sábado, 27 de abril de 2024

ELLOS FUERON... MIS PADRES

 

Ellos fueron…Mis padres.

 

Mi madre:

Dolores tenía por nombre y por sus hijos luchó.

Era una mujer pequeña que al mundo me trajo a mí

y el amor que desprendía lo tuvo que repartir

entre ocho que nacieran, que a ella la hicieron feliz.

 

¡Qué fuerza tenía Dolores!

Sería que sus amores, como flores de un jardín,

seis claveles y dos rosas, ese nombre mantuviera

a la pequeña Dolores luchando para vivir.

 

¡Qué fuerza tenía Dolores!

Para sacar adelante ese jardín lleno de flores

que de su cuerpo pariera, y alimentaran sus pechos

cuál se alimentan las rosas de los cuidados jardines,

que van creciendo en sus tallos erguidas y relucientes

con manos de serafines.

 

¡Que fuerza tenía Dolores!

Rayos de sol encendidos dando calor a sus hijos

desde el oriente a poniente,

y cuando se apagaba el sol, una luna le alumbraba

manteniendo la energía con la frente  despejada.

 

Con ese cuerpo tan pequeño y su enorme corazón

a diario ella luchaba por sus hijos con mucho amor,

con lumbre que se encendían en sus manos y en sus pies

desde las claras del día, llegando al anochecer.

 

Como una flor que en su tallo el tiempo la va marchitando,

ella se vino apagando viendo crecer a sus nietos

que sus hijos le fuimos dando, hasta que nos dijo ¡Adiós!

 

Mi padre:

¿Cómo describirlo aquí?

Trabajador incansable como nadie hasta el morir.

Desde las luces del alba hasta la caída del sol,

él estaba trabajando para poder subsistir

cuidando bien de sus redes como flores de un jardín,

para no perder los peces en esos mares sin fin.

 

Así pasaba los días trabajando a la intemperie,

en invierno o en el estío, haciendo calor o frío

mi padre cosía las redes, cuál si fuera el vestido

de las más bellas mujeres.

 

Los rojos rayos de sol cuando se unían a la luna

le decían a mi padre que dejara su costura,

para que fuera a descansar  donde estaba su fortuna.

 

Y la pequeña Dolores lo esperaba con sus flores

para calmar su dolores de ese día agotador,

entregándole su amor en ese jardín de colores.

 

Y con la aguja en sus manos un día nos dijo adiós

dejándonos desconsolados con pena y con dolor,

a la pequeña Dolores y su roto corazón

abrazada con sus flores, dándole su último adiós. 

 

Juntos ya están descansando durmiendo un sueño sin fin

esperando que algún día, las flores que ellos sembraran

también se multiplicaran para hacerlos muy feliz.

 

José Ares Mateos (Menesteo)

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