La
importancia de las palabras
Más que las caras, los espejos de las
almas son las palabras. El lenguaje humano y cada uno de sus elementos -la
peculiar pronunciación de los sonidos, la particular construcción gramatical y
la singular elección de las palabras- retratan las diferentes constituciones
psicológicas, los característicos talantes morales y los singulares gustos
estéticos de cada ser humano: descubren, además, la idiosincrasia de los grupos
humanos en los que cada uno de nosotros estamos integrados.
El vocabulario de los hablantes es uno
de los criterios más fiables para conocer nuestros contenidos interiores, los
valores que guardamos en nuestras mentes y en nuestros corazones y, también,
para constatar las distancias que separan nuestras ideas de nuestros comportamientos.
En los discursos políticos actuales son llamativas la ausencia o la escasez de
palabras tan importantes como “belleza”, “bondad”, “bien” y “verdad”, esos
valores que, como es sabido, constituyen las bases de la vida humana, de la
coherencia moral, del bienestar psicológico, de la convivencia familiar y de la
paz social. Fíjense, por ejemplo, cómo la palabra “virtud” casi ha desaparecido.
La reducción del bienestar humano a la economía, además de ser una ingenua
simplificación del bienestar humano, entraña un empobrecimiento dañino de la
vida individual, familiar y social. Nos hace más vulnerables porque devalúan
los demás bienes personales y colectivos.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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