V DOMINGO DE PASCUA CICLO B
Sin mí no podéis nada... Jn 15,1-8
NO QUEDARNOS SIN SAVIA
La imagen es de una fuerza
extraordinaria. Jesús es la «vid» , los que creemos en él somos
los «sarmientos». Toda
la vitalidad de
los cristianos nace
de él. Si la savia
de Jesús resucitado
corre por nuestra
vida, nos aporta
alegría, luz, creatividad, coraje
para vivir como
vivía él. Si,
por el contrario,
no fluye en nosotros, somos sarmientos secos.
Éste es
el verdadero problema
de una Iglesia que
celebra a Jesús
resucitado como «vid» llena de vida, pero que está formada, en buena
parte, por sarmientos muertos. ¿Para qué seguir distrayéndonos en tantas cosas,
si la vida de Jesús no corre por nuestras comunidades y nuestros corazones?
Nuestra primera
tarea hoy y
siempre es «permanecer»
en la vid,
no vivir desconectados de Jesús,
no quedarnos sin savia, no secarnos más. ¿Cómo se hace esto? El
evangelio lo dice
con claridad: hemos
de esforzarnos para
que sus palabras permanezcan en nosotros.
La vida cristiana
no brota espontáneamente entre
nosotros. El evangelio
no siempre se puede
deducir racionalmente. Es
necesario meditar largas
horas las palabras de
Jesús. Sólo la familiaridad y afinidad
con los evangelios
nos hace ir aprendiendo poco a poco a vivir como él.
Este acercamiento
frecuente a las
páginas del evangelio
nos va poniendo
en sintonía con Jesús,
nos contagia su
amor al mundo,
nos va apasionando
con su proyecto, va
infundiendo en nosotros
su Espíritu. Casi
sin darnos cuenta,
nos vamos haciendo cristianos.
Esta meditación personal de las
palabras de Jesús nos cambia más que todas las explicaciones, discursos
y exhortaciones que
nos llegan del
exterior. Las personas cambiamos
desde dentro. Tal
vez, éste sea
uno de los
problemas más graves de nuestra religión:
no cambiamos, porque
sólo lo que
pasa por nuestro corazón cambia
nuestra vida; y, con frecuencia,
por nuestro corazón
no pasa la savia de Jesús.
La vida de la Iglesia se
trasformaría si los creyentes, los matrimonios cristianos, los presbíteros, las
religiosas, los obispos, los educadores tuviéramos como libro de cabecera los
evangelios de Jesús.
Padre José Antonio Pagola
Licenciado en Teología por la
Universidad Gregoriana de Roma
0 comentarios:
Publicar un comentario