miércoles, 1 de octubre de 2014

BODA DE ANA BELÉN Y JUAN - 27 DE SEPTIEMBRE DE 2014


















































































































Es la boda de Ana Belén Fernández Luna y Juan García Ramírez. Este reportaje se lo dedico a los dos y también a mi gran amigo Pedro, padre de Ana Belén. ¡Cuánto hubiese disfrutado en la boda de su hija con tanta familia y amigos!

Lo recordé durante toda la ceremonia y después. Me daba la sensación de que estaba entre nosotros.

A Pedro lo adornaban todas aquellas virtudes que deben predicarse de un cristiano ejemplar.

Nuestro común amigo Paco Jiménez dice que debemos ser modestos y humildes, cuanto más sobresalientes seamos. Pedro era modesto y humilde. Humilde en cuanto valor humano que nos lleva a conducirnos con sencillez y naturalidad. Espíritu humilde del que nace la voluntad de ser útil a los demás. San Francisco de Asís decía: "Cuando abandones esta tierra no podrás llevar contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado: un corazón enriquecido por el servicio honesto, el amor, el sacrificio y el valor".

Y también lo hizo con enorme sencillez, que no es otra cosa que la cualidad de sencillo. Pedro no tenía doblez ni artificio, carecía de la tan humana tara de la ostentación. Con frecuencia se relaciona a las personas sencillas, con aquellos que son tímidos e ingenuos, o en el mejor de los casos con la idea de la pobreza. Nada que ver con nuestro amigo Pedro: él era sencillo porque poseía humildad desde lo más profundo del corazón.

Y, además, vivía la virtud de la prudencia. La prudencia como sinónimo de mesura, sensatez, templanza, moderación o cautela. Era reflexivo y para nada precipitado, tenía una voluntad firme y sosegada. Era buen observador: distinguía lo bueno de lo malo, lo importante de lo que no lo era y sabía analizar las consecuencias de todo aquello sobre lo que tenía que decidir. Y dominada, como pocos, sus enojos, tanto que siempre creímos que no se enfadaba nunca. Resignado sí lo vi muchas veces. Porque la vida, alguna que otra vez, le hizo probar un poco de amargura. Y por ello también lo vi sufrir. Pero lo vi superar todo. Y lo vi reír y sonreír mucho y con frecuencia. Y compartíamos esa alegría.

Y ahora que ya no está con nosotros, que Dios se lo ha llevado, todos los que le conocimos sabemos que Él lo tiene en lugar donde están los hombres buenos.

Solamente me queda por decirte que tu hija Ana iba guapísima y que todo salió estupendamente.

Te recuerda siempre,


Andrés Moreno Camacho

2 comentarios:

Juan García Ramírez dijo...

Precioso reportaje Andrés y bonitas palabras también, a Pedro todos lo tuvimos presente ese día y aunque ya no este con nosotros siempre lo sentimos muy cerca. Gracias por todo Andrés!!!

Ana Belén Fernández Luna dijo...

Muchas gracias Andrés por todo, por acompañarnos sobre todo, por las fotos y por estas bonitas palabras, es un orgullo para una hija que hablen asi de su padre. En esta ocasion has sido tu, su gran amigo, pero anteriormente han sido muchas las muestras de cariño y respeto que hemos recibido, y si los demas piensan eso de el, imaginate lo que mi padre significa para nosotros. Como ya ha dicho el que ha hoy es "mi marido", aunque no me acostumbro aun ha llamarle asi, no tengo ninguna duda de que estuvo con nosotros en ese dia tan bonito y a la vez tan dificil para mi y los mios, y se que muy feliz de ver que su gente estaba reunida como a el le gustaba para apoyarme. Gracias.

El tiempo que hará...