FELIZ CUMPLEAÑOS, JORGE
Este alcalaíno nació en el Barrio de
Santo Domingo, frente a la Iglesia del mismo nombre y a la Plaza de
Abastos. Le pusieron el nombre de nuestro
Patrón y es el menor de siete hermanos. Tiene sangre de Reyes y las virtudes
del Romero bueno. Su padre, Francisco, ejerció principalmente de agricultor. Su
madre, una mujer Pura, menuda, pequeñita y de carácter afable tuvo una tienda
de comestibles en el conocido Patio de Los Reyes (más tarde Patio Andaluz), un
lugar precioso de dos plantas en cuyo centro estaba el generoso y decorativo
aljibe y donde abundaban las hermosas flores, algunas de las cuales colgaban
del piso superior dando en verano una sensación real de frescura y belleza. Al
fondo del patio había cuadras que, a veces, eran ocupadas por bestias y en
otras ocasiones permanecían en “capilla” los cerdos que al día siguiente serían
sacrificados en un acto que reunía a la familia y que, además de mucho trabajo,
proporcionaba alimentos para una buena temporada. Ahí, en ese patio, fueron
creciendo los hermanos junto a sus padres y ahí permanecerían algunos de ellos
incluso hasta después de casados. Toda una rebujina de hermanos y hermanas,
primos y primas, sobrinos y sobrinas, tíos y tías, abuelos y nietos.
Como
cualquier chaval de su época, pronto intentaría aprender un oficio en el que
buscarse la vida el día de mañana y empezó de aprendiz en la carpintería de
Gabriel García que estaba situada en la puerta contigua y más abajo de su casa.
Era lo normal en aquel tiempo, unos aprendían el oficio de carpintero, otros el
de zapatero, otros el de barbero, albañil, esquilador, pastor, herrero, etc. Años
después, su padre adquirió un camión y se inició en el negocio del carbón vegetal
como transportista. Quién mejor que sus hijos para este menester. Desde los montes alcalaínos donde los
curtidos carboneros elaboraban el carbón, los sufridos arrieros lo acercaban,
sobre todo con mulos, hasta los “muelles”. Eran estos “muelles” lugares
elevados en el terreno preparados para cargar con más facilidad las seras de
carbón en los camiones. Cuando no había muelle se colocaba una tabla larga de
unos 30 o 40 centímetros de anchura que, a modo de plano inclinado, unía el
suelo con la batea del camión y por la que hombres fuertes y expertos subían,
con la pesada carga sobre su cabeza y en asombroso equilibrio, poniendo en
grave peligro su integridad física y especialmente su columna vertebral. El “rematante” de carbón era la persona que
compraba el producto elaborado en los campos de Alcalá y después se distribuía
a diversas localidades, especialmente de la Bahía de Cádiz. Dos de los hijos de Francisco (Curro, el mayor) y nuestro protagonista (el
menor) serían los conductores encargados del transporte del preciado
combustible. Con el tiempo empezó la
decadencia del carbón (que fue sustituido por el petróleo) y cada uno de los
hermanos tomó rumbos diferentes, aunque el camión y el transporte continuaron
siendo sus herramientas de trabajo y sus medios de vida.
Curro se
estableció como “Cosario” y hacía la ruta desde Alcalá a Cádiz y viceversa
transportando todo tipo de mercancías: garrafas de vino, sacos de legumbres,
cereales, harina, aceite, etc. También, en ocasiones, las personas hacían uso
de este transporte para ir o venir a algunos de los lugares por los que pasaba
a lo largo de su recorrido.
Los
productos que traía a nuestro pueblo eran descargados y almacenados al inicio de la Cuesta del Cine (en el lugar
donde actualmente se ubica el SuperArcos). Desde ahí eran repartidos por Antonio
Castellón, conocido como “El Tofi”,
persona muy popular y querida. El reparto lo solía hacer en un carro que
era tirado por un burro grande, noble y fuerte que recorría las empinadas
calles alcalaínas mostrando su poderío.
El menor de
los hermanos se dedicó al transporte de ganado, pues no en vano es nuestra
comarca (en el corazón de la llamada Ruta del Toro) una zona de especial
importancia en ganadería bovina, aunque tampoco era menor el ganado porcino,
equino, ovino… Ocasionalmente transportó
los productos de temporada, como cereales, alpacas de paja o heno para el
ganado, el buen corcho de nuestros alcornoques, la riqueza cinegética de
nuestros montes (ciervos, corzos, jabatos), etc.
Él también transportó en su camión,
cuando fue necesario, a muchos alcalaínos a disfrutar de las ferias o
acontecimientos festivos en los pueblos vecinos, cuando había pocos automóviles
privados y cuando el estado de nuestras carreteras era un lamentable camino de
piedras sueltas, las averías y pinchazos
de las cubiertas de los vehículos eran cosa frecuente y el tiempo empleado en
recorrer las distancias podía ser el doble de lo que se tarda ahora.
Nuestro hombre ha tenido el más alto
honor de ser el que más veces ha llevado sobre su preparado y engalanado camión
a Nuestra Patrona la Virgen de los Santos. Antes, nuestra Madre solía venir cada 5 años
hasta Alcalá a visitar a sus hijos y permanecía con nosotros más o menos un mes
(normalmente en mayo); hoy lo hace cada 4 años. Este Camino se hace a pie, en
coche, a caballo o en carretas y participa una gran cantidad de personas que
manifiestan su alegría en todo momento. Uno de los actos de mayor emoción y
realce es el Encuentro de la Madre con su Hijo Nuestro Padre Jesús Nazareno que
acude a recibirla y que tiene lugar en una explanada junto al Puente de El
Prado. Toda una muchedumbre se cita en el lugar para vitorear, aplaudir y
agradecer los favores de la Señora mientras la música suena y las lágrimas
brotan inevitablemente. De ahí hasta la Alameda Madre e Hijo caminan juntos, cerca
el Uno del Otro por la empinada cuesta de la Salada.
Allí se despiden. Él se recoge en la Iglesia
de la Victoria donde tiene su casa habitualmente y Ella sigue a hombros de los
suyos hasta la Parroquia de San Jorge. Durante su tiempo de estancia en la
misma recibe las innumerables visitas de los alcalaínos que acuden a rezarle
individualmente o en grupos para darle gracias y a pedirle que los proteja y
derrame sobre ellos su bendición. También la Virgen ha venido a nuestro pueblo
en situaciones de extrema necesidad, como una larga sequía o una grave epidemia
para rogarle su protección. Cuando vuelve de nuevo al Santuario, es llevada a
hombros desde la Iglesia y recorriendo diversas calles adornadas para la
ocasión hasta llegar a la salida, en los alrededores de la Gasolinera. Una gran
multitud de fieles, muchos de ellos venidos de fuera, la acompaña en su
despedida y le muestra con rezos, cantos, guirnaldas, banderas… su fe y su
amor. Una vez ahí, junto a la
Gasolinera, la Patrona de Alcalá era subida con mimo y con cariño en la batea
del camión que previamente ha sido engalanado con flores para recibir a la
Divina Pasajera. La emoción es inmensa y los vivas y aplausos se suceden entre
los fieles aclamando a Nuestra Madre. El dolor y la tristeza por la marcha
también se refleja en el rostro de muchos de los asistentes, pero queda el
consuelo de que podrán ir a visitarla hasta la Ermita cuando tengan necesidad
de estar junto a ella.
Corre
el mes de Septiembre de 1.994. Es el año de la Coronación de la Virgen. El que
conduce el camión se ha jubilado hace tan sólo unos días. Han sido ya muchos
años haciendo este traslado que le colma de orgullo y alegría. Hoy será la última ocasión en que podrá
realizarlo y, hoy más que nunca, le inunda la emoción. Ya, desde ahora nada
será igual, aunque para un alcalaíno su Patrona será siempre su Referencia y su
Reina.
A principios de los años sesenta nuestro
personaje sufrió uno de los episodios más duros de su vida. Fue un desgraciado
accidente de camión en el que su sobrino y ayudante Francisco, de 18 años, tuvo
la mala suerte de quedar parapléjico e incapacitado hasta su fallecimiento al
comenzar este siglo. Dicha cuestión ha sido como una pesada losa que cayó sobre
toda la familia, amigos y, muy especialmente, sobre su tío que era el conductor
del vehículo en aquel momento.
Este
recuerdo perdura hasta nuestros días,
aunque siempre todos reconocieron la ausencia de culpa, sino que, a veces, las
cosas se producen por una triste fatalidad.
Cuatro
camiones ha utilizado a lo largo de su dilatada trayectoria profesional: un
THAMES, un FORD y dos de la marca EBRO. Al último de éstos, de color rojo, le
hizo la friolera de más de UN MILLÓN de Kilómetros. A todos ellos los cuidaba y
mimaba como si fueran uno más de la familia. Estaba pendiente de su
mantenimiento, de sus revisiones, de su limpieza… y era el motivo de que tuvieran
larga vida y siempre estuviesen en perfecto estado para el trabajo.
Actualmente, a los 90 años, este paisano de
cuerpo algo encorvado por la edad, pero ágil, lúcido y con sentido del humor, vive
tranquilo y feliz en nuestro pueblo junto a Loli, su querida esposa de toda la
vida. Han traído al mundo cuatro hijas y
un varón, todos personas trabajadoras, cariñosas y de buena condición. El
matrimonio goza de una salud envidiable y ha sido considerada siempre una
pareja bien avenida y defensora de los valores de la familia. Entre los dos
organizan la vida de su hogar y se complementan el uno al otro en perfecta
armonía.
Al que nació en el año en que se celebró
la Exposición Iberoamericana de Sevilla, que conoció dos Dictaduras, una
República, una Guerra Civil, una Guerra Mundial, La Monarquía, un Golpe de
Estado, la Exposición Universal del 92, más de veinte Olimpiadas y muchas
venidas e idas de nuestra Patrona, aún le queda tiempo libre para echar sus
partiditas de dominó con sus amigos o distraerse haciendo sus cositas de
carpintería. Como es un verdadero “manitas”, es de destacar una plaza de toros
en miniatura hecha en madera, el aljibe del patio donde nació o carretas
tiradas por mulas que son auténticas obras de arte.
En las
largas noches de invierno reciben, casi a diario en su hogar, la siempre
agradable visita de su sobrino Juan Gallego, con el que le une, además del lazo
familiar, una gran afinidad por ser uno el tío menor y otro el sobrino mayor. Ambos poseen gran
capacidad para la conversación además de una excelente memoria.
En compañía
repasan la actualidad, escuchan el
informativo de Televisión y debaten las últimas noticias. Acabado el ritual, se desean buen descanso y
se despiden a continuación.
El que se dedicó toda su vida al
transporte, hace tan sólo unos días ha preferido no renovar el Permiso de
Conducir y ahora le podemos ver
conduciendo otro tipo de vehículo menos peligroso aunque de sólo dos ruedas. En
dicho vehículo, sin motor, de menor consumo y sin necesidad de un seguro,
transporta los alimentos que lleva a su hogar sin apenas riesgos para él ni
para los demás.
El
Patio de Los Reyes es actualmente un lugar semiabandonado. Únicamente habita en
él Juan Gallego que, acompañado de “Francisco” y “Otelo”, sus dos nobles y
mimados gatos, vive feliz y tranquilo junto a su viejo piano, ocupado en el
primoroso cuidado de las plantas que le siguen dando color, belleza y vida.
Al eterno
camionero,
al portador
de la Virgen,
al buen
padre y abuelo,
al esposo
enamorado…
nuestro
cariño sincero,
al cumplir
noventa años
Don Jorge
Reyes Romero.
Con cariño y con el deseo de que cumplas
muchos más junto a Loli.
Paco Gil García.
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