¿Quién arrancó
tus raíces,
álamos de
la Alameda?
¿Dónde se
hallaba la cruz
que dio
nombre a la
arboleda?
¿Cuántas almenas
tendrían
las murallas
del castillo?
¿Quién llevó
hasta el Santuario
al flamenco
pastorcillo
que cuelga
alforjas al hombro
con un
pan y un
cigarrillo?
¿Cuándo reinó
el Rey Gazul,
aquel gallardo
lancero
que Goya
inmortalizó,
y que
ensalza el Romancero?
¿Quién recuerda
al Gran Potoco,
nuestro famoso
torero?
¿Con el
parque que pasó…
se perdió
como a los
montes,
Sarria y
Ortega, ocurrió?
¿Quién se
acuerda del Control?
¿Del cuartel
de sementales?
¿Y
el molino bajo
el sol …
cuándo molió
cereales?
¿Por qué se
olvidó
el gazpacho,
nuestra danza
original?
¿Ya no
se escuchan sus
cantes
a compás
de verdial?
¿Quién levantó
la capilla
de la
calle La Salá,
en la
que el pueblo
venera
a la
Reina de Alcalá?
¿Cuándo llegarán
las olas
a esta
playa sin arena,
arrastrando caracolas …
y suspiros
de sirena?
Estas eran
las preguntas
que de
pequeño me hacía,
aquellos tiempos
gozosos
cuando con
los míos vivía
en la
calle de Los
Pozos
mis años
de juventud.
Playa,
parque viejo y
plaza
Alameda de
la Cruz…
son palabras
que empleamos
para nombrar
a lugares
en los
que todos jugamos
siendo solo
unos chavales.
Pero en
la playa no
hay mar…
ni en
el parque flor
ni bancos …
ni álamos
que al germinar
llenen de
copitos blancos
a esta
plaza sin igual.
Por eso
dice la gente
que el
tiempo todo lo
tacha …
se perdieron
para siempre
el picón
y la capacha …
también se
perdió el carbón
que dentro
de los cerones,
de la
caja del camión
llegaba hasta
los fogones.
Son las
cosas de este
pueblo,
de esta
gente generosa,
que muestran
su vieja historia
y su
existencia gloriosa …
por eso
beso su suelo
que es
la antesala a
la Gloria…
ya casi tocando
el Cielo…
Francisco Teodoro
Sánchez Vera
Enero 2017
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