Claves para interpretar algunos de los problemas políticos del siglo pasado y del siglo actual
Dorlis Blume, Monika Boll y Rafhael
Gross
Hannah
Arent y
el siglo XX
Barcelona, Paidós 2022
Tras la
detenida lectura de esta obra plural he llegado a la conclusión de que, tanto a
los que están familiarizados con las teorías de Hannah Arent, como a los que
sólo tienen referencias de sus análisis críticos e, incluso, a los que aún no
han oído hablar de su pensamiento político, esta colección de análisis les
aportará unas claves valiosas para interpretar y para valorar algunos de los
hechos más importantes del siglo XX e, incluso, del actual siglo XXI. Los
trabajos críticos seleccionados por las especialistas –Monika Boll, Dorlis
Blume y Rafhael Gross- sobre la vida y la obra de una de las pensadoras más
influyentes nos aportan argumentos valiosos para interpretar algunos de los
problemas políticos del siglo pasado.
Los análisis sobre “La era de la hegemonía total”, “El antisemitismo”,
“La situación de los refugiados”, “El legado de la posguerra”, “El feminismo”,
“El juicio de Eichmann”, “El sionismo”, “El sistema político y la segregación
racial en Estados Unidos” o “El movimiento estudiantil”, nos proporcionan unas
claves que, a mi juicio, siguen siendo válidas para valorar correctamente unos
conflictos políticos que, en la actualidad, siguen sin resolverse plenamente.
En estos ensayos elaborados desde diferentes
perspectivas políticas e históricas –que en realidad es el catálogo de una
exposición sobre la vida y el pensamiento de una de las filósofas políticas más
importantes del siglo XX-, Micha Brumlik, por ejemplo, muestra cómo Hannah
Arendt en Los orígenes del totalitarismo
no sólo presenta su particular aproximación a la política desde el campo de la
filosofía sino que también expone críticamente la situación de los judíos en la
época moderna, y nos descubre las raíces del antisemitismo en el marco del
declive de los Estados-nación a mediados del siglo XIX, y en la “Ambivalencia
del Nacionalismo judío”, nos explican, por ejemplo, su convencimiento de que
algunas familias judías fueron las que, gracias a sus conexiones
internacionales, primero financiaron a los fundadores del Estado territorial y,
después, sufragaron la expansión colonial, hasta que en la época del
imperialismo dejaron de tener importancia.
Reveladoras son, a mi juicio, la
influencia de las reuniones celebradas en el domicilio Rahel Levin y,
posteriormente, el papel que sus cartas ejercieron en Arendt determinando que
se sintiera como “una paria consciente” y, al mismo tiempo, una mujer fuerte. Shana
Shütz explica cómo Hannah Arendt -junto a otros judíos cultivados en
Inglaterra, Palestina y Estados Unidos- perseguía el objetivo común de salvar
los restos materiales de la cultura judía para que quedaran en mano de su comunidad,
y Felix Axter nos ofrece detalles del amplio abanico de ideas que Arendt aborda
en la segunda parte de Los orígenes del
totalitarismo, titulada “imperialismo” en la que destaca la importancia del
racismo colonial y su afán de exterminio. Ahí explica las “paradojas de los
derechos humano”, y “la teoría política del refugiado” según la cual “en estas
poblaciones sometidas a la presión de la convivencia de las tribus negras, la
idea judeocristiana de humanidad y del origen común del género humano, perdió
por primera vez su ascendiente y se impuso el deseo de exterminar a razas
enteras”. En mi opinión, esta obra, además de estas claves para interpretar y
para valorar las teorías de Hannah Arendt, nos proporciona unos principios y unos
criterios que nos sirven para identificar la importancia decisiva de las
experiencias en la formación de las palabras, esas herramientas que formulan el
pensamiento y, en consecuencia, orientan la vida.
José Antonio Hernández
Guerrero
Catedrático de Teoría
de la Literatura
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