miércoles, 14 de marzo de 2007

Presentación del libro "Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia en Alcalá de los Gazules"

Iltmo. Sr. Alcalde; Iltmo. Sr. Viceconsejero de Medio Ambiente; Sr. Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos; Sr. Director del Centro; Don Fernando Toscano de Puelles, Miembros de la Comunidad Escolar; Claustro de Profesores, Asociación de Padres, Alumnos y personal de Administración y Servicios; Queridos compañeros; Señoras y Señores amigos todos.
Nos hemos reunido hoy aquí con el único objetivo de dar conocimiento a TODO EL MUNDO de este hermoso regalo que hemos recibido de la pluma de nuestro querido y siempre bien admirado amigo Don Fernando Toscano de Puelles. Este regalo lo hemos recibido no sólo la Asociación de Antiguos Alumnos a los que hace depositarios, al hacernos donación generosa mediante escritura pública de todos los derechos sobre el libro, sino también todos los alcalaínos. En este momento sería obligado dar la referencia biográfica del autor del libro y hacer la presentación al uso para destacar sus virtudes y cualidades, que en el caso de Fernando son interminables. Pero sería pretencioso por mi parte hacer una presentación de Fernando de esta manera formal. Fernando, tu no necesitas ninguna presentación. Ni aquí, en tu pueblo, ni en muchos lugares de esta tierra pues bien conocida es tu obra como investigador incansable y fructífero que bien parece que cada día amanece para ti el reto de seguir profundizando en ese pozo inagotable de información que encuentras en el pasado para dar respuestas a cuestiones futuras.
No voy a abundar más en tus cualidades como científico e investigador pues sé que tu sincera modestia de hombre de bien se vería perturbada. Pienso que la ocasión de hacerlo está implícita en el relato que haremos de tu libro y por ello sobrarán otras palabras.
Antes de adentrarnos en el fondo de tu escrito, en nombre de todos los miembros que componemos hoy y de todos aquellos que algún día formarán parte de la Asociación de Antiguos Alumnos de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia de Alcalá de los Gazules, queremos manifestar nuestro agradecimiento a todos y cada una de las personas que contribuyeron a la creación del Patronato y a las que día a día se esfuerzan por mantener, engrandecer y perfeccionar su funcionamiento. Quedan por siempre en el recuerdo los nombres de Doña María Gutiérrez de la Jara, Doña Rosa Moreno Díaz, Reverendo Padre Don Rafael Villoslada Peula, Reverendo Padre Don Manuel Barberá Saborido, y el de Don Pedro Mariscal Recio como almas y motor de esta obra.
Muchos de los que aquí hoy estamos fuimos los primeros beneficiados y como hombres de bien nos manifestamos agradecidos por las enseñanzas recibidas. Pienso que el pueblo de Alcalá tendrá eterna deuda de gratitud para con esta Institución. “Por sus obras los conoceréis”, dice el Evangelio. Es evidente que patente están estas obras en el pueblo de Alcalá.
Recordando a Tolkien en su novela “El señor de los anillos” al relatar el discurso de Bilbo decía que los discursos que a todos gustaban eran aquellos que eran obvios y cortos. En nuestro caso de lo primero puedo responder avalado por el rigor y autenticidad de este libro que presentamos, de lo segundo ya no estoy tan seguro por la densidad y amplitud del mismo y tengo por tanto que apelar a vuestra generosa benevolencia si en el tiempo me excedo.
Sirva de comienzo para la presentación de tu libro, Fernando, la frase con la que lo terminas.

“Hay muchas auroras que no han nacido todavía”

Esta hermosa frase es un grito de esperanza y un reto que nos lanzas para convertirse en el punto de partida para el desarrollo del pensamiento libre y generoso que debe guiar la actuación de todo hombre de bien y así lo aceptamos.
Hoy es un día grande, yo diría el día grande de la Asociación, pues hemos recibido el mejor regalo que nadie pueda recibir: la eterna memoria de nuestro pasado y los signos inequívocos de nuestra identidad plasmados en unas maravillosas hojas impresas.
Con tu libro nos incitas a la reflexión para que nos sintamos orgulloso de nuestro pasado y para saber encaminar nuestras actuaciones futuras. Es una llamada no solo a nosotros, los Antiguos Alumnos para que cumplamos con los compromisos que los fines de nuestros estatutos nos obligan, sino también al Consejo Municipal para que constantemente se siga esforzando en buscar y aplicar soluciones que hagan erradicar de nuestro pueblo la marginación, la droga y el paro, dando así respuesta a las responsabilidades contraídas y a las Autoridades Provinciales y Autonómicas cuyo pensamiento y actuaciones deben centrarse en corregir los desequilibrios existentes en esta región y todo ello avalado por el ejemplo de generosidad y entrega que nos dejaron las personas que configuran el núcleo fundamental de este libro. La historia nos enseña que no se puede perder el tren de la modernidad y en muchas ocasiones este pueblo lo ha perdido. Perdimos nuestra primera industria del carbón y la leña y prácticamente la agricultura. Quedamos como dice Marcos Ramos, en su libro sobre Alcalá, en una situación preindustrial de la que aun no hemos salido. Quizá no sea el momento de plantearnos instalar fábricas que transformen nuestros productos del campo, pero quizá si sea el momento de mirar hacia nuestra sierra, hacia nuestros campos, hacia nuestro aire limpio y hace el levante generoso que nos trae el olor de la jara, el lentisco y el brezo para ofrecer al hombre de la ciudad, al urbanita, lo que no puede encontrar entre la polución de las fábricas y de los automóviles.
Por eso tu libro hay que entenderlo en clave de vislumbrar soluciones a los problemas actuales de nuestro pueblo para estar como dices en sintonía con la frase del gran maestro Demóstenes de que “el individuo como individuo y el pueblo como pueblo deben amoldar siempre su conducta a los hechos mejores de su pasado.”
Tu libro es un nuevo aldabonazo que das, como otros ya lo han hecho, para que la conciencia de quienes en su mano tienen la responsabilidad de fomentar las condiciones que favorezcan el desarrollo de nuestro pueblo no desfallezcan y perseveren hasta conseguirlo. Sirva tu libro, Fernando, para aunar voluntades que hagan tener a nuestro pueblo un futuro mejor y lo hagan crecer manteniendo un equilibrio armónico con la Naturaleza aprovechando todos sus recursos pero sin violar lo que los expertos llaman el desarrollo sostenible de la zona.
Este es el pensamiento de uno más de los alcalaínos de la diáspora, como llamaba el bueno de Bartolo Visglerio a todos aquellos que tuvimos que abandonar esta bendita tierra, que sigue resistiéndose, por lo menos en pensamiento, a aceptar lo que las previsiones más pesimistas dicen que nuestro pueblo ya no tiene futuro.
Hechas estas primeras reflexiones, voy a exponerles, bajo mi punto de vista, el poder evocador que tiene la lectura del libro.
Cuando me pidieron que presentara el libro de verdad puedo deciros que no sabía como enfocar el asunto. Tras leerlo recordé como se despertaba nuestra fantasía de niños cuando hacíamos aquellas furtivas incursiones por la parte aún no restaurada del Convento buscando quizás algún vestigio del pasado. Así que con tu permiso, Fernando, y para disfrutar de la mejor forma de tu libro, desde esta atalaya maravillosa que el Convento nos proporciona, daremos rienda suelta a la fantasía e iniciaremos una mágica excursión de colegiales. Violaremos todas las reglas del tiempo y del espacio con el único objetivo de redescubrir nuestro pueblo a través del relato que nos has entregado. No nos impondremos horario fijo de llegada a ningún punto, ni estableceremos paradas de obligado cumplimiento, pues seguro que tarde llegaríamos y en perfecto desorden, haciendo bueno aquella que decía el Padre Barberá cuando hablaba de la futura llegada del pueblo de Alcalá al Juicio Final. Somos así porque en este pueblo toma el tiempo su más acentuada dimensión relativista, determinando, de esta forma, ciertos rasgos de nuestra personalidad.
Preparaos, pues nos disponemos a iniciar nuestra fantástica excursión. Provistos del manual de referencia, como hoy se dice en el lenguaje informático, tu libro Fernando, y unos ojos de niño como diría pícaramente nuestro querido Pepe Marín.
Preparados y atentos porque en un instante vamos a iniciar el viaje.
Así, trasladados a este mundo de fantasía vamos saliendo uno a uno por la casapuerta del Convento. Al salir todos miramos hacia la izquierda, hacia el interior de la pequeña puerta que conduce al locutorio, como queriendo distinguir las reposadas figuras Clarisas que se dibujan entre los visillos.
Pusimos rumbo Noreste, enfilando la puerta gótica de nuestra Parroquia. De pronto advierte Don Francisco Requena, con voz autoritaria, que nos apartemos a un lado que un carruaje tirado por mulas, con un cargamento de azúcar y almendras, iba a acceder por la Portería al patio del magnolio. Detrás vienen mujeres con grandes orzas en el cuadril que se dirigen calle abajo hacia la fuente del agua. De las pequeñas casitas adosadas a la muralla salen los vecinos para observar atentos el perfecto orden y el silencio de la comitiva. Es domingo, y se oyen sonar las campanas que anuncia la reunión del Consejo al terminar la misa. Hacia la Casa Consistorial se dirige una comitiva encabezada por el Corregidor el Licenciado Don Pedro Berdugo. Le siguen los alcaldes ordinarios Don Juan Jiménez Marrufo y Don Bartolomé Martínez y Trujillo. Estos son los nombres que me ha parecido escuchar que decía Don Manuel Mansilla, comentándolo con Don Juan Coca.
Entramos en la plaza y apenas podemos avanzar pues en ella hay una gran agitación. Los mozos se retan y miden de forma deportiva sus fuerzas. Todos ríen y muchos juegan al herrón. El tamborino suena sin cesar y a su compás bailan las mozas. De pronto un toro de cuerda larga irrumpe en la plaza. Don Manuel Velasco, vigilante y protector, dice que todos quietos pues esto parece obra de Don Pedro Mariscal. Todos corren y gritan y pronto queda la plaza de nuevo en silencio. Por la Puerta Nueva se marchan muchos hacia el campo para ver el ganado o terminar el día de caza. Seguimos avanzando y vemos a Don Perafán III de Ribera que ha venido de Nápoles a tomar posesión del Ducado de Alcalá. En su mano lleva un pequeño cuadro con el busto de San Sebastián y se dirige a la iglesia. Queremos seguirle pero no tenemos tiempo de entrar en la iglesia pues al adentrarnos en la plaza la iglesia ha desaparecido y en su lugar hay una pequeña mezquita. Hemos dado un salto en el tiempo y nos encontramos dentro de la alcazaba. De pronto todos estamos en la parte alta de la torre de la alcazaba y podemos observar que más allá de los contornos amurallados no hay ninguna edificación. Los acontecimientos se suceden unos tras otro y a gran velocidad. Es como si el tiempo fuese hacia delante y hacia atrás como en una mágica película. Por poniente vemos que avanza el infante don Enrique y que caballeros de la Orden de Calatrava toman posesión del Castillo. La vida entre los habitantes y la guarnición que ocupa ahora el castillo, transcurre apaciblemente. Más tarde oímos grandes gritos dentro del castillo. No sabemos lo que está pasando abajo. Dicen que han pasado a cuchillo a toda la guarnición. Llegan ahora caballeros de la Orden de Santa María de España y toman posesión de nuevo del castillo. Don Juan Coca dice que ha visto al Rey Sabio que le está haciendo entrega de la plaza al maestre de la Orden. Más tarde dejan la plaza y ha llegado un nuevo inquilino don Alfonso Pérez de Guzmán que por cierto permanece aquí muy poco tiempo. Tras un largo periodo de luchas en la frontera entramos en un tiempo de sosiego. De fuera vienen mucha gente para quedarse a vivir aquí. La ciudad está creciendo y como un manto blanco se va extendiendo monte abajo. Hemos presenciado la destrucción de la alcazaba y hemos visto como en el lugar de la mezquita se ha construido un templo que está bajo el patrocinio de San Jorge, también se construyen las iglesias de Santo Domingo y la Victoria. Comentan que los señores de esta villa son los Enríquez Ribera, nobles gallegos y Primer Adelantado de Andalucía. Vemos como nuestro convento del que habíamos salido también se ha construido pero no hay monjas dentro, es ahora el palacio del Duque. Más tarde veremos entrar a las monjas. Es curioso, ahora estamos de nuevo avanzando en el tiempo y otra vez está en la plaza Don Perafán III con el cuadrito de Sebastián. Algunos comentan que el Duque ha enviado al pueblo a su hijo Don Juan y que la familia García de Trujillo cuidan de él. Aquí estará hasta los doce años. Mozo recatado debió ser pues no se le veía por las calles. Tanto es así que llegó a ser Santo. Parece que estaba escrito que este lugar donde el Santo vivió y recibió sus primeras enseñanzas estaría destinado a ese mismo fin para generaciones venideras. La vida en la villa es apacible y próspera. Tenemos hasta fábricas de jabón, pues ni el álcali ni el aceite nos falta. Tan rápido están sucediendo los acontecimientos que lo mismo que vemos al Duque en la Plaza vemos salir apresuradamente del Hospital de la Misericordia a Don Diego de Viera preparando todo lo necesario para poner en marcha el nuevo hospital de mujeres y dejar sentadas las bases de nuestro querido Beaterio.
Casi extenuados por la sucesión de los acontecimientos quedamos mirando hacia la sierra del Aljibe que desde nuestra posición se muestra más hermosa. No son tiempos buenos. Hemos crecido mucho y las epidemias nos azotan. La fiebre amarilla, la sequía y el hambre no tarden de aparecer. Dicen que las tropas napoleónicas nos están invadiendo. Debió ser cierto porque una gran explosión se ha producido bajo nuestros pies y por los aires hemos sido lanzados. ¡Han volado el castillo!. Nuevos tiempos revolucionarios corren. Leyes nuevas organizaban y distribuyen las riquezas. Hay cierre de conventos, reparto de propiedades, un orden nuevo empieza. Libertad, libertad es el grito que se escucha por todas partes. Más guerras más hambre, en nuestra Alameda ya no se descansa se miran unos a otros porque solo hay dinero para mirarse. Tras la guerra fratricida un periodo de lenta prosperidad y gran silencio empieza de nuevo. Gran afán por aprender se tiene en el pueblo. Se crean escuelas por todas partes pero nuestra población sigue teniendo un alto índice de analfabetismo. Solo muy pocos pudieron salir del pueblo y estudiar carreras. Con esto hemos querido sintetizar lo que en los primeros capítulos de tu libro nos narras, maravillosamente documentado, lo que fueron la vida y costumbres del pueblo y el entorno principal donde nuestro Convento se sitúa que ha servido de hilo conductor para la confección del libro y al mismo tiempo documento revelador de nuestras fantasías infantiles.
Habíamos dejado nuestro relato por los aires y de nuevo nos encontramos todos sentados frente a la puerta del Convento del que habíamos salido. Las puertas están cerradas. A los profesores ya no los vemos. Las monjas tampoco están dentro del Convento, se han debido marchar de noche y en silencio pues nadie habla del asunto. Solo hay dolor y resignación por la pérdida de unas monjas que habían sido para este pueblo: protección espiritual, referencia de un pasado y hasta reloj que marcaba el acontecer cotidiano. Como signo de la resignación que caracteriza a este pueblo muchos dicen como siempre que para mejor será. Seguimos sentado frente a la puerta sin movernos porque queremos entrar. Sólo un grupo pequeño de hombres, tres o cuatro, nos han mirado y nos han preguntado que hacemos aquí. No hemos dicho nada, solo los hemos mirado y ellos han sabido interpretar el mensaje. Se han puesto frenéticamente a trabajar para que el Convento se pudiese abrir. De tal forma han trabajado que estamos en Enero del 55. Las puertas del Convento se han abierto de par en par pero esta vez con aire de Colegio. Hay un gran alboroto y griterío. La alegría es desbordante en el patio. Nuestros Profesores están dentro esperándonos. Don Francisco Requena, Don Manuel Velasco, Don Manuel un poco triste y preocupado. No sabemos lo que le pasa. Debió ser algo importante pues en su semblante se le nota pero al mirarnos enseguida empieza a reír, y los más jóvenes y de nuestro pueblo: Don Manuel Mansillas y Don Juan Coca. Nos sentimos orgullosos porque tenemos el mejor colegio. Nuestras clases huelen a nueva y las enciclopedias están relucientes. Podemos jugar a un nuevo deporte de veinte o más contra veinte o más para introducir un balón por un aro colgado en la pared. Carreras a gran velocidad entre los arcos del patio y horas de estudio a marcha forzada incluyendo el librito de latín para ayudar a la Santa Misa. Aquí aprendimos muchas cosas. Yo sólo estuve año y medio, pero puedo deciros que nunca olvidé este Colegio. Nos enseñasteis y preparasteis para luchar en un mundo competitivo que se avecinaba. No puedo olvidar lo duro que resultaba mantener un puesto en la clase. No importaba fallar, lo importante era tener el coraje para recuperar lo perdido que solo se podía conseguir con el esfuerzo y el trabajo. Nos enseñasteis a querer a la Virgen aunque el primer misterio lo tuviésemos que rezar de rodillas. Nos hicisteis los mejores cantores del pueblo y hasta pudimos disfrutar de la playa en un verano inolvidable no exento de sobresaltos para muchos al ver de cerca el mar por primera vez. El Colegio se fundió en el pueblo y el pueblo lo engrandeció porque empezó a amarlo. Así fue y así seguirá siendo por siempre. Nos impregnasteis con el espíritu ignaciano comprendiendo la importancia de la formación integral del hombre. Nos marchamos muy niños y al hacernos mayores volvimos apresuradamente a la llamada que nos hizo Don Jaime Cordero para quedar eternamente jóvenes aquí. Yo quizá sea de los más beneficiados en este sentido, pues cada vez que entro en este recinto me vuelven a llamar Miguelín. Gracias Camachito. A ti Andrés, la Asociación siempre te tendrá en la mayor estima por tu aliento y el constante impulso que le das con su trabajo y dedicación y claro está que en esto tiene mucho más mérito que tú la magnífica mujer que tienes por esposa. Gracias Inés. A Jaime Cordero decirle que siempre estará entre los miembros de la Asociación como reconocimiento del cariño y apoyo que siempre nos prestas. Queremos felicitar en este día a todos los Profesores que por aquí han pasado y entregado lo mejor de su juventud. Nuestra felicitación también a todos los padres que depositáis vuestra confianza para que vuestros hijos en los momentos más difíciles y delicados de sus vidas, además de ser informados sean formados íntegramente en este Centro. Dentro del capítulo de agradecimientos tenemos que destacar el trabajo realizado tanto por Doña Begoña Pérez Lahera como por su esposo, nuestro Secretario, Don Jaime Guerra Martínez, mecanografiando el manuscrito del libro. Nuestro agradecimiento a todas las personas e instituciones que han hecho un aporte económico para sufragar parte de la financiación del libro y de este acto. Pero permitidme y perdonadme todos los que habéis hecho una aportación económica que haga una especial mención de nuestros buenos amigos Don Manuel Ponce Gago y Don Juan Moreno Soto. A vosotros mis paisanos no podía dejar de nombraros expresamente.
Para terminar agradecerte Fernando tu entrega y el trabajo que has realizado para nosotros y para todos los alcalaínos. En estos tiempo donde lo que prevalece es el pragmatismo a ultranza resulta gratificante encontrar seres generosos como tu. Creo que no has dejado en el tintero ni el más mínimo tema que pudiese pensar e interesar al más exigente, pues nada escapó a tu atenta y aguda mirada de investigador. En la última parte del libro has sabido dejar constancia de los logros a través del tiempo de este Colegio que es y seguirá siendo Escuela y Hogar para convertir a todos sus alumnos a través de la formación de seres más justos y libres. También has conseguido inmortalizarnos a todos, uno a uno, sin olvidarte de nadie y al mismo tiempo nos has llenado de alegría porque como dice José Luis Blanco en el prólogo nos hemos podido mirar nuestro pequeño “ombligo”. Por último como colofón y con el corazón generoso que te caracteriza has rendido homenaje de gratitud a todas las personas que contribuyeron a la fundación del Patronato. De verdad que me ha impresionado tu libro por el rigor del análisis y por la documentación que aportas. La metodología que sigues puedes estar seguro que personalmente la seguiré cuando tenga la necesidad de presentar algún trabajo. Gracias Fernando en nombre de todos los investigadores y estudiosos de las cosas de este pueblo pues con tu trabajo dejas abierta grandes líneas de investigación que por seguro doy terminarán en tesis doctorales.
Y llegado el momento de la despedida formularemos dos deseos: uno de que pueda hacerse realidad lo que muchas voces en justicia reclama para que todos los que como tu Fernando, y tú al frente de ellos tengáis el apoyo necesario para que podáis seguir investigando sobre las cosas de Alcalá. Y nuestro segundo deseo es que este pueblo encrucijada de caminos y paso obligado para muchos en el pasado se convierta en estación término para sus moradores y sus raíces perduren para siempre. Por eso terminaremos este relato como terminas tu libro para volver a empezar.



“Hay muchas auroras que no han nacido todavía”



Gracias Fernando.



Miguel Pastor Sánchez

26 de Agosto de 1.995

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El tiempo que hará...