Ilarie
Voronca
Pequeño manual de la perfecta felicidad
Madrid,
Hermida Editores
Aunque no podemos afirmar que los estilos
literarios coinciden necesariamente con el perfil psicológico de sus autores,
en esta ocasión, a través de la lectura de Pequeño manual de la perfecta
felicidad, escrito por Ilarie Voronca (1903 – 1946), podemos
identificar las formas y los contenidos de sus pensamientos, de sus
sensaciones, de sus sentimientos y, en resumen, de su vida. Ésta es, a mi
juicio, la clave que podemos utilizar para identificar las cuestiones que el
autor cuenta y vive, y los procedimientos que utiliza para despertar en
nosotros una intensa sorpresa y un creciente interés vital.
Este poeta, junto con Tristan Tzara, Benjamin
Fondane y Jacques Hérold, es uno de los precursores de la vanguardia rumana y
europea del siglo XX. En esta obra nos proporciona un ejemplo del “integralismo”,
una corriente que pretende borrar las oposiciones entre las creaciones cultas y
populares, y, sobre todo, diluir las divisiones que los teóricos han establecido
entre los ámbitos de las ciencias humanas.
Advierto que, a pesar del título, no es un tratado de psicología ni un
relato de ficción sino una creación en prosa poética en la que desborda los
límites que separan las nociones teóricas de la verdad, la belleza y el bien, y
borra las contradicciones entre la materia y el espíritu, el sueño y la realidad,
la claridad y la oscuridad, como fórmulas válidas para alcanzar el bienestar:
“Dejar que el sueño de las cosas te invada, ¿no es acaso descubrir el secreto
de la felicidad? ¿Qué es la felicidad sino la facultad de adoptar de algún modo
la individualidad, los recuerdos de la cosa que tienes ante tus ojos? (p. 63)
En esta obra Voronca defiende y realiza un arte
independiente y dinámico capaz de llevar al ser humano a la liberación y a la
reconciliación consigo mismo y con la humanidad, y nos propone una
literatura esperanzada, sin dogmatismos y sin prejuicios estéticos o morales, y
alimentada con la sustancia de la vida cotidiana. Nos
muestra cómo, al enfatizar las cualidades sensibles de la existencia humana, las
imágenes visuales adoptan unas formas dinámicas que nos producen sorpresa,
ilusiones ópticas y un intenso dramatismo que manifiesta una notable libertad
creativa mediante el choque de sentimientos y de pasiones.
Voronca prefiere el
ingenio al juicio, el deleite a la utilidad, la imaginación a la realidad y la
sensualidad a la razón. Los rasgos con los que caracteriza los objetos y las
acciones son siempre sensoriales, simbólicos, ilusorios y, a veces,
artificiosos. Usa las palabras para
dotar a las ideas de cuerpos, para proporcionarles volúmenes, formas y colores,
y para transformar las teorías en relatos, en historias reales o ficticias
mediante el empleo del lenguaje plástico y la utilización de la narración.
Materializa las nociones más inmateriales como, por ejemplo, el espacio y el
tiempo. “El
tiempo no es inmaterial sino en apariencia. Al contrario, el tiempo y asimismo
el espacio están hechos de una materia sólida en la que todo paso se
inscribe o deja huella”. Aunque esta transformación sólo
es posible cuando los objetos y sus movimientos están orientados y alentados
por el amor.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
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