sábado, 1 de mayo de 2021

DOMINGO V DE PASCUA - SIN MÍ NO PODÉIS NADA

 V DOMINGO DE PASCUA CICLO B

 

Sin mí no podéis nada...  Jn 15,1-8                                    

 

NO QUEDARNOS SIN SAVIA

 

La imagen es de una fuerza extraordinaria. Jesús es la «vid» , los que creemos en él  somos  los  «sarmientos».  Toda  la  vitalidad  de  los  cristianos  nace  de  él. Si  la savia  de  Jesús  resucitado  corre  por  nuestra  vida,  nos  aporta  alegría,  luz, creatividad,  coraje  para  vivir  como  vivía  él.  Si,  por  el  contrario,  no  fluye  en nosotros, somos sarmientos secos. 

 

Éste  es  el  verdadero  problema  de  una  Iglesia que  celebra  a  Jesús  resucitado como «vid» llena de vida, pero que está formada, en buena parte, por sarmientos muertos. ¿Para qué seguir distrayéndonos en tantas cosas, si la vida de Jesús no corre por nuestras comunidades y nuestros corazones?

 

Nuestra  primera  tarea  hoy  y  siempre  es  «permanecer»  en  la  vid,  no  vivir desconectados de Jesús, no quedarnos sin savia, no secarnos más. ¿Cómo se hace esto?  El  evangelio  lo  dice  con  claridad:  hemos  de  esforzarnos  para  que  sus  palabras permanezcan en nosotros.    

 

La vida  cristiana  no  brota  espontáneamente  entre  nosotros.  El  evangelio  no siempre  se  puede  deducir  racionalmente.  Es  necesario  meditar  largas  horas  las palabras  de  Jesús.  Sólo  la familiaridad  y afinidad  con  los  evangelios  nos  hace  ir aprendiendo poco a poco a vivir como él.

 

Este  acercamiento  frecuente  a  las  páginas  del  evangelio  nos  va  poniendo  en sintonía  con  Jesús,  nos  contagia  su  amor  al  mundo,  nos  va  apasionando  con  su proyecto,  va  infundiendo  en  nosotros  su  Espíritu.  Casi  sin  darnos  cuenta,  nos vamos haciendo cristianos.

 

Esta meditación personal de las palabras de Jesús nos cambia más que todas las explicaciones,   discursos   y   exhortaciones   que   nos   llegan   del   exterior.   Las personas  cambiamos  desde  dentro.  Tal  vez,  éste  sea  uno  de  los  problemas  más graves  de  nuestra  religión:  no  cambiamos,  porque  sólo  lo  que  pasa  por  nuestro corazón  cambia  nuestra  vida;  y,  con  frecuencia,  por  nuestro  corazón  no  pasa  la savia de Jesús.

 

La vida de la Iglesia se trasformaría si los creyentes, los matrimonios cristianos, los presbíteros, las religiosas, los obispos, los educadores tuviéramos como libro de cabecera los evangelios de Jesús.

 

                                                                                    

 

Padre José Antonio Pagola

Licenciado en Teología por la

Universidad Gregoriana de Roma

 

 

                  

 

0 comentarios:

El tiempo que hará...