El
símbolo es un recorrido interior que va desde nuestra mente al corazón.
Representa una realidad interna mediante una imagen externa. En Alcalá tenemos
un verdadero arsenal de signos y símbolos que nos han acompañado durante toda
nuestra vida. Entre todos estos símbolos, el más cercano, el más emotivo y el
más entrañable es el de la Virgen de los Santos.
Nuestras
madres se han encargado de cultivar esas raíces desde que nacemos. Cuando un
niño abre por primera vez los ojos a la luz de la vida, la madre lo protegerá
con una medalla o un símbolo de la Virgen. En ninguna casa de Alcalá faltará un
cuadro o una imagen de ella, porque allí hay una madre alcalaína.
Precisamente,
el próximo domingo, día 8 de junio, todo Alcalá acompañará a la Virgen en su
camino de vuelta al Santuario. Después de un mes de estancia en Alcalá, la
Virgen vuelve a su ermita. Durante un mes, no han faltado alcalaínos que no
hayan hecho acto de presencia para acompañar a la Virgen. Niños, adolescentes,
jóvenes y mayores han celebrado la novena y han hecho constar su amor y
devoción a la Santísima Virgen, acompañándola en su recorrido por el pueblo.
El
símbolo es un recurso humano que consta de dos elementos: un significante y un
significado. El significante es la parte material del símbolo, lo que se ve; el
significado, la parte espiritual, lo que se oculta. Hay símbolos naturales que
contienen lo que significan. Por ejemplo, el humo nos dice que hay fuego y,
efectivamente, si nos acercamos, notamos que desprende un calor natural y quema.
Una nube nos avisa de que allí hay agua y, si la atravesamos, nos mojamos,
porque contiene lo que significa.
Sin
embargo, los símbolos no contienen lo que significan naturalmente, lo contienen
espiritualmente. Si alguien prende fuego a la bandera de España, sabemos que
España no se quema, pero sentimos cierto recorrido espiritual desde la mente al
corazón, por el amor que tenemos a nuestra patria. Nuestra vida y nuestro
entorno están llenos de signos y de símbolos.
El
domingo día 8 de junio, la Virgen volverá al santuario, pero eso no significa
que nos haya abandonado. Seguirá presente en todas las casas de Alcalá y
acudirá a cualquier llamada que le hagamos. Sin embargo de vez en cuando iremos
al santuario, para hacerle constar espiritualmente que nos acordamos de la
Virgen y queremos contarle nuestras alegrías y nuestras penas.
Ese
mismo domingo, llamado de Pentecostés, comenzó
la actividad de la Iglesia con el descenso
del Espíritu Santo sobre la Virgen y los Apóstoles recogidos en oración. Se le
conoce como Domingo de Pentecostés, que significa cincuenta días después de la
Resurrección, o Segunda Pascua del año litúrgico. Esa fuerza del Espíritu la
necesitamos todos, para caminar por este mundo con ciertas garantías de
fidelidad. La Virgen de los Santos es nuestro mejor símbolo para celebrar esta
gran fiesta de Pentecostés.
JUAN LEIVA
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