La inevitable colaboración de las ciencias naturales y las ciencias humanas
Aunque, como es sabido, las relaciones
entre el cuerpo y el espíritu fueron objeto de las discusiones filosóficas ya
desde los filósofos presocráticos, ha sido en la actualidad cuando el estudio
de la interdependencia del organismo y la mente está adquiriendo una dimensión
estrictamente científica. Es cierto que ya Diderot, en el siglo XVIII, afirmaba
que era muy difícil hacer una buena metafísica y una buena moral sin ser
anatomista, naturalista, fisiólogo y médico, pero es hoy cuando los análisis de
las Neurociencias están siendo objeto de múltiples y, a veces, de apasionadas
controversias entre los diversos especialistas de las Ciencias Humanas. Algunos
autores expresan sus temores de que los temas de sus respectivas disciplinas
-sobre todo de la Psicología y de la Psiquiatría- vayan perdiendo su autonomía
al pasar por “la máquina de las neuroimágenes”, otros juzgan, por el contrario,
que los asuntos relacionados con la Ética, con la Política, con la Estética e,
incluso con la Retórica y la Poética, pueden ser ventajosamente abordados desde
la perspectiva del funcionamiento del cerebro sin restar protagonismo a los
análisis de dichas Ciencias Humanas.
En mi opinión, en la actualidad es
imprescindible y legítimo fomentar la colaboración recíproca entre las ciencias
naturales y las humanas siempre que respetemos las respectivas competencias de
cada disciplina y a condición de que establezcamos una convergencia entre los
estudios de la mente, del lenguaje y del cerebro. Doy supuesto que los
progresivos trabajos de las Neurociencias, gracias a las nuevas herramientas de
investigación, pueden aportar nuevas luces a las conclusiones extraídas por los
análisis filosóficos, psicológicos, éticos, estéticos, poéticos y retóricos que
se han desarrollado a lo largo de toda nuestra milenaria tradición. Estoy
convencido, además, de que -la Ética -considerada tanto en su práctica como en
su teoría- constituye en la actualidad un tema de permanente y de honda
preocupación para los ciudadanos y el objeto de conversaciones entre padres,
educadores y sociólogos, y espero que despierte el interés de los comunicadores
y de los políticos de las diferentes ideologías con el fin de que, en la práctica,
orienten nuestras maneras de sentir, de emocionarnos, de pensar, de hablar y de
actuar.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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