En la actualidad usamos la palabra “adefesio” para describir a las
personas vestidas con trajes extravagantes o ataviadas con adornos ridículos.
Pero, según el diccionario, también puede servir para designar los
comportamientos disparatados, las acciones incoherentes o las prácticas chocantes.
Opinamos que la indagación de su origen etimológico y el conocimiento de
las principales interpretaciones que han elaborado los especialistas nos pueden
resultar interesantes, útiles e ilustrativos. Según la mayoría de los
lexicólogos, esta palabra procede de la carta del apóstol Pablo dirigida a los
fieles de Éfeso (Epistola ad ephesios) y se usó inicialmente para
referirse a los oradores que se empeñaban inútilmente en lograr persuadir a sus
oyentes.
Bastús, en su libro titulado La sabiduría de las naciones,
siguiendo a Covarrubias, ofrece la siguiente explicación: “Hubo en Éfeso un
ciudadano llamado Hermodoro, a quien, por haber excitado con su brillante
posición social la envidia de muchos de sus conciudadanos, resolvieron condenar
al ostracismo: y, en efecto, fue inicuamente obligado a abandonar su patria por
algunos años. Hermodoro y sus amigos intentaron varias veces hacer oír su voz y
demostrar al pueblo de Éfeso su inculpabilidad e inocencia, mas nunca pudieron
conseguir que dieran oído a sus disculpas, ni que se atendieran sus
justificaciones, de donde nació el proverbio, hablar ad efesios, cuando
no se hace caso a nuestras palabras u observaciones”.
Otros autores -como Correas y Seijas Patiño- opinan que el significado de
esta expresión tiene su origen en el escaso éxito de las palabras que San Pablo
dirigió a los habitantes de Éfeso quienes -ciegos y sordos- siguieron acudiendo
al templo de Diana para celebrar los cultos paganos.
Unamuno, oponiéndose a la explicación de Diccionario de la Real
Academia, recuerda que esta epístola es
la que se proclama ritualmente en la ceremonia religiosa del matrimonio
cristiano. La experiencia confirma que, en la mayoría de los casos, los
asistentes oyen las palabras sin prestarles la debida atención: “hablar a
adefesios o ad Ephesios –afirma- no es, en su principio y sentido
originario, decir despropósitos, disparates y extravagancias como el adefésico
Diccionario -en su edición de 899- da a entender, sino decir cosas que ni ha de
hacer nadie caso de ellas ni han de ser oídas y que sólo un pobre iluso -no ya
bestia- las dice, sabiendo que ni han de ser llegar a noticia del rey o de los
reyes a quienes se dirigen. Y ¿por qué se dijo de esto de hablar ad-efesios y
no hablar ad-gálatas, o ad-corintios o ad-romanos o ad-tesalonicenses o
ad-filipenses? La cosa está clarísima para quien recuerde o aprenda que los
consejos que se leen a los recién casados, han sido tomados del capítulo V de
la Epístola de San Pablo a los efesios. Consejos adefesios que, en
general, les entran por un oído y por otro les salen, y de los que maldito el
caso que se hace”.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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