Los políticos tienen obligación de conocer las conclusiones científicas que impulsan el crecimiento personal y extienden el bienestar social.
Gerard
Bronner
Apocalipsis cognitivo
Barcelona,
Paidós, 2022
El oportuno, detallado y riguroso
análisis de la situación científica, económica, social y política actual que Gerard
Bronner nos proporciona en esta obra constituye, a mi juicio, una denuncia
valiente y una propuesta razonable para que, en la medida de lo posible, se
eviten las consecuencias devastadoras de las actuaciones irracionales, de las
cegueras ideológicas y de los intereses nacionales e individuales tan
generalizados en estos días. Su reflexión nace de un hecho cierto: la pandemia
mundial del COVID-19 nos ha demostrado que “la coordinación internacional y la
atención a los avances científicos son más necesarios que nunca”. Este estudio
parte del supuesto de que el cerebro es la herramienta más compleja del
universo conocido, y se asienta en la convicción de que su mayor disponibilidad
abre -podría abrir-muchas, todas -las posibilidades de un progreso realmente humano,
aunque en la práctica se pueda desvirtuar e incluso malversar de diversas
maneras.
Constata cómo, en la actualidad se ha
generalizado la sensación de que el tiempo corre demasiado, de que la historia
avanza de manera vertiginosa y de que los acontecimientos se suceden sin que
seamos capaces de asimilarlos. Estamos -insiste- en una situación inédita y revolucionaria.
Otro hecho innegable -explica- es que cada vez hay más “tiempo de cerebro
disponible” para aumentar el control de las grandes incertidumbres humanas, gracias
a la productividad del trabajo, a la mayor esperanza de vida, los permanentes progresos
de la medicina y de la higiene, y, sobre todo, debido a la externalización de
nuestros trabajos físicos mediante el empleo de las máquinas
En su opinión, también debemos
reconocer que el auge de los populismos y de la fragmentación del bien común en
favor de los intereses particulares disminuye la posibilidad real de
coordinarse con el fin de alcanzar una decisión ventajosa y conduce a una
irracionalidad colectiva. A pesar de ese aumento del tesoro de nuestro tiempo
de “cerebro disponible”, estamos aún lejos de imaginar todos los peligros con
los que nos amenaza, y, más aún, de oponerles resistencia. Por eso estoy de
acuerdo en que debemos estar atentos para preservar unas condiciones sociales y
económicas que permitan el desarrollo de las ciencias, de las humanidades y de
la tecnología, y, por supuesto, la promoción de la igualdad de oportunidades. No
se trata, ni mucho menos, de regresar a un despotismo ilustrado sino de advertir
la necesidad de cumplir con la obligación que contraen los políticos de las
diferentes ideologías y de las distintas administraciones para mantenerse
atentos y para informarse, asesorarse y orientarse con las conclusiones de las
actuales ciencias y tecnologías, incluso de las ideas que ofrecen las ciencias
humanas para impulsar el crecimiento personal y extender el bienestar social.
Pienso que, como mínimo, los políticos
y los científicos podrían aprovechar estos días de descanso para leer y para releer
este oportuno libro.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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