Las resonancias emocionales de unos gestos expresivos
Isabel Canales
Eros
Danza
Jerez de la Frontera. Torrejoyanca. PIC,
2025
Este
relato que -como revela el título- es erótico, prolonga la corta senda trazada
por escritoras de diferentes lenguas, todas contemporáneas nuestras, en la
exploración literaria de la sexualidad. Aunque con sellos propios determinados
por sus peculiares estilos, estas obras de creación y de recreación femeninas guardan
entre sí algunas analogías que marcan distancias con los textos elaborados por
hombres.
Lo
primero que nos llama la atención de este relato de ficción es la habilidad con
las que Isabel Canales identifica las resonancias emocionales de unos comportamientos
interpretados y vividos como gestos profundamente expresivos. A pesar de las
apariencias y de las “lecturas” superficiales de muchos comentarios sobre este
género literario, ella nos muestra cómo los diferentes sentidos –la vista, el
olfato, el gusto, el oído y el tacto- confluyen para generar unos ecos de
aprobación en cualquier parte de la piel o en cualquier rincón del organismo. Justamente
estas vibraciones son las que explican la valoración psicológica -¿espiritual?-
de unos comportamientos que, lo menos que podemos decir, es que no siempre son
frívolos, superficiales o insignificantes, sino compatibles con la seriedad,
por ejemplo, de aquella señora que, tras haber estado “disfrutando” durante su
viaje en metro, en cuestión de minutos, “se transforma en una profesional competente,
en esa mujer seria y distante que todos conocen, y que siempre está dispuesta
para la tarea y lista para opinar”.
En
los sucesivos relatos advertimos una gama escalonada de diferentes y, a veces
opuestas interpretaciones de las actitudes y de las conductas femeninas
determinadas por sus respectivos perfiles psicológicos –no olvidemos que la
autora es doctora en Psicología- que ella explora en los deseos de conexión
emocional y, sobre todo, en sus análisis de los diferentes niveles de la
intimidad y en los espacios interiores vulnerables que desarrollan unos
vínculos incontrolables.
Aunque
ella los describe a veces con detalle, muestra cómo el placer femenino no se
reduce a las resonancias físicas o genitales, sino que, también y, sobre todo,
descubre la riqueza sensorial, simbólica y emocional, por eso, desafiando los
estereotipos, explora los deseos no normativos examinados mediante una mirada “empoderadora”.
Parte del supuesto de que el erotismo no sólo consiste, como muchos proclaman,
en la fascinación ante el cuerpo ni, exclusivamente, en la actividad de los
sentidos, sino que es un juego aparentemente improductivo en el que también intervienen
la imaginación y las emociones.
José Antonio Hernández Guerrero
Catedrático de Teoría de la Literatura
0 comentarios:
Publicar un comentario