miércoles, 14 de marzo de 2007

Convento de Santo Domingo


De siempre hemos conocido “El Compás” o Santo Domingo como una antigua Iglesia cerrada, pero poco sabíamos de su historia, de su devenir.
Los mayores recuerdan su pasado reciente, con múltiples cometidos, pero pocos nos hemos parado a pensar que ese edificio majestuoso (y eso que sólo queda una parte) formaba parte de un gran conjunto arquitectónico que abarcaba lo que hoy es la margen derecha de la calle Santo Domingo, parte del Paseo La Playa (toda la zona de la Plaza de Toros), la calle Sánchez Flores, Patio Campanas (que toma su nombre precisamente de eso, de que era el patio de Campanas del Convento), calle Real (en su margen izquierda, desde el patio campanas hasta la farmacia de Galán) y la calle Marqués de Tarifa. En definitiva una porción de terreno bastante considerable que está, indefectiblemente unida a la historia del convento de Santo Domingo del que formó parte antaño. Y sin embargo, sabemos poco del citado convento.
Hace ya bastante tiempo que el Ayuntamiento trata de restaurar este edificio para destinarlo a Sala Cultural Multiusos y es por ello que se han realizado investigaciones históricas y arqueológicas que nos han arrojado nuevos datos, nuevas visiones del tema, que creemos, hacen oportunas las líneas que siguen.

LA HISTORIA:

Son varias las publicaciones que afirman que fue erigida el 26 de Julio de 1498 y aunque bien es cierto que existe bula de fundación de esa fecha, obtenida por el Adelantado Mayor de Andalucía, Don Francisco Enríquez de Ribera, no es hasta 1506 cuando los dominicos aceptan fundar en Alcalá.
Llegados a este punto, creemos oportuno detenernos a hablar de la personalidad del fundador del Convento, del IV Adelantado y Notario Mayor de Andalucía, Marqués de Tarifa, Señor de Alcalá, Cañete, Bornos, Espera y otros pueblos Francisco Enríquez de Ribera, quién fruto del matrimonio entre Pedro Enríquez Quiñónez y Beatriz de Ribera, había nacido en 1461.
Francisco, es un personaje interesante por cuanto que, fiel a la mentalidad imperante en la nobleza de la época, concentra en su persona, aparte de una gran fortuna, los rasgos de militar valeroso, hombre de gran religiosidad y entusiasta fundador. Tareas a las que dedicaba el gran tiempo libre que tenía, pues no podemos olvidar que si bien desde la muerte de su madre, en 1469, debería haber heredado el Adelantamiento y los títulos de la Casa de Ribera, estos no recaerán en su persona hasta después de la muerte de su padre, que acontece en 1492.
Como militar hemos de reseñar que destacó en la sofocación de las revueltas de los moriscos en la Axarquía malagueña, en 1482, y diez años más tarde en las conquistas tanto de Alhama como de Granada, de forma que podemos afirmar que fue uno de los actores principales en los acontecimientos finales de la llamada “Reconquista”.
En lo tocante a su religiosidad y dado su carácter dadivoso podríamos poner infinidad de ejemplos de sus acciones caritativas, aunque quizás las más reseñables fuesen la ingente cantidad de pagos que hizo por rescates de cautivos de moros, que solía efectuar por grupos completos de 50 o 60 esclavos.
Pero, además de por su dedicación militar, caritativa y religiosa, la vida de D. Francisco estuvo marcada por la enfermedad de la lepra que padeció por espacio de más de 30 años, y que le tenía totalmente desfigurado de los pies a la cabeza. De modo que puede afirmarse que tuvo una vida de sufrimiento, dolor, pena, angustia y frustración, lo que propició que estuviera siempre a la búsqueda de remedios imposibles en médicos, ungüentos, curanderos, fármacos y, como no, en un hombre tan devoto como él, realizando numerosas encomiendas a imágenes, reliquias, templos, etc.... en definitiva, pidiendo a Dios su curación.
Y traemos esto a colación porque en 1500 y ante la inutilidad de sus plegarias, encontrándose gravemente enfermo, decide que le lleven a la capilla de Nuestra Señora de la Inhiesta, en la Iglesia de San Julián de Sevilla, donde decide permanecer por espacio de 30 días en riguroso ayuno de pan y agua y durmiendo en una cama habilitada en un nicho abierto en la pared de la capilla. Un hecho este que, según sus biógrafos y distintos autores, cambiará sustancialmente su vida, pues al cabo de los treinta días, milagrosamente, se había curado de la lepra, y ello acentuará aún más su carácter religioso y por tanto, su caridad hacia los demás, realizando grandes limosnas que sería prolijo traer ahora aquí y fundando numerosas iglesias y conventos, entre las que se encuentran las de la Inhiesta de Paterna, de cuya villa también es fundador, la de San Mateo de Tarifa, el Monasterio del Rosario de Bornos, su obra más preciada, y nuestro Convento de Santo Domingo.
Como puede verse la mayoría de sus fundaciones se concentran en la zona sur de sus estados, en los pueblos de su señorío que estaban en la actual provincia de Cádiz y es que no podemos olvidar que don Francisco residía habitualmente en Bornos y visitaba con cierta frecuencia Alcalá, donde tendría casa-palacio en lo que actualmente es el Colegio SAFA y así hemos de reseñar que efectuó testamento en Alcalá en Octubre de 1507, (poco después de la muerte de su mujer que había acontecido en Torre Alháquime en Agosto de dicho año), así como que la muerte, cuando contaba 48 años de edad, también le sorprendió aquí en Alcalá el 8 de Febrero de 1507, día en que dicta un codicilo en que ratifica su testamento y da otras 18 disposiciones, entre ellas una donación de 8000 ducados para las obras del convento de Santo Domingo.
Al frente del Adelantamiento y del Señorío vendría en sucederle su hermano de padre y primo por parte de madre, don Fadrique Enríquez de Ribera, señor entre 1509 y 1539, bajo cuyo señorío se efectuaría realmente el pago de los 8000 ducados a los dominicos, ya que hasta 1509 estos no nombraron comisionados para recibir la limosna para la construcción.
Sin embargo, poco adelantarían los trabajos de los priores de Jerez y Sevilla, que habían sido los comisionados para la obra, pues en 1511 se revoca su comisión y se encarga la tarea a Fray Alberto Aguayo, siendo esta última fecha y más concretamente el 22 de Septiembre de 1511 cuando se firma el convenio –del que se conserva copia notarial en el Archivo Ducal de Medinaceli en Sevilla. Este documento, que hemos tenido ocasión de transcribir no aporta noticias sobre el edificio, sino que se limita a enumerar los compromisos que adquirían las partes- entre el Adelantado de Andalucía y la comunidad de Santo Domingo para la fundación del “Convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo” en la entonces villa de Alcalá.
Datos fiables nos indican que fue Fray Alberto Aguayo el autor del proyecto y el director de las obras de construcción del gran convento dominico, tarea que simultaneaba con la traducción, por primera vez al castellano –en 1516-, de la filosofía de Boecio. Podemos afirmar así que desde sus orígenes, el monasterio alcalaíno se presentaba como el lugar ideal para el estudio y la cultura, aunque también, como veremos para el castigo y la penitencia.
Pocos años después de la construcción, en 1526, fue declarado Priorato, desfilando en el cargo destacados hombres de Dios, entre los que destacan Fray Lorenzo de Estopiñán, agente y hombre de confianza del Rey (1591) y otros que han pasado a la historia local por su defensa de los intereses de la villa, es el caso de Fray Agustín de Gatica, quién tuvo parte activa en los pleitos de Alcalá con Paterna, por la mancomunidad de pastos y con Ronda, por la Sauceda. Por citar sólo algunos.
Decíamos antes que el convento era lugar ideal para el estudio y para la cultura, y decíamos bien, para el estudio, por cuanto que aquí es donde aprende las primeras letras el joven Juan de Ribera, sobrino nieto del fundador del convento, que años más tarde sería beneficiado de la parroquia de San Jorge, Obispo de Badajoz, Arzobispo de Valencia, Patriarca de Antioquia y que años más tarde habría de subir a los altares como San Juan de Ribera.
Independientemente de que los conventos dominicos eran, por propia constitución, casa de estudios para sus frailes (20 fueron los del convento alcalaíno en su mejor época), y para los clérigos del lugar, hemos de destacar el hecho de que en los primeros años del siglo XVII el convento alcalaíno se convierte en “Studia Generalia” o Casa noviciado para la formación de los futuros frailes. Pero, el hecho interesante no es que en nuestro convento se formasen los novicios de la zona, sino que incluso sirviese de noviciado para los dominicos ingleses e irlandeses en la época de Cronwell –quienes, en aquel momento, se encontraban sometidos a una cruel persecución en sus respectivos países-.
Sin embargo, faltaríamos a la verdad si identificásemos al Estudio General sólo con noviciado, pues en realidad fue un centro de estudios superiores, (en el que se cursaba Gramática, Latín y Moral), abierto a la sociedad en que se hallaba y fueron muchos los seglares alcalaínos y de la comarca que aprovecharon la oportunidad, única en su época, de aprender y acceder a la cultura.
Pero, decíamos que también fue lugar de castigo. Nos consta que el primer preso en el convento fue Fray Domingo de Valtanás, condenado por la Inquisición, en 1563, a cárcel irremisible por defender herejías.
Hagamos un nuevo paréntesis y veamos quien era este injustamente olvidado Padre Maestro de la Orden de Predicadores, Fray Domingo de Valtanás y Messía, quién había nacido el 22 de julio de 1488, en “Villanueva del Arzobispo del Adelantamiento de Cazorla” como él mismo escribió, y que murió el día 2 de Agosto de 1568, en nuestro convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo después de cinco años de cárcel que como apuntábamos, recogiendo la sentencia que el Tribunal de la Santa Inquisición había dictado en Sevilla, el 25 de febrero de 1563, era “irremisible por todos los días de su vida”, según resultó tras un largo y sigiloso proceso inquisitorial como consecuencia de una mala interpretación de los escritos de uno de los más fecundos escritores de la espiritualidad española del siglo XVI.
Una condena que llevó a que sus obras fueran relegadas al olvido, cuando estas como han demostrado recientemente los estudiosos de la literatura espiritual de esa época, Pedro Sainz y Álvaro Huerga, son equiparables a las de Fray Luis de Granada, San Juan de Ávila, Santa Teresa de Jesús o San Francisco de Borja.
Aunque también hemos de decir que dicha obra se haya, por fin, recuperada gracias al tesón de los autores antes citados y algunos otros más, quienes han logrado, hace pocos años, que se reediten varios de sus libros. De cualquier modo nos parece interesante destacar que de entre su obra merecen especial atención sus “Apologías”, tan breves, tan claras y tan espontáneas todas ellas, pero que llevan siempre un mensaje de fe sencilla y de diáfana claridad.
Pero Fray Domingo no sólo fue escritor. Fray Domingo de Valtanás, fue incansable fraile andariego que impartió su singular magisterio en las aulas universitarias, en los púlpitos y en los confesionarios de toda Andalucía, aunque entre escritos, aulas, sermones y confesiones, aún tuvo tiempo para fundar once monasterios de frailes y de monjas dominicos, entre ellos cinco en su provincia de Jaén, uno de los cuales, “El convento de Santa Ana” lo ubicó en su propia casa natalicia de Villanueva del Arzobispo y al día de hoy sigue ocupado por monjas dominicas.
En recuerdo de aquel importante escritor espiritual y pobre fraile, la calle que da acceso a este convento que fue su prisión y lugar de su muerte, el Ayuntamiento de Alcalá rotuló la calle que da acceso al convento desde el lateral de la plaza de abastos, como “Fray Domingo de Valtanás”.
Retomando de nuevo el desarrollo cronológico de los hechos, hemos de decir que a principios del siglo XIX sería cárcel de nuevo, pero de otra índole y por otros motivos. En 1811-12 fue cárcel para los dragones franceses, apresados por los alcalaínos durante la guerra de la Independencia, muchos de los cuales fueron ajusticiados a los pies de las palmeras del huerto. De resultas de ello vendría luego la cruel represalia francesa y se cree que fue en los momentos de la ocupación francesa cuando debió perderse gran parte de la importante biblioteca del convento.
Y en 1819 sería cárcel para el Coronel Antonio Quiroga y Hermida, preso por su participación en la conspiración del Palmar del Puerto. Como dato anecdótico hemos de señalar que, aunque se había decretado al preso incomunicación rigurosa, ésta no se cumplió pues Santo Domingo fue para Quiroga lugar de reposo, donde recibió a Vallesa, Alcalá-Galiano y Mendizábal, con los que preparó en el mismo convento, el llamado “Levantamiento de Riego”, que llevó a los liberales al poder entre 1820-1823.
Curiosamente fue una ley de Mendizábal, la desamortizadora de 1836, la que acabó con la vida del convento. Un convento ya muy decaído por aquellas fechas –la mitad de su Iglesia se había derrumbado en el siglo XVIII, se habían perdido el crucero, el ábside y gran parte del claustro- y muy limitada en cuanto a personal (cinco sacerdotes y dos legos), pero inmensamente rico, con grandes propiedades rústicas en Jerez –las excelentes viñas del pago de Macharnudo- y Alcalá, que habían posibilitado que el convento alcalaíno socorriese a otros más importantes como Sanlúcar o Jerez.
Una vez desamortizado y exento de sus propiedades, los dominicos abandonan el convento. Según Fernando Toscano, el expediente de venta especifica que el convento con sus cercas tenía 896 varas con otros anejos, 18.948 pies cuadrados en total. Prácticamente todo es vendido a particulares, a excepción de los que queda de la Iglesia, y con todo algunas partes de la Iglesia (las capillas superiores) también. Lo que queda de templo pasa a manos de la iglesia diocesana, que ocasionalmente la abre al culto hasta aproximadamente 1925 en que dejaron de celebrarse actos litúrgicos y el templo empieza a utilizarse para la catequesis parroquial. Jaime Guerra, en magnífico trabajo sobre los colegios de Alcalá, nos aporta el dato de que en 1933 hubo conversaciones entre el Ayuntamiento alcalaíno y el Obispado de Cádiz para montar en el edificio un Grupo Escolar, pero no se llegó a ningún resultado positivo.
Sea como fuere, en los años de la postguerra civil se inicia el desmantelamiento del templo y sus altares e imágenes se dispersan, algunas van a la Parroquia: la imagen del Rosario de Martínez Montañés, recientemente restaurada y retornada a los altares, el Cristo del Perdón, el Cristo de la Columna, la Virgen de las Lágrimas, el retablo y la imagen del Rosario de la capilla del Sagrario de la Parroquia, etc.... otras salen para iglesias o conventos dominicos de fuera, como es el caso del Santo Domingo que presidía el altar mayor que se encuentra hoy en la iglesia dominica de Córdoba y otras de las que desconocemos su destino.
A partir de entonces el edificio fue utilizado como silo por el Servicio Nacional del Trigo, como palenque y como almacén, hasta que en 1978 el Obispado la vende a un particular y se desmantela el extraordinario artesonado del coro –hoy en una sala de fiestas en Puerto Banús (Marbella)- y se inician los proyectos mas descabellados: tienda de muebles, almacén frigorífico... proyectos que afortunadamente no cuajan y que posibilitan que en 1990 lo adquiera el Ayuntamiento e iniciase los trámites para restaurarlo –el primero de ellos fue conseguir que se declarara BIC, Bien de Interés Cultural, afortunadamente incoado en 1992, la redacción del proyecto de restauración- las obras cuya primera fase se llevó a cabo en 2001-2002 bajo la dirección de Tomás Carranza y esperamos que se concluyan pronto en base al nuevo proyecto que pretende terminar las instalaciones de este edificio y la intervención en su entorno, para conseguir un fin que tuvo siempre y que debe servirnos de orgullo y de honra a los alcalaínos: Santo Domingo: Centro de Cultura.

El Edificio, hoy:

El templo actual consta de una sola nave central y ocho capillas laterales, de las cuales tres, y parte de una cuarta, están ocupadas por viviendas particulares. Esto, es parte de los que el templo debió ser en un principio, pues nos consta que en un momento indeterminado, entre 1750 y 1860, y por causas todavía desconocidas, se produjo el derrumbe de las bóvedas del crucero y de la cabecera del templo, reduciendo este a su estado actual, con una sola nave, -de unas dimensiones de 20,60 metros por 8,00 metros de ancho-, el edificio se cubre por cubierta, que incluye las capillas laterales, de teja sobre vigas de madera y tabla a dos aguas, bajo ésta, dejándola oculta, una falsa bóveda de cañón con insinuación de arcos fajones y lunetos, de construcción muy posterior a su origen. A los pies de la nave central existió un coro sobre artesonado de cedro, apoyado sobre dos columnas de orden toscazo, -que siguen en la Iglesia como única muestra visible de la existencia del coro-.
En su cabecera el edificio se cierra con un muro construido, con posterioridad al derrumbe de las bóvedas del crucero y de la primitiva cabecera, con restos de los materiales del derrumbare-, piedras trabajadas: tambores de columnas, molduras de impostas y restos de las nervaduras de las bóvedas-, y en el que todavía es posible observar baquetones y molduras góticas del arranque del arco toral que ocupaba este lugar y que hoy está cegados por dicho muro.
A ambos lados de la nave central existen en la actualidad una serie de capillas, las cuales están intercomunicadas entre sí por pequeños pasillos, calados en los muros que las separan, y a las que se acceden desde la nave central mediante arcos apuntados, en las capillas números 1, 2, 5 y 6, y por arcos de medio punto, en las capillas números 3, 4, 7 y 8.



Gabriel Almagro Montes de Oca
Alcalá de los Gazules, 31 de Julio de 2003.
Convento de Santo Domingo.

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