miércoles, 24 de junio de 2009

UNA LITOGRAFÍA PANORÁMICA DE ALCALÁ

Con ocasión de nuestras ferias tradicionales (cuya antigüedad hemos podido poner de manifiesto recientemente en la Prensa), se nos impone el tratar aquí un tema alcalaíno. Sea, por ejemplo, un comentario sobre la bella y vieja estampa litográfica que reproduce este programa, única conocida sobre nuestra ciudad.
Intentemos primero fijar la fecha de su composición. A la vista se viene que no existía entonces aún la carretera a Algeciras. En enero de 1854, el Ayuntamiento, que conocía la gran necesidad de transformar aquel mal camino antiguo en una sólida vía, acuerda unirse a los otros esfuerzos oficiales, e iniciar un fondo económico especial “para la construcción de la carretera que parte desde Algeciras pasando por esta villa hasta Cádiz” (Actas del Cabildo). Las obras, sin embargo, fueron muy lentas. En 1886, renovada en España la institución exótica del Jurado y adjudicada Alcalá a la Audiencia de Algeciras, fueron frecuentes las quejas y representaciones de los jurados alcalaínos exponiendo las dificultades para sus viajes a Algeciras por faltar aún la carretera y ser tan abrupto el vetusto camino de herradura. Hasta años adelante no acaba del todo una ruta de tanta urgencia. El Diccionario de Riera, de este tiempo, ya dice expresamente de nuestra población: “Cuenta con la carretera al Campo de Gibraltar”.
La litografía es preciso datarla unos diez años antes de esa fecha, hacia 1878, pues en la II Exposición Regional Andaluza que se celebró en Cádiz a mediados de 1879 fue ya presentada como novedad, juntamente con otras de diversas poblaciones comarcanas (Rosetty, Guía de 1880).
¿Quién la confeccionó y la lanzó al comercio? El destacado industrial don Jorge Müller, fundador y dueño de la acreditada “Litografía Alemana” establecida en la capital gaditana, con sucursal entonces también en Jerez de la Frontera. Al pie del grabado se lee: “Dib. Nat. S. Scherzinger”. Y luego: “Lit. ALEMANA Murguía 23 CÁDIZ”. Es decir, que dibujó al natural un artista llamado Scherzinger, al cual tocó hacer, como es normal, el boceto en acuarela. Después en la Litografía se puso en negro y se volvió a reproducir otra vez, ya grabado en piedra litográfica, “tirándose” en la máquina tantas veces cuantos colores tiene. Es obvio decir que se trataba de un trabajo muy lento, delicado y costoso.
El establecimiento citado, que entonces radicaba en el número 23 de la calle Murguía, (no la actual Vea Murguía, sino la calle llamada ahora de Cánovas del Castillo) sigue perteneciendo a la dinastía industrial de los Müller de origen alemán, y está hoy situado en la calle Beato Diego de Cádiz, número 8, regido por don Ángel Müller, ayudado por sus hijos Ángel y Jorge. El nombrado propietario actual es nieto del fundador a que nos referimos, que en su tiempo fue premiado con diversas medallas en importantes exposiciones, siempre por muestras de litografías y grabados. Sospechamos que precisamente con vistas a la citada y célebre Exposición gaditana (donde también a Alcalá le premiaron unas muestras de garbanzos recogidos en Pagana) preparó por medio de ese hábil dibujante la serie de vistas y planos de ciudades provinciales que allí presentó, y entre las que figuró Alcalá. Aunque es cierto que hay indicios de que algunas de esas vistas empezaron a trabajarse en fecha bastante anterior.
Los ejemplares bien coloreados que conocemos son escasísimos (no hay ninguno en el comercio). Uno en perfecto estado posee el Ilmo. Sr. D. Luis Toscano de Puelles.
Contemplemos ahora un momento la vista que nos ofrece la litografía. Bajo un amplio cielo de ligeros cirros, la clásica panorámica desde el arranque del camino a Algeciras, en el alto del Rabilero, a las faldas del Lario. En conjunto, aunque la estampa tiene muy logrado el hermoso efecto artístico, casi bucólico (con el pausado andar de unos hombres y sus caballerías, con el tranquilo pasto de unas reses), a través de la fronda cuidada del primer término y de alguna licencia del retoque (estamos en tiempos románticos), se aprecia un auténtico y fiel retrato urbano. Limitémosno a cinco observaciones curiosas:
-La mole parda del abandonado Convento de Santo Domingo. No hace bonito, pero sirve para apreciar con exactitud el amplio perímetro que ocupaba el Convento.
-El terraplén o pendiente desolada del actual Barrio de Flores, aún no construido por el animoso esfuerzo de don Miguel Sánchez.
-Los diversos trozos de la antigua muralla, con su preciosa orla de almenillas. Así estaba todo el muro, como lo demuestra también el nombre de calle de las Almenillas, junto a la antigua ermita de San José, en la vertiente Norte. Alguna vez sí parece lo existente fragmento de paredeta más moderna.
-La puerta de entrada al viejo patio del castillo, en lo que hoy es huerta de las Hermanas.
-Esa iglesia de la Victoria, aislada y sobresaliente, rasgo el más romántico e irreal de toda la litografía. Excesivo, también, el número de sus ventanales.
Podríamos mirar mejor en este como espejo retrovisor de Alcalá, y hallaríamos otros sabrosos motivos de análisis histórico. Pero termine aquí el trabajo, alegrándonos de conservar este raro “cliché” urbano, de factura armoniosa y plástica, reveladora del obediente engastado, el equilibrio estético y el engarce perfecto de un pueblo andaluz con su paisaje. Como diría Gerardo Diego: “Sobre el montaje abrupto, sus formas de piedra y cal, con todos los planos sabiamente distribuidos para emitir bajo la luz del sol destellos de joya bien labrada”.


Fernando Toscano de Puelles
Fiestas y Velada en honor de Ntra. Sra. de los Santos, Patrona de Alcalá de los Gazules) (1966).

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