa una mano
cuando, ya de vuelta volvemos más cansados.
Allí están las casetas, la
Municipal, la de la Peña Taurina, la de los Amigos del Camino y este año
nuestros jóvenes de la Peña Caballista también aportan su granito de arena.
Para engrandecer un recinto que
ya sólo con la presencia de nuestras Romera Mayor e Infantil y sus damas tiene
ya suficiente realce.
Desde aquí, mi pequeño y humilde
homenaje a este ramillete de bellezas que son una pequeña, pero muy selecta,
representación de la mujer alcalaína.
A mis amigos les cuento que en la
Feria de Alcalá todos disfrutamos de la compañía de los amigos, del vino fino
que se cría por estas tierras, de los pescados y mariscos que vienen del mar
que tan cerca tenemos, de las carnes selectas de nuestros cerdos ibéricos y
nuestras vacas retintas y cómo no, de los grandes quesos que Jorge Puerto,
nuestro mayor emprendedor, con la leche de la cabra payoya que pasta en nuestro
término, ha creado para disfrute de todos.
Y, aunque haga algo de calor,
¿quién se niega a probar un plato de menudo con los garbanzos de mi amigo Pedro
Benítez?
También les hablo de Lazarito
Jiménez, que viene a la feria con lo mejor de su arriería, los mulos bien
jateados, hechos por el con sus propias manos. “Mulos con vergüenza”, como el
suele decir.
Cuenta Lázaro de las campañas de
corcho que ha hecho en toda su vida, pasando el verano con su mujer en un
sombrajo arrimando corchas con sus mulos.
Y yo os digo que tenemos que
estar orgullosos de gente como Lázaro, que con este sacrificio lograron dar
carreras universitarias a sus hijas. Al igual que otras muchas familias.
Si continuamos el paseo que llega
hasta el Recinto Ferial, llegamos al Complejo Industrial de la Palmosa, donde
están instalados distintos negocios de familias emprendedoras alcalaínas que
son un ejemplo para todos.
Fábrica de quesos, panadería,
talleres de Aluminio y de reparación de vehículos, materiales de Construcción,
tienda de Muebles y el gran complejo hotelero y de restauración de Los Corzos.
Todos de Alcalá, emprendedores,
¿quién dice que en Alcalá la gente no tiene espíritu emprendedor?
En mi barrio de Madrid hay
algunos vecinos que tienen vivienda en Chiclana y una de ellas me decía:
“Estuve en tu pueblo y compramos queso y pan. ¡Qué pueblo más bonito
y que razón tienes Silveria,
cuando dices que es el más bonito de la provincia de Cádiz”.
Como podéis ver, una siempre
haciendo de pregonera de Alcalá.
Como dije anteriormente, la feria
de Agosto, antes se celebraba en el mes de Septiembre, y son las fiestas en
honor a nuestra Patrona la Virgen de los Santos.
Podría decirse que el culmen de
la feria es la Romería a la ermita de los Santos. Y los actos en honor a
nuestra Señora comienzan en el mes de Agosto con el pregón de la Romería.
El día siguiente al pregón se
celebra en el patio de la Victoria la subasta de los cuartos del Santuario,
donde pasaremos en alegre convivencia los días de la Romería, el día de la
Virgen y la Octava.
Pero el día grande para todos los
alcalaínos es el de la Romería al Santuario.
Allí acudimos todos para
presentarnos ante la Virgen. Las peñas marianas Amigos del Camino y la
Canastera, a la cual pertenezco.
Todos vamos hacia esa joya que
tenemos los alcalaínos, nuestro Santuario, y el olivar y por encima de todo
Ella, María de los Santos, nuestra Madre y patrona.
Este año hemos tenido la dicha de
que viniera a visitarnos, como cada cuatro años, y el camino desde el Santuario
hasta la parroquia se llena de hombre, mujeres, jóvenes y niños que se sienten
dichosos de poder acompañarla por esos campos que en el mes de Mayo se visten
de flores para regalárselas a la Virgen.
Yo les cuento a mis amigos que la
Romería es una fiesta religiosa. Donde la Iglesia está presente en todos
nuestros actos.
Comenzamos el día con la Santa
Misa, luego se come y se bebe, se está con los amigos, algunos que no veíamos
desde hace tiempo y todo el que viene de fuera se sorprende de la hermandad que
existe entre todos, porque así es como lo quiere Nuestra Señora.
Porque en Alcalá, desde niños,
nuestros padres nos enseñaron a quererla.
Yo recuerdo que el primer regalo
que me hizo mi padre fue una medalla de la Virgen.
Una medalla que siempre llevé
conmigo y que me acompañó durante mi niñez y mi juventud.
Y yo estoy segura de que esa
medalla me dio la suerte de tener una familia como los Pastor y los Pacheco y
de conocer a personas que también fueron como mi familia. Como la familia
Ulloa, a la que considero como mía.
Recuerdo que, siendo una
chiquilla, yo hacía de canguro de sus hijos, a la vez que Manolita cuidaba de
mi.
Y para terminar, queridos paisanos, sólo me queda deciros que debemos conservar nuestras tradiciones, que la devoción a la Virgen y ese entorno tan maravilloso que la rodea es un legado que recibimos de nuestros mayores.
Porque ella es la que nos da la fuerza en nuestros peores momentos. A mí me la dio siempre durante la enfermedad de mi hijo Francis.
Y también me dio un buen marido, un señor en todos los sentidos. Que trabajó duro y cuidó de su familia.
Y ahora les digo a todos ustedes que, cuando vuelva a Madrid, les contaré a mis amigos de allí, que esta vez he sido la pregonera oficial de las fiestas de mi pueblo.
De ese Alcalá del que tanto les hablo en nuestros ratos de tertulia.
Y les diré que no hay mayor dicha que poder cantarle a tu pueblo, contando las cosas sencillas que una ha vivido entre sus gentes.
Esta maravillosa gente que vive entre las casitas blancas de este pueblo del que siempre he sido la mayor pregonera, y ahora con más motivo.
Gracias, nuevamente ,señor Alcalde, por darme esta oportunidad.
Que pasemos una gran feria, que gocemos todos de buena salud y que por fin se acabe esta crisis y todos puedan vivir de su trabajo.
¡Viva Alcalá, que viva su buena gente y que viva la Virgen de los Santos!
Silveria Morales Escobar
Alcalá de los Gazules 27 de
Agosto de 2014.
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