ANTES DE SEPARARSE
Hoy se habla cada vez menos de fidelidad. Basta escuchar ciertas conversaciones para constatar un clima muy diferente: «Hemos pasado las vacaciones cada uno por su cuenta», «mi esposo tiene un ligue, me costó aceptarlo, pero ¿qué podía hacer?», «es que sola con mi marido me aburro». Algunas parejas consideran que el amor es algo espontáneo. Si brota y permanece vivo, todo va bien. Si se enfría y desaparece, la convivencia resulta intolerable. Entonces lo mejor es separarse «de manera civilizada».
No todos reaccionan así. Hay
parejas que se dan cuenta de que ya no se aman, pero siguen juntos, sin que
puedan explicarse exactamente por qué. Solo se preguntan hasta cuándo podrá
durar esa situación. Hay también quienes han encontrado un amor fuera de su
matrimonio y se sienten tan atraídos por esa nueva relación que no quieren
renunciar a ella. No quieren perderse nada, ni su matrimonio ni ese amor
extramatrimonial.
Las situaciones son muchas y,
con frecuencia, muy dolorosas. Mujeres que lloran en secreto su abandono y
humillación. Esposos que se aburren en una relación insoportable. Niños tristes
que sufren el desamor de sus padres. Estas parejas no necesitan una
«receta» para salir de su situación. Sería demasiado fácil. Lo primero que les
podemos ofrecer es respeto, escucha discreta, aliento para vivir y, tal vez,
una palabra lúcida de orientación. Sin embargo, puede ser oportuno recordar
algunos pasos fundamentales que siempre es necesario dar:
Lo primero es no renunciar al
diálogo. Hay que esclarecer la relación. Desvelar con sinceridad lo que siente
y vive cada uno. Tratar de entender lo que se oculta tras ese malestar
creciente. Descubrir lo que no funciona. Poner nombre a tantos agravios mutuos
que se han ido acumulando sin ser nunca elucidados.
-Pero
el diálogo no basta. Ciertas crisis no se resuelven sin generosidad y espíritu
de nobleza. Si cada uno se encierra en una postura de egoísmo mezquino, el
conflicto se agrava, los ánimos se crispan y lo que un día fue amor se puede
convertir en odio secreto y mutua agresividad.
-Hay
que recordar también que el amor se vive en la vida ordinaria y repetida de lo
cotidiano. Cada día vivido juntos, cada alegría y cada sufrimiento compartidos,
cada problema vivido en pareja, dan consistencia real al amor. La frase de
Jesús: «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre», tiene sus exigencias
mucho antes de que llegue la ruptura, pues las parejas se van separando poco a
poco, en la vida de cada día.
Padre José Antonio Pagola
Licenciado en Teología por
la
Universidad Gregoriana de
Roma
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