miércoles, 10 de junio de 2009

MEDALLA PRO ECCLESIA ET PONTÍFICE A DON MANUEL JIMÉNEZ VARGAS-MACHUCA

Manuel Jiménez Vargas-Machuca
Manuel Jiménez Vargas-Machuca con su esposa e hijos

El pasado día 30 de Mayo, en la Parroquia de San Manuel, en Las lagunas de Mijas-Costa, en una preciosa y sentida ceremonia religiosa, presidida por el obispo emérito de Málaga –viejo conocido de nuestra tierra gaditana- Don Antonio Dorado Soto y co oficiada por el Vicario episcopal de la zona, el párroco titular, dos sacerdotes más y un diácono, le fue entregada la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, otorgada por el Papa Benedicto XVI, a nuestro hermano, antiguo alumno de la Safa e ilustre alcalaíno, Don Manuel Jiménez Vargas-Machuca.

Tanto el obispo celebrante, como el párroco, hicieron una pequeña historia de la solicitud y de los méritos de nuestro hermano Manolo, cuyos últimos veinticinco años los ha dedicado, con un trabajo tenaz y callado, a la parroquia de San Manuel. En múltiples y variadas labores: desde el diseño del altar mayor, mobiliario y lámparas, hasta la realización de las cristaleras, pongo por caso; desde la preparación de los futuros esposos al matrimonio, hasta la catequesis de adultos. Trabajo que ya le valió el ser llamado al Consejo Pastoral del Obispado de Málaga, como un consejero más. Y, junto a D. Ramón Tejero, párroco de Las Chapas, también en Mijas Costa, lleva la Escuela de Agentes de Pastoral del Arciprestazgo Fuengirola-Torremolinos.

Todas fueron muestras de cariño, de respeto y de admiración por esa labor humilde y silente de Manolo, por parte de todos los que quisieron dedicarle unos minutos y unas palabras, desde el altar y de las que hicieron partícipe a los feligreses.

Después de la imposición de la medalla por parte del señor Obispo emérito, Manolo tomó la palabra para dar las gracias a todos y cada uno de los que habían representado algo en su vida. Sólo se mostraba agradecido. A Dios, por haberle dado todo, a sus padres, por haberle inculcado la fe con el testimonio de sus vidas, a sus hermanos –y los citó a todos, incluido Richard, que santa gloria goce- y a sus primos, en especial sus primos los Herrera, y a tres mujeres especiales, sus tías Rosario, María y Ramona –y aquí se le quebró la voz-. Se rehizo y siguió con su retahíla de agradecimientos. Gracias a su amigo Cirilo, alguien que ha sido y es muy importante en su vida y que fue crucial en dos momentos puntuales. Y a sus compañeros maestros, y a sus compañeros catequistas y/o colaboradores de la parroquia, a Don Antonio, hoy Obispo emérito, por la consideración y el afecto que siempre le tuvo, y a su párroco, sobre todo a su párroco, José María.

Después de una ovación de más de cinco minutos se dio por terminado el acto religioso, si bien aún estuvo Manolo más de una hora, en las escalerillas del altar mayor, recibiendo felicitaciones y abrazos de todos y cada uno de los asistentes a la ceremonia religiosa.

Posteriormente, en el patio trasero de la parroquia, tuvimos ocasión, durante otras dos horas más, de departir con familiares y amigos, y degustar algunas bebidas y tentempiés con que fuimos obsequiados todos.

Un acto entrañable que quedará para siempre grabado en nuestras retinas y memorias.

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