Estimado amigo Andrés e
Inés: María Jesús y yo acabamos de llegar de un fugaz viaje que hemos tenido
que hacer al Campo de Gibraltar. Y, como siempre, porque es una delicia atravesar
la naturaleza y la vegetación que nos
acompaña desde El Puerto de Santa María
hasta San Roque en plena Primavera. Ciertamente, se podría decir que todos los
pueblos de Andalucía son bellos en primavera, pero unos más que otros. Alcalá destaca entre ellos.
El cielo de Alcalá se
viste de azul cada primavera. Los campos, en cambio, se ornamentan de un profundo verde, tachonados
de luceros rojos, de amapolas y de jaramagos amarillos. El Prado se viste de
azucenas y de trompetas blancas. Los
jardines de los paseos y de los patios caseros se visten de plata.
Las mañanas de la Alameda
de la Cruz tiemblan con los arpegios de Semana Santa. Y los pajarillos se
vienen a la Fuente de la Salá para apagar la sed y purificar los buches de agua.
Los jóvenes se visten de
atavíos gruesos y de zapatos planos, para transportar los pasos por las difíciles
calles alcalaínas.
Los niños juegan a Semana
Santa y a tocar tambores.
Y los seguidores de
Cristo renuevan sus promesas cuaresmales
como lo más esencial de la Semana Mayor.
- Oraciones para acercarse
a Dios y su Santísima Madre.
-Mortificaciones para
espantar las pasiones.
-Caridad, para ser
solidarios con los necesitados.
-Sacrificios para no
dejarse llevar de los caprichos.
-Seguir la Semana Santa
para acompañar a Cristo con la cruz.
Juan Leiva Sánchez
Abril de 2017
0 comentarios:
Publicar un comentario