Qué es el arte
Arthur
C. Danto
Barcelona,
Paidós
Para saber si un dibujo, una pintura,
una escultura, una melodía o un texto literario son artísticos es
imprescindible que seamos respondamos de manera clara y acertada a la pregunta
¿Qué es el arte? Esta cuestión es fundamental e interesante para los
profesores, para los críticos, para los coleccionistas y, en general, para todos
los amantes de las creaciones artísticas. Las respuestas que han dado los
historiadores, los filósofos y los artistas han sido muy diferentes a lo largo
de nuestra historia de la civilización y, en la actualidad, también se siguen proponiendo
definiciones simplistas y discutiendo propuestas antiguas, a veces, con
excesiva pasión.
En esta obra, el profesor, crítico y teórico
de la filosofía del arte del siglo XX Arthur G. Danto, para definir este
concepto, aplica el doble criterio de “lo posible” y “lo existente”, y explica
e ilustra cómo la belleza, “un valor del siglo XIII”, no constituye la
definición adecuada del arte.
Frente a quienes piensan que el arte
imita la realidad mediante distintos procedimientos, él explica y demuestra
cómo no todas las obras valoradas como artísticas cumplen la función de imitar:
“Con el advenimiento de la modernidad, el arte dejó de ser un espejo de
imágenes, o, mejor, dejó paso a la fotografía como pauta de fidelidad con la
imagen real”. (p. 18). La definición ha de ser, según él, un concepto cerrado que
incluya una serie de propiedades generales que, de algún modo, expliquen por
qué el arte es universal (p. 19).
En esta obra nos muestra cómo el concepto
de arte posee un sentido mucho más amplio, y nos demuestra con ejemplos
variados cómo la búsqueda de la verdad visual no forma parte de la definición
del arte: “no es la marca del arte como tal”. Recurriendo a obras de Giotto, de
Pablo Picasso, Matisse, Marcel, Warhol, Andy Duchamp, explica cómo el arte no
copia la realidad como lo hace una cámara de fotos, sino que interpreta lo que
sucede y, además, lanza un mensaje.
A mi juicio, sus detallados análisis
sobre “Restauración y significado”, en los que justifica su valoración positiva
y diferente a las críticas de otros relevantes especialistas como Twombly o
Roscio, aplica su definición “filosófica” al arte y a la restauración, y muestra
su convicción de que, para interpretar, valorar y disfrutar de los cuerpos o de
los episodios representados en las obras artísticas, necesitamos tener en
cuenta, en la medida de lo posible, la percepción científica de los biólogos y,
además, la visión de la psicología popular, esa que nos descubre los
significados que le atribuimos: “el cuerpo que siente sed y hambre, pasión,
deseo y amor. Ese cuerpo que en las obras antiguas describen los hombres en la
batalla, los hombres y las mujeres en el amor y en el dolor, el cuerpo que “nuestra
tradición artística ha tratado tan gloriosamente durante tantos siglos, y algo
menos gloriosamente en un cierto tipo de arte de perfomance en la actualidad” (p. 127).
Estoy convencido de que la lectura
desapasionada de esta obra ayudará a revisar nociones anquilosadas, prejuicios
tradicionales y recetas convencionales que, en la práctica y en la teoría, son
parciales, arbitrarias y, también, inútiles.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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