viernes, 28 de agosto de 2015

LOS TURRONEROS






Cada año por  Septiembre

llegaban los turroneros,

cada año por Septiembre

a la feria de mi pueblo.


Aparecían por sorpresa

con  su puzle de tableros,

y apenas sin darnos cuenta

el puzle estaba compuesto.


Ahí estaba la cocina,

ahí la sala y el aseo,

ahí estaba el dormitorio

del modesto turronero.


En Santo Domingo,

siempre fiel en El Paseo,

en Río Verde, seguro,

se alegraban con su “puesto”.


Y notaban su compaña,

y se sentían contentos,

por compartir vecindad

con su amigo el turronero.     


Fiel a tu cita de siempre

aquí has llegado de nuevo

para endulzarnos la vida

a mayores y a pequeños.


¡Cuánto tiempo, turronero,

llevas viniendo a mi pueblo!

¡Cuánto tiempo, turronero!

pues ya lo hicieron tus padres

y tal vez  también tus abuelos.



La señora turronera

con delantalito blanco,

reflejo de pura nobleza

a todos está esperando.


Con infinita  paciencia

y la ternura en su cara

ofrece el coco y la almendra

y  la rica garrapiñada.
                                                                                               
                                                                                                                             El turrón blando y el duro,

y la manzana acaramelada,

y yo me recreo en la escena 

que grandes  bombillas delatan.                                            


¡Cuánto agrado, turronero!

¡Cuántas ferias a tu espalda!

Y quizás a ti, turronero,

mi feria no te diga nada.


Hasta tu “puesto” se acercan

y se ilumina la cara

del pequeño y la pequeña

que apenas si a ver alcanzan.


Todo lo quieren comprar,

parece que no se aclaran,

pero el turronero les espera

todo el tiempo que haga falta.


Y les ofrecerá cocinitas,

y la muñeca delgada,

y la escopeta de corcho

y su serena mirada.


Y si no se deciden

tampoco pasará nada,

ahí estará el turronero

allá por la madrugada.

La feria se va pasando

con alegría desbordada,

y yo adivino, turronero,

el cansancio en tu mirada.


¡Qué tristeza, turronero,

que ya la feria se acaba

y yo no sé si tú sientes

que ya se acerca tu marcha!


Ya no vendrás por Septiembre,

pues la feria se adelanta,

y yo no sé, turronero,

si a ti este cambio te agrada.


Y no volveré a ser vecino

de aquel turronero de antaño

que a mi calle se acercaba

hasta dos veces al año.


Ya sólo vendrás en Agosto

y no estarás a mi vera

pero yo estaré junto a ti

aunque esté más lejos la feria.


En Septiembre o en Agosto

tú no faltes, turronero,

y ten siempre por seguro

que en  Alcalá te queremos.

                                                                                     Francisco  Gil  García.


                                                              

                                                       

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