La palabra “verano”
¿Saben que la palabra “verano” es una abreviación
de la expresión latina veranum tempus,
que significa el “tiempo primaveral”, y que abarcaba lo que hoy llamamos
primavera, verano y otoño? Deriva de la palabra ver, veris, que quiere
decir “primavera” y, metafóricamente, “juventud” o “primavera de la vida
humana”. Hasta el Siglo de Oro, en la Lengua Castellana se distinguió entre el
“verano” y el “estío”. La primera palabra -“verano”- era el fin de la primavera
y el principio del nuestro verano; y la segunda -“estío”, del latín aestivum
tempus- el tiempo del calor y del fuego. El verano también se denomina “canícula” -diminutivo femenino de canis-
que significa, “perrita”, la forma de la estrella Sirio, visible durante esta
época.
El
tópico publicitario dice que, en la actualidad, el “verano” es la época de las
vacaciones, el paréntesis de las tareas laborales, el tiempo del descanso y del
ocio, la ocasión para el cambio de costumbres, de actividades, de vestidos, de
comidas y de bebidas, el período en el que vivimos con mayor libertad,
relajamos los horarios, el lenguaje, las convenciones y los comportamientos.
Durante
el verano, los ciudadanos que gozan de tiempo libre están de vacaciones y los
que poseen medios económicos suficientes, ventilan las neuronas en la playa o
en el monte, viven aventuras y multiplican sus diversiones; disfrutan con los
amigos y con la familia; visitan a las personas que hace tiempo no veían, leen
libros sin prisas, toman refrescos en las terrazas sin necesidad de cubrirse
con las “rebequitas” o los abrigos, y acuden a fiestas sin pensar en exámenes
ni en trabajos. Otros, desgraciadamente, se ven obligados a trabajar para que
los demás disfruten y, algunos, a pesar de la bajada del paro, proclamada a
bombo y platillo por los medios de comunicación, permanecen en un desolador,
angustioso y punzante descanso obligado.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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