PROLOGO
El aroma de Azahar
de los naranjos en flor
va inundando con su olor
cada rincón de Alcalá.
De San Antonio al Paseo
desde el Prado a la Alameda
va pregonando en el aire
el fin de una larga espera.
El Aroma de azahar
de los naranjos en flor
va despertando recuerdos
que reposan en el alma.
El aroma de azahar,
que nos llena de esperanza,
hoy nos devuelve a la vida
¡Ya huele a Semana Santa!
Y huele por las iglesias,
se mezcla con olor a cera,
se funde con el incienso
para calmar esta espera.
Y huele por los callejones.
huele a túnica lavada
al sol de las azoteas.
¡Huele en nuestros corazones!
El aroma de azahar
de los naranjos en flor
que nos llena de ilusión,
será la llave de plata
que nos abrirá las puertas
de esta bendita Pasión.
Y otra vez esta Alcalá
volverá a ser escenario
de esta Pasión ambulante,
velará entre bastidores,
para vivir a diario
un rosario de pasiones.
Y volverá la emoción
a estremecer corazones
al ver pasar a Jesús
despertando sentimientos
que dormían entre algodones.
Y volverá la Pasión
a habitar entre nosotros
se mezclará entre la gente
en un mar de capirotes.
Habitará en las miradas
de esta Alcalá penitente
para vencer a la muerte.
Se recreará en los ojos
del que medita en silencio,
del que elevará su frente
para mirar cara a cara
al pasar entre la gente
sobre retablos de fe
esta pasión redentora.
Volverán a nuestras sienes
el sonido de tambores
y el canto de las trompetas.
Volverá el repiqueteo
de tambores destemplados,
como si fueran latidos
marcados al fuego lento
de los sones deseados.
Y llorarán las cornetas
notas de un canto amargo,
de una canción lastimera,
para mitigar las penas
y sacarnos del letargo.
Y cuando el tiempo marcea
sin motivo ni razón,
Don Carnal, que se hace fuerte,
le roba a Doña Cuaresma
dos semanas de Pasión.
Con la cuaresma vencida
otra vez esta Pasión
nos cautivará la vida
y con las manos prendidas
por un beso traicionero
va Jesús a hacerse entrega
cautivado y prisionero.
Y en el domingo de Ramos
la Paz desde el Beaterio
irá repartiendo al pueblo
con bondad su bendición.
Y serán con inocencia
estos corazones puros
nuestros nuevos mensajeros,
los elegidos de Dios.
Y cuando la luna se agrande
amarrado a una columna
él derramará su sangre.
Irá entregando la vida
y bajarán desde el cielo
una cohorte de ángeles
para curar sus heridas.
Y no faltará al encuentro
la noche del Jueves Santo
nuestro viento de levante
con un aire de bondades,
para hacerle al Nazareno
su túnica de azahares.
Y volverán los vencejos
en la tarde “adormecía”
a esperar entre naranjos
al Perdón de “recogía”.
Y cuando caiga la noche
al ver a Jesús clavado,
volverán las golondrinas
y con su pico de amor
le quitaran las espinas.
Y ya con la luna llena
él morirá entre nosotros
y con su último aliento
un grito desgarrador
romperá el silencio en dos
y se nublarán los cielos
y se ocultará la luna
como signo de Perdón.
Volverá la Soledad
a llorar en su tristeza
por velar a un hijo muerto.
Volverá el dolor supremo
a partir su corazón.
Que no hay pañuelo que valga
para secarle las Lágrimas,
que no hay consuelo que pueda
mitigar este dolor,
que los Dolores del alma
solo tienen curación
si los curamos con fe
bajo la mano de Dios.
El aroma de azahar
de los naranjos en flor
viene pregonando al viento
que llega para quedarse
esta pasión que ya siento,
que ya se acerca Jesús
para sentir y sufrir,
para vivir y morir,
para vencer a la muerte.
El aroma de azahar,
que nos llena de esperanza,
hoy nos devuelve a la vida
¡Ya huele a Semana Santa!
- Ilustrísimo Sr. Alcalde;
- Rvdo. Sr. Cura Párroco;
- Sres. Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno de las Cofradías de Penitencia y de la Hermandad de Nuestra Señora de los Santos,
- Cofrades y alcalaínos. Amigos todos.
Quiero agradecer en primer lugar las inmerecidas palabras que Antonio ha dirigido hacia mi persona, que son fruto de este afecto mutuo que nos tenemos y de esta pasión que nos une. Gracias Hermano Mayor.
En segundo lugar quiero dedicar este pregón a mis progenitores.
A mi madre, ejemplo de mujer trabajadora por su trabajo incansable en este mundillo cofrade siempre en un segundo plano y a mi padre, hombre sencillo y humilde, buen cristiano y buena gente, que casi sin proponérselo encendió en su familia esta llama que aún se mantiene viva después de veintinueve años.
Y por supuesto a María del Mar, mi mujer, a quien le robo las horas que le dedico al Nazareno y a la banda.
1.- DE NUESTRA MUY ANTIGUA SEMANA SANTA
Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que un pregón es un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se incita a participar en ella.
Y esta celebración no es otra que nuestra Semana Santa, la Semana Mayor. Siete días para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
La pasión de un hombre que, siendo inocente, aceptó cargar con las culpas de todos para librarnos del pecado y que recibió el castigo que esos pecados merecían: la muerte del esclavo.
Para este pregonero, se trata de una fiesta intemporal. Somos nosotros los que pasamos y la Semana Santa permanece.
Cuando vemos una procesión por las calles de Alcalá, son los ojos de nuestros padres los que miran.
Son los ojos de nuestros abuelos los que contemplan esta catequesis plástica.
Y al andar los costaleros
y al pasar los penitentes
vamos siguiendo los surcos
que fueron marcando en el suelo
aquellos que nos precedieron.
Aquellos de los que heredamos
esta fiesta que hoy tenemos.
Para cantar esta fiesta,
para entender lo que somos,
debemos mirar al pasado,
porque en el recuerdo viejo
nos veremos reflejados
y esos reflejos de antaño
nos dirán lo que seremos.
Cuando, con motivo de la publicación del libro sobre la cofradía del Nazareno, estuve investigando en el Archivo parroquial, me di cuenta del profundo sentimiento religioso de Alcalá.
Allí, en la soledad del archivo, a solas con los legajos, tuve la oportunidad de leer infinidad de testamentos.
La última voluntad de gente de fe, quienes, en las postrimerías de su muerte, encomendaban su alma a Dios.
Gracias a estos testamentos fui descubriendo todo un rosario de cofradías que ni sabía que habían existido, la mayoría de ellas ya desaparecidas.
Lo primero que me llamó la atención fue el elevado número de cofradías que han existido en Alcalá, estando documentada la existencia de 19 en cuatro siglos y medio de historia.
Algo bastante lógico si tenemos en cuenta los numerosos conventos, iglesias y ermitas que antaño existieron y que favorecieron la aparición de las cofradías.
También me llamó la atención la antigüedad de las mismas.
Veracruz, por ejemplo, documentada ya en 1557 sería la tercera en antigüedad de nuestra diócesis.
Asimismo, descubrí que Alcalá siempre fue una tierra muy mariana. Varias fueron las cofradías que rendían culto a María, madre de Dios.
Y entre todas, destacaban dos grandes devociones. Una, por supuesto, Nuestra Virgen de los Santos, que ya a finales del siglo XVII contaba con su romería.
La otra, La Virgen del Rosario, cuya cofradía se mantuvo viva desde mediados del siglo XVI hasta principios del siglo XX.
Absorto en la lectura de esos testamentos, mi mente me transportó siglos atrás y pude contemplar aquella Semana Santa.
Procesiones en penumbra, como salidas de cualquier cuadro tenebrista italiano, donde la oscuridad de la noche solo se quebraba con unas cuantas velas para alumbrar a la imagen, que era llevada en unas pequeñas andas por las estrechas callejuelas de nuestro casco antiguo.
Aquella era una Semana de Pasión austera y de riguroso luto, donde los disciplinantes y hermanos de sangre cumplían penitencia recreando la Pasión y muerte de Jesucristo infringiéndose en sus propias carnes el mismo martirio que sufrió Jesús.
Estas escenas provocaban ciertamente un espectáculo dantesco y macabro en las procesiones, muy alejados del mensaje doctrinal de la Iglesia, hasta el punto de que en el siglo XVII varios obispos se vieron obligados a prohibir las procesiones fuera de nuestros conventos si no contaban con la tutela de un sacerdote y ordenaron que las procesiones tuvieran lugar de día y que la penitencia fuera con la cara descubierta.
Sin duda, una Semana Santa muy diferente a la que hoy conocemos.
Pero el tiempo fue derrumbando conventos e iglesias y sin ellas muchas cofradías se fueron apagando lentamente, como la llama de una vela, quedando reducidas a una imagen olvidada en un altar o en un desván y en el peor de los casos a un recuerdo en la memoria colectiva del pueblo.
Esta Alcalá cofradiera
cuatro veces centenaria
fue forjada en los conventos
que antaño nos habitaban.
Tiempos de rezo en ermitas
bajo la cruz redentora,
tiempo de devociones,
de plegarias y oraciones.
Veracruz, Misericordia,
Rosario y Consolación,
Santísimo Sacramento,
Dulce Nombre, Expiración.
San José, San Sebastián,
con San Francisco y San Pedro,
Nazareno y la Columna,
Soledad y Santo Entierro.
Santo Cristo del Perdón
y la Virgen de los Santos,
el Carmen y los Dolores
fueron nuestras cofradías
que sembraron devociones.
2.- LA PASION SEGÚN ALCALA
La Semana santa alcalaína es una catequesis básica sobre la Pasión de Cristo.
Jesús es detenido, azotado y obligado a cargar con la cruz camino del calvario para morir clavado en ella.
Desgraciadamente nos falta representar la Resurrección para que fuese completa.
Desde aquí, animo a todas las cofradías y a todos los cofrades para conseguir una imagen de Jesús resucitado, para completar nuestra pasión.
Para que nuestra Semana Santa no acabe con Jesús muerto por las calles de Alcalá. Para que no olvidemos el mensaje principal de nuestra fiesta: Jesús es vida.
La Pasión según Alcalá prácticamente no ha variado desde sus orígenes. Baste decir que, exceptuando al Medinaceli, en más de dos siglos no había llegado a nuestras iglesias ninguna imagen de Pasión.
Cuántos alcalaínos habrán visto pasar al Nazareno, a la Soledad, a Jesús atado a la Columna y al Cristo del Perdón, otrora de la Expiración.
Nuestra Pasión se ha mantenido inalterada durante siglos, inmutable, repitiendo una y otra vez los mismos ritos, las mismas costumbres y apenas se ha visto afectada por las modas y tendencias que la Semana Santa experimentaba fuera de nuestras fronteras.
Sin embargo, en el último cuarto de siglo, el auge de las tecnologías audiovisuales y de los medios de información, ha favorecido que nuestra Semana santa se volviese permeable y haya evolucionado más que en el resto de su existencia.
Las parihuelas se han transformado en grandes pasos que casi no caben entre los balcones de nuestras estrechas calles.
La austeridad y el luto han dado paso a un mundo multicolor, barroco y recargado, de plata y oro.
Aparecieron las largas filas de penitentes precediendo a las imágenes y llegó el anhelado sonido de las bandas.
Se formaron las cuadrillas de cargadores, que empezaron a trabajar desde dentro, para que nada restara protagonismo a Jesús.
La luz eléctrica dejó su sitio a la luna para alumbrar a Jesús en la oscura noche por las calles de esta Jerusalén andaluza, dejó su sitio a las velas para alumbrar a María en las noches de Pasión.
Esta Alcalá cofradiera,
tan distinta a la de antes
y a la vez tan semejante,
embrujó a este pregonero
con un hechizo de arte.
Esta Alcalá cofradiera,
de pasos y penitencia,
de olor a incienso y a cera
de San Jorge a la Alameda.
La de la Pasión certera
que abre las puertas del templo
para que salga Jesús
y en las calles de Alcalá
la vida vaya perdiendo
con el martirio en la cruz.
Y con las puertas abiertas
para iniciar el camino
de esta pasión tan sincera,
junto al farol encendido,
cruz de guía nazarena.
Esta Alcalá cofradiera,
la de la sombra alargada
que la luz del cirio roba
al penitente que pasa
y que camina despacio
por paredes encaladas.
La del reguero de cera
por los adoquines viejos
que al pasar el penitente
va dejando como rastro.
Cera roja que gotea
por la llama derretida
de los cirios alumbrados.
Sangre roja que chorrea
de Jesús por su costado.
Esta Alcalá cofradiera,
la de la nube de incienso
que el acolito desata
como si fuera una bruma
con su péndulo de plata.
La de amores costaleros
que avanzan marcando el paso.
La de costero a costero,
la de aroma sevillano.
La del hombro generoso
al compás de las horquillas.
Martillo del capataz
para mandar la cuadrilla.
Y martillo y llamador
todos valen a la causa
si con su esfuerzo y entrega
avanza el Señor sin pausa
y hasta parece que anda
Jesús por nuestro Alcalá
a los sones de la banda.
La de oración hecha cante
desde un balcón en penumbra,
saeta que desgarra el alma
cruzando la noche oscura,
como una flecha certera
partiendo el silencio en dos,
siendo la voz lastimera
pregonera del martirio
de este Cordero de dios.
La de varales de plata
de metales repujados
para cubrir a una reina,
la del tintineo del palio
al rozar con los varales,
que se mueven al vaivén
que le marcan los costales.
Y el crujir de la madera
del paso por nuestras cuestas,
como si fuera un “quejío”
de Jesús que se lamenta.
La de la Pasión del hombre
que se entregó por amor
para redimir al mundo
hasta morir en la cruz.
Dos mil años de Pasión
envueltos por lo barroco
del sentimiento andaluz.
Esta Alcalá cofradiera,
la de la cruz redentora.
Esta Alcalá de pasión,
es la que a mi me enamora.
2.1.- LA PASION DE LOS SENTIDOS
Una tarde de Marzo, al pasar junto a los naranjos del San José, el aroma de azahar nos alertará los sentidos, ávidos de Pasión y respiraremos profundo para embriagarnos con su fragancia, para llenarnos de ella.
Y solo con olerlo sabremos que queda muy poco para ver de nuevo a Jesús caminar por las calles de Alcalá.
Y vendrán a nuestra mente olores marcados a fuego en nuestra memoria.
El olor penetrante del incienso, el olor de la cera derretida por la llama de las velas, el olor a flores frescas adornando nuestros pasos, el olor del lentisco y el romero a los pies del Nazareno.
Y se hará la luz. La luz del atardecer que va ganando terreno a la noche invernal, con su tono anaranjado, devolverá el brillo a nuestra mirada.
Nos recordará inevitablemente a la luz que ilumina nuestra Pasión.
Una luz diáfana y clara que lo inunda todo en la mañana del Domingo de Ramos al salir la Borriquita.
Una luz que se va tornando rojiza al atardecer con Jesús de la Columna cuando sale por la puerta de la parroquia, que se apaga lentamente al salir el Nazareno a la Alameda, para hacerse ausencia y oscuridad absoluta con el Perdón por la puerta del Sol y el Santo Entierro de vuelta por San Vicente.
Y así, con la luz del día, completará nuestra Pasión este ciclo de la vida: Jesús nace y Jesús muere, pero como el sol radiante mañana volverá a la vida.
La luz de nuestra Pasión se transformará en colores para pintar a brochazos un cuadro de devociones sobre este blanco lienzo de calles que es Alcalá.
Cuando salgan nuestras cofradías a la calle se irá manchando la tela con el blanco de la paz, el blanco de la bondad, con el blanco de la inocencia y el blanco de la pureza, como la mirada de pequeños hebreos con olivos, cántaros y palmas.
Se manchará del azul
para hacer el firmamento
y cada lágrima que derrame María
se convertirá en estrella
sobre el azulado cielo.
para hacer el firmamento
y cada lágrima que derrame María
se convertirá en estrella
sobre el azulado cielo.
Se irá manchando la tela del verde de la esperanza, la de que acabe el martirio del más justo entre los justos. De ese verde, símbolo de estabilidad y resistencia, lo mismo que una columna.
Como la del hombre que aguantó burlas y escarnios, azotes y latigazos y se entregó por amor para redimir al mundo, para ser su salvación.
Como la del hombre que aguantó burlas y escarnios, azotes y latigazos y se entregó por amor para redimir al mundo, para ser su salvación.
Se manchará con el rojo. Rojo Sangre, rojo Pasión.
Como la que cae por el costado
de nuestro Jesús del Perdón.
La que cae goteando hasta el calvario
desde el cuerpo suspendido
de Jesús crucificado.
Y con las gotas que caen
sobre la tierra reseca,
como leve toque de pinceles,
a sus pies se pintará
un calvario de claveles.
Como la que cae por el costado
de nuestro Jesús del Perdón.
La que cae goteando hasta el calvario
desde el cuerpo suspendido
de Jesús crucificado.
Y con las gotas que caen
sobre la tierra reseca,
como leve toque de pinceles,
a sus pies se pintará
un calvario de claveles.
Se irá manchando la tela con el rojo del amor. Amor de una madre con el corazón traspasado de dolor al ver a su hijo sufrir doblegado por el peso de la cruz.
Se mezclarán rojo y azul
para pintar de morado
la clámide de Jesús
que rifaron los romanos.
Se manchará de morado
para pintar el ramillete de lirios,
mezcla de rojo y azul,
que en dos partirá Jesús
al pasarle por encima
todo el peso de la cruz.
Y cuando llegue la hora, la Pasión en este lienzo manchará todo de negro.
Negro del cielo oscuro,
como un manto negro
para cubrir la Soledad de María
que llora su pena en silencio
ante la cruz ya vacía.
Negro como el dolor
por ver a Jesús yacente
que va sufriendo la gente,
como el luto penitente
que guardará todo el pueblo,
que acompañará a Jesús
en la noche de su entierro.
Y la Pasión de Jesús la sentiremos tan cerca que hasta podremos tocarla con la yema de los dedos.
La tocarán las manos de una madre
esperando en las aceras
a que se acerquen los pasos
y que pasen por su vera.
Y rozarán con los dedos
las maderas y las telas
para sentir a Jesús,
porque solo con tocarlo
se le aliviarán las penas.
¡Si una palabra suya bastará para sanar,
qué no hará tocarle a él!
Por eso las manos con fe
al Medinaceli ya le tienen
hasta gastados los pies.
Porque nuestra fe se ve, porque nuestra fe se toca. Nuestra fe en Jesús y en María.
Por eso vamos al Santuario
a llevar a nuestros hijos,
para ver a la Virgen de los Santos
y pedir su protección
solo con tocar su manto.
Cuando se abran las puertas de esta bendita Pasión, la brisa del levante esparcirá el azahar desde el Paseo y desde allí se mezclará con las notas que salen de las trompetas.
Convertirá todo el pueblo
en un pentagrama de pasión,
llamará de puerta en puerta
el redoble del tambor
para anunciar el martirio
de este Cordero de Dios.
El sonido de las bandas pondrá la banda sonora en esta representación hasta convertirla en la fiesta de los contrastes: desde el murmullo del gentío mezclado con el llanto de cornetas en la salida de Jesús de la Columna hasta el silencio supremo de la Plaza Alta en completa oscuridad para salir el Perdón.
Esta Pasión que se ve, que se huele y que se toca, que se escucha y que se siente, que se nos graba profundo en los recodos del alma, como los surcos de un viejo disco de vinilo.
Tanto que, aun si estar presente, la podemos sentir. Eso fue lo que nos pasó a los componentes de la banda aquel Jueves Santo de 2002, cuando por culpa del temporal de levante no pudimos regresar de Ceuta, donde tocamos la noche antes y tuvo que salir el Nazareno sin acompañamiento musical.
Nos contaron que aquí aquel día la procesión se vivió con un recogimiento especial.
Pero especial fue lo que sentimos los que estábamos allí porque os puedo asegurar que el grupo entero, madres incluidas, no estábamos metidos en aquella habitación escuchando por un teléfono, cual narración radiofónica, cómo iba la procesión.
Nosotros estábamos aquí, detrás del Nazareno, por la Alameda, por la calle Real, por la Plazuela.
Así lo sentimos. Especial fue lo que sentimos cuando llegamos a Alcalá y de forma espontánea todo el grupo quiso acercarse a la Victoria para ver al Nazareno y a su madre.
Especial cuando le tocamos una marcha para desquitarnos y de repente todos los allí presentes, al unísono con las primeras notas, empezamos a llorar, músicos, madres, Junta de Gobierno.
Se preguntarán por qué. Simplemente porque esta Pasión nos marca. Nos marcará para siempre.
Recuerdo que, cuando ocurrió esta emotiva experiencia, alguien le preguntó a mi hermano José:
“José por qué se creó la banda, por qué le tocas al Nazareno” y José le contestó:
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso que el sonido
de tambores y cornetas
le marcasen el camino
y le endulzaran las penas.
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso que el silencio
se rompiera en la Victoria
y al salir a la Alameda
melodías de pasión
que le supieran a gloria.
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso ser aliento
de una juventud de entrega,
convertirse en instrumento
para tocar notas nuevas.
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso ser aliento
para llenar los pulmones,
convertirse en melodía
que tocan los corazones.
Porque quiero al Nazareno
por eso le sigo yo.
porque quiero acompañarlo
para convertir en notas
cada suspiro de aire
que se escape de sus labios.
Porque quiero al Nazareno
por eso le sigo yo.
Porque quiero acompañarlo
para ser su cirineo,
para ayudar a Jesús,
con mis notas aliviarlo,
y despojarlo de su cruz.
Porque si llora María
acudirán las trompetas
para recoger su llanto
y llorarán con su canto
sinfonía de cornetas
Porque el Nazareno quiso,
por eso le sigo yo.
Porque él quiso que naciera
en esta Alcalá cofradiera
estos sones de pasión,
esta Pasión Nazarena.
Se mezclarán rojo y azul
para pintar de morado
la clámide de Jesús
que rifaron los romanos.
Se manchará de morado
para pintar el ramillete de lirios,
mezcla de rojo y azul,
que en dos partirá Jesús
al pasarle por encima
todo el peso de la cruz.
Y cuando llegue la hora, la Pasión en este lienzo manchará todo de negro.
Negro del cielo oscuro,
como un manto negro
para cubrir la Soledad de María
que llora su pena en silencio
ante la cruz ya vacía.
Negro como el dolor
por ver a Jesús yacente
que va sufriendo la gente,
como el luto penitente
que guardará todo el pueblo,
que acompañará a Jesús
en la noche de su entierro.
Y la Pasión de Jesús la sentiremos tan cerca que hasta podremos tocarla con la yema de los dedos.
La tocarán las manos de una madre
esperando en las aceras
a que se acerquen los pasos
y que pasen por su vera.
Y rozarán con los dedos
las maderas y las telas
para sentir a Jesús,
porque solo con tocarlo
se le aliviarán las penas.
¡Si una palabra suya bastará para sanar,
qué no hará tocarle a él!
Por eso las manos con fe
al Medinaceli ya le tienen
hasta gastados los pies.
Porque nuestra fe se ve, porque nuestra fe se toca. Nuestra fe en Jesús y en María.
Por eso vamos al Santuario
a llevar a nuestros hijos,
para ver a la Virgen de los Santos
y pedir su protección
solo con tocar su manto.
Cuando se abran las puertas de esta bendita Pasión, la brisa del levante esparcirá el azahar desde el Paseo y desde allí se mezclará con las notas que salen de las trompetas.
Convertirá todo el pueblo
en un pentagrama de pasión,
llamará de puerta en puerta
el redoble del tambor
para anunciar el martirio
de este Cordero de Dios.
El sonido de las bandas pondrá la banda sonora en esta representación hasta convertirla en la fiesta de los contrastes: desde el murmullo del gentío mezclado con el llanto de cornetas en la salida de Jesús de la Columna hasta el silencio supremo de la Plaza Alta en completa oscuridad para salir el Perdón.
Esta Pasión que se ve, que se huele y que se toca, que se escucha y que se siente, que se nos graba profundo en los recodos del alma, como los surcos de un viejo disco de vinilo.
Tanto que, aun si estar presente, la podemos sentir. Eso fue lo que nos pasó a los componentes de la banda aquel Jueves Santo de 2002, cuando por culpa del temporal de levante no pudimos regresar de Ceuta, donde tocamos la noche antes y tuvo que salir el Nazareno sin acompañamiento musical.
Nos contaron que aquí aquel día la procesión se vivió con un recogimiento especial.
Pero especial fue lo que sentimos los que estábamos allí porque os puedo asegurar que el grupo entero, madres incluidas, no estábamos metidos en aquella habitación escuchando por un teléfono, cual narración radiofónica, cómo iba la procesión.
Nosotros estábamos aquí, detrás del Nazareno, por la Alameda, por la calle Real, por la Plazuela.
Así lo sentimos. Especial fue lo que sentimos cuando llegamos a Alcalá y de forma espontánea todo el grupo quiso acercarse a la Victoria para ver al Nazareno y a su madre.
Especial cuando le tocamos una marcha para desquitarnos y de repente todos los allí presentes, al unísono con las primeras notas, empezamos a llorar, músicos, madres, Junta de Gobierno.
Se preguntarán por qué. Simplemente porque esta Pasión nos marca. Nos marcará para siempre.
Recuerdo que, cuando ocurrió esta emotiva experiencia, alguien le preguntó a mi hermano José:
“José por qué se creó la banda, por qué le tocas al Nazareno” y José le contestó:
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso que el sonido
de tambores y cornetas
le marcasen el camino
y le endulzaran las penas.
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso que el silencio
se rompiera en la Victoria
y al salir a la Alameda
melodías de pasión
que le supieran a gloria.
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso ser aliento
de una juventud de entrega,
convertirse en instrumento
para tocar notas nuevas.
Porque el Nazareno quiso
por eso le toco yo.
Porque quiso ser aliento
para llenar los pulmones,
convertirse en melodía
que tocan los corazones.
Porque quiero al Nazareno
por eso le sigo yo.
porque quiero acompañarlo
para convertir en notas
cada suspiro de aire
que se escape de sus labios.
Porque quiero al Nazareno
por eso le sigo yo.
Porque quiero acompañarlo
para ser su cirineo,
para ayudar a Jesús,
con mis notas aliviarlo,
y despojarlo de su cruz.
Porque si llora María
acudirán las trompetas
para recoger su llanto
y llorarán con su canto
sinfonía de cornetas
Porque el Nazareno quiso,
por eso le sigo yo.
Porque él quiso que naciera
en esta Alcalá cofradiera
estos sones de pasión,
esta Pasión Nazarena.
2.2.- SENTIMIENTOS DE PASION
No podemos permanecer inmunes ante la Pasión de Jesús. Una pasión que nos embriagará los sentidos y que penetrará en lo más hondo de nuestros sentimientos.
Abriremos nuestros corazones de par en par para dejar aflorar esos sentimientos, como si fueran cortinas zarandeadas al viento.
Esta pasión tuya y mía,
a lomos de una burrita
se convierte en humildad.
La humildad de Cristo Rey
que para hacer su camino
hacia la Entrada Triunfal
no encontró mejor asiento
que este sencillo animal.
Y al llegar a la Plazuela
la humildad se hace alegría
al pasar el Redentor.
Entre palmas y entre olivos
“Hosanna al que viene
en nombre del Señor”.
¡Dejad que los niños se acerquen a mí!
que hoy sobra la penitencia
hoy no nos toca sufrir.
Que rebose la alegría
por esta Entrada Triunfal
que repiquen las campanas
que no paren de sonar
que todo el pueblo se entere
que en la Alameda ya está
para cumplir su destino
nuestro Jesús de la Paz.
Esta pasión tuya y mía,
se hace entrega generosa
en doloridos costales.
Se vuelve paño de lágrimas
para el dolor de una madre.
Se vuelve columna de fe,
a prueba de latigazos,
al rachear de alpargatas
por adoquines gastados.
Y al volver por San Vicente
esos costales cansados
sacan fuerzas de flaqueza
para no entregar al hombre
condenado por Pilatos.
Y esta pasión tuya y mía
íntima se nos vuelve
cuando el Nazareno entra
por la calle Soledad,
a hombros de cargadores
que con horquillas de plata
y con un paso cortito, muy cortito,
como para no molestar,
se acercan al Amor de Dios.
Se hace íntima cuando se vuelve oración,
rezo tras los cristales
de celosías de amor,
a una madre entre varales.
Y bajo sus pies cargadores,
que no entienden de dolores
y que se vuelven gargantas
al pasar por Soledad y llegar a Plaza Alta.
“Dios te Salve María
Llena eres de gracia”
Salve para una madre
Salve que nace en el alma.
Y esta pasión tuya y mía
bajo la luz de la luna
se transforma en oración.
Va colgado de un madero
que va muerto por amor,
su muerte nos dio la vida
su muerte nos dio el Perdón.
Por la calle San Francisco
va Cristo crucificado
rompiendo la noche oscura,
y el penitente en penumbra
va calmando su amargura
susurrando una oración:
que tu muerte no sea en vano
que sea nuestra salvación
perdona nuestros pecados
perdona a tu pueblo Señor.
Y esta pasión tuya y mía
cuando Jesús ya ha expirado
se convierte en sencillez.
Qué importa el oro exquisito
ni la plata repujada
qué importa el bordado rico
ni el adorno del clavel
cuando Cristo ya se ha muerto
solo nos queda la fe.
Fe en que volverá a la vida
que a la muerte ha de vencer
la Resurrección de Cristo
es nuestra razón de ser.
Y en la Calle la Carrera
María desconsolada,
la muerte de un hijo llora.
Va soportando la pena
el dolor y la aflicción
ya no le quedan lágrimas
Soledad en su corazón.
No llores más Soledad,
la verdad escrita está,
solo han de pasar tres días
y él resucitará.
Y esta Pasión tuya y mía
al final se vuelve vida
en la llama de una vela
del bosque de cerería
por el fuego consumida
para alumbrar a María.
Luz que un fiscal desde el cielo
como símbolo de amor
encendió para su Lola,
su madre, su gran anhelo,
para alumbrar su dolor
y no se sintiera sola.
Y al final se vuelve vida
en cada vela que pone
tu familia nazarena
a María de los Dolores
porque Juan Méndez, tu sigues vivo
por siempre en nuestros corazones.
3.- VENDRAN DIAS
No podemos permanecer inmunes ante la Pasión de Jesús. Una pasión que nos embriagará los sentidos y que penetrará en lo más hondo de nuestros sentimientos.
Abriremos nuestros corazones de par en par para dejar aflorar esos sentimientos, como si fueran cortinas zarandeadas al viento.
Esta pasión tuya y mía,
a lomos de una burrita
se convierte en humildad.
La humildad de Cristo Rey
que para hacer su camino
hacia la Entrada Triunfal
no encontró mejor asiento
que este sencillo animal.
Y al llegar a la Plazuela
la humildad se hace alegría
al pasar el Redentor.
Entre palmas y entre olivos
“Hosanna al que viene
en nombre del Señor”.
¡Dejad que los niños se acerquen a mí!
que hoy sobra la penitencia
hoy no nos toca sufrir.
Que rebose la alegría
por esta Entrada Triunfal
que repiquen las campanas
que no paren de sonar
que todo el pueblo se entere
que en la Alameda ya está
para cumplir su destino
nuestro Jesús de la Paz.
Esta pasión tuya y mía,
se hace entrega generosa
en doloridos costales.
Se vuelve paño de lágrimas
para el dolor de una madre.
Se vuelve columna de fe,
a prueba de latigazos,
al rachear de alpargatas
por adoquines gastados.
Y al volver por San Vicente
esos costales cansados
sacan fuerzas de flaqueza
para no entregar al hombre
condenado por Pilatos.
Y esta pasión tuya y mía
íntima se nos vuelve
cuando el Nazareno entra
por la calle Soledad,
a hombros de cargadores
que con horquillas de plata
y con un paso cortito, muy cortito,
como para no molestar,
se acercan al Amor de Dios.
Se hace íntima cuando se vuelve oración,
rezo tras los cristales
de celosías de amor,
a una madre entre varales.
Y bajo sus pies cargadores,
que no entienden de dolores
y que se vuelven gargantas
al pasar por Soledad y llegar a Plaza Alta.
“Dios te Salve María
Llena eres de gracia”
Salve para una madre
Salve que nace en el alma.
Y esta pasión tuya y mía
bajo la luz de la luna
se transforma en oración.
Va colgado de un madero
que va muerto por amor,
su muerte nos dio la vida
su muerte nos dio el Perdón.
Por la calle San Francisco
va Cristo crucificado
rompiendo la noche oscura,
y el penitente en penumbra
va calmando su amargura
susurrando una oración:
que tu muerte no sea en vano
que sea nuestra salvación
perdona nuestros pecados
perdona a tu pueblo Señor.
Y esta pasión tuya y mía
cuando Jesús ya ha expirado
se convierte en sencillez.
Qué importa el oro exquisito
ni la plata repujada
qué importa el bordado rico
ni el adorno del clavel
cuando Cristo ya se ha muerto
solo nos queda la fe.
Fe en que volverá a la vida
que a la muerte ha de vencer
la Resurrección de Cristo
es nuestra razón de ser.
Y en la Calle la Carrera
María desconsolada,
la muerte de un hijo llora.
Va soportando la pena
el dolor y la aflicción
ya no le quedan lágrimas
Soledad en su corazón.
No llores más Soledad,
la verdad escrita está,
solo han de pasar tres días
y él resucitará.
Y esta Pasión tuya y mía
al final se vuelve vida
en la llama de una vela
del bosque de cerería
por el fuego consumida
para alumbrar a María.
Luz que un fiscal desde el cielo
como símbolo de amor
encendió para su Lola,
su madre, su gran anhelo,
para alumbrar su dolor
y no se sintiera sola.
Y al final se vuelve vida
en cada vela que pone
tu familia nazarena
a María de los Dolores
porque Juan Méndez, tu sigues vivo
por siempre en nuestros corazones.
3.- VENDRAN DIAS
Quienes me conocen saben que soy una persona inconformista. Por eso quiero aprovechar esta
tribuna que hoy se me brinda para alertar al mundo cofrade alcalaíno de que vendrán días de oscuros nubarrones sobre nuestra fiesta si nos acomodamos y dejamos que nos venza la desidia y la falta de compromiso.
No es mi Pasión ni la quiero
si la cruz de mi Jesús,
cuando vuelve a la Victoria,
cuando acaba el Jueves Santo
se convierte únicamente
en la carga de unos cuantos.
No es mi Pasión ni la quiero
si mi Jesús amarrado a la columna
cuando pasa esta Pasión
permanece en la penumbra
olvidado en un rincón.
No es mi Pasión ni la quiero
si mi Cristo del Perdón
cuando el paso ya está dentro
vela en su cruz en silencio
y se pasa todo el año
en completa oscuridad.
No es mi Pasión ni la quiero
si la noche del Viernes Santo,
cuando se acaba el entierro,
María es encerrada entre rejas
para cumplir la condena
de una eterna soledad.
No puede ser mi pasión
si solo importa el folclore,
cual verbena o romería,
si con túnica y capirote
no hay ninguno que ore,
si no hay nadie bajo el paso
que a Jesús vaya rezando.
No puede ser mi pasión
si delante de los pasos
no hay un rio de capirotes.
Si ese rio se nos queda
en arroyo solamente
y lo dejamos en manos
de pequeños penitentes.
No puede ser mi pasión
si los hermanos cofrades
pasamos de cabildos y reuniones.
Si no hacemos penitencia
y cuando salen los pasos
solo nos basta con verlos
al pasar desde una acera.
No puede ser mi pasión
si al final nos conformamos
con habernos convertido
en cofrades de salón.
Nosotros los cofrades debemos dar ejemplo y esforzarnos para afianzar los tres pilares fundamentales de las cofradías: culto, formación y caridad, para legar a nuestros hijos y nietos este tesoro tan bello que heredamos de nuestros padres y abuelos. El tesoro de la fe.
Así es nuestra fiesta, con sus luces y con sus sombras.
Un mundo que rebosa arte por los cuatro costados, que está preñado de sentimientos con cada paso en la calle.
Un mundo maravilloso compuesto con pedacitos de amor, con retales de corazón en cada pequeño detalle de una Semana Santa que nos vemos.
La que habita por ejemplo en las manos expertas y delicadas para vestir a una reina, para cubrirla de joyas.
La que habita por ejemplo en las manos generosas que va pinchando claveles en las jarras repujadas para perfumar a María y llevarla engalanada.
Por eso, antes de terminar, quiero pedirle a Jesús por todos esos corazones generosos y esas manos entregadas:
Jesús,
Mantén viva la esperanza
de esta Pasión tan “chiquita”
Prende la llama cofrade
en estas almas benditas
de los pequeños hebreos
que van con la Borriquita.
Haz que corra por sus venas
este sentimiento añejo
convertido en savia nueva
que fluya por tronco viejo.
Conviértete en el aliento
de esta juventud cofrade
que da vida a la Columna.
Haz latir los corazones
de esta vieja Cofradía
que vienen con brío empujando
para que sigan luchando
y la mantengan con vida
Jesús,
que no se apague la llama
de esta Pasión Nazarena
porque son ya cuatro siglos
los que Alcalá te venera
abrazándote a la cruz.
Haz que siga la ilusión
en los corazones buenos
que trabajan sin descanso
si después de tantos años
se siguen emocionando
con cada proyecto nuevo
si ponen todo su empeño
por convertir en real
sus deseos y sus sueños.
Hazte luz para guiar
como un faro marinero
y cruzar la oscuridad
este amor que es tan sincero.
Conviértete en este anhelo
deseado por cofrades
ejemplo de seriedad
que da el Perdón en las calles.
Jesús,
vuelve de nuevo a la vida
por amores que son ciertos.
Por amor de todo un pueblo
que no quiere verte muerto.
Haz que vuelva la esperanza
a este barrio tan sencillo,
que queremos ver de nuevo
a María
rodeada de chiquillos.
Aquí acaba mi pregón,
aquí acaba mi osadía.
Es mi humilde sentimiento
del maravilloso mundo
que forman las cofradías.
Ya, solo me resta decir
que el aroma de azahar
viene pregonando al viento
que llega para quedarse
esta Pasión que ya siento.
El aroma de azahar
que nos llena de esperanza.
Hoy nos devuelve a la vida
¡Ya huele a Semana Santa!
He dicho
Ismael Almagro Montes de OcaNo es mi Pasión ni la quiero
si la cruz de mi Jesús,
cuando vuelve a la Victoria,
cuando acaba el Jueves Santo
se convierte únicamente
en la carga de unos cuantos.
No es mi Pasión ni la quiero
si mi Jesús amarrado a la columna
cuando pasa esta Pasión
permanece en la penumbra
olvidado en un rincón.
No es mi Pasión ni la quiero
si mi Cristo del Perdón
cuando el paso ya está dentro
vela en su cruz en silencio
y se pasa todo el año
en completa oscuridad.
No es mi Pasión ni la quiero
si la noche del Viernes Santo,
cuando se acaba el entierro,
María es encerrada entre rejas
para cumplir la condena
de una eterna soledad.
No puede ser mi pasión
si solo importa el folclore,
cual verbena o romería,
si con túnica y capirote
no hay ninguno que ore,
si no hay nadie bajo el paso
que a Jesús vaya rezando.
No puede ser mi pasión
si delante de los pasos
no hay un rio de capirotes.
Si ese rio se nos queda
en arroyo solamente
y lo dejamos en manos
de pequeños penitentes.
No puede ser mi pasión
si los hermanos cofrades
pasamos de cabildos y reuniones.
Si no hacemos penitencia
y cuando salen los pasos
solo nos basta con verlos
al pasar desde una acera.
No puede ser mi pasión
si al final nos conformamos
con habernos convertido
en cofrades de salón.
Nosotros los cofrades debemos dar ejemplo y esforzarnos para afianzar los tres pilares fundamentales de las cofradías: culto, formación y caridad, para legar a nuestros hijos y nietos este tesoro tan bello que heredamos de nuestros padres y abuelos. El tesoro de la fe.
Así es nuestra fiesta, con sus luces y con sus sombras.
Un mundo que rebosa arte por los cuatro costados, que está preñado de sentimientos con cada paso en la calle.
Un mundo maravilloso compuesto con pedacitos de amor, con retales de corazón en cada pequeño detalle de una Semana Santa que nos vemos.
La que habita por ejemplo en las manos expertas y delicadas para vestir a una reina, para cubrirla de joyas.
La que habita por ejemplo en las manos generosas que va pinchando claveles en las jarras repujadas para perfumar a María y llevarla engalanada.
Por eso, antes de terminar, quiero pedirle a Jesús por todos esos corazones generosos y esas manos entregadas:
Jesús,
Mantén viva la esperanza
de esta Pasión tan “chiquita”
Prende la llama cofrade
en estas almas benditas
de los pequeños hebreos
que van con la Borriquita.
Haz que corra por sus venas
este sentimiento añejo
convertido en savia nueva
que fluya por tronco viejo.
Conviértete en el aliento
de esta juventud cofrade
que da vida a la Columna.
Haz latir los corazones
de esta vieja Cofradía
que vienen con brío empujando
para que sigan luchando
y la mantengan con vida
Jesús,
que no se apague la llama
de esta Pasión Nazarena
porque son ya cuatro siglos
los que Alcalá te venera
abrazándote a la cruz.
Haz que siga la ilusión
en los corazones buenos
que trabajan sin descanso
si después de tantos años
se siguen emocionando
con cada proyecto nuevo
si ponen todo su empeño
por convertir en real
sus deseos y sus sueños.
Hazte luz para guiar
como un faro marinero
y cruzar la oscuridad
este amor que es tan sincero.
Conviértete en este anhelo
deseado por cofrades
ejemplo de seriedad
que da el Perdón en las calles.
Jesús,
vuelve de nuevo a la vida
por amores que son ciertos.
Por amor de todo un pueblo
que no quiere verte muerto.
Haz que vuelva la esperanza
a este barrio tan sencillo,
que queremos ver de nuevo
a María
rodeada de chiquillos.
Aquí acaba mi pregón,
aquí acaba mi osadía.
Es mi humilde sentimiento
del maravilloso mundo
que forman las cofradías.
Ya, solo me resta decir
que el aroma de azahar
viene pregonando al viento
que llega para quedarse
esta Pasión que ya siento.
El aroma de azahar
que nos llena de esperanza.
Hoy nos devuelve a la vida
¡Ya huele a Semana Santa!
He dicho
Alcalá de los Gazules, 29 de Marzo de 2009
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