Fallece
Francisco, un cristiano
Más que recordar los acontecimientos
importantes protagonizados por el Papa, en mi opinión, en estos momentos,
podríamos señalar los gestos sencillos de un creyente que, realmente, han
influido decisivamente en “intrahistoria” de la vida cotidiana de las personas
corrientes y en las pautas que orientan los comportamientos de algunos
creyentes actuales. En mi opinión resultan esclarecedores, aún más que sus
importantes documentos en los que, por ejemplo, explica la
ecología y el cambio climático, un asunto al que dedicó su primera encíclica, Laudato sí, la claridad con la que, a
través de sus gestos y de sus conductas, formula los mensajes fundamentales del
Evangelio, su seguimiento directo a Jesús de Nazaret y las conductas
familiares, profesionales, sociales y religiosas de los primeros cristianos, aquellos
hombres y mujeres, de toda condición, contemporáneos de los Apóstoles.
Ahí reside las decisiones que algunos
jerarcas han interpretado como revolucionarias como, por ejemplo, la entrada de
las mujeres en altos cargos de la Curia, sus llamadas a “desmasculinizar la
Iglesia”, sus mandatos a acudir a las “periferia”, a servir a quienes están al
margen de la sociedad, de la ciudad, de las fronteras y se hallan lejos del
poder. Ha fallecido un hombre bueno, un discípulo de Jesús de Nazaret y un
sembrador de esperanza.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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