sábado, 19 de junio de 2010

EVOCACIONES ALCALAÍNAS

42.- Alcalá y el cine

La primera película cinematográfica que vi en mi vida fue en 1940. Era una producción mexicana y la proyectaba el cine Gazul Cinema de Alcalá. Creo que el título era “Al son de la marimba yo te conocí”, una canción mexicana que servía de soporte a la película. “Lo de marimba” era una especie de tambor tradicional africano y un xilófono de los indios de América Central, que llevaba el ritmo de los bailes de los primitivos habitantes. Lo de “te conocí” era una sencilla historia de amor. A mis 8 años, asomarme a una película mexicana de una historia de amor era un acontecimiento que despertó mi curiosidad infantil como no lo había hecho ningún otro evento. Cuando llegó la moralina, la censura prohibió la entrada de los niños y niñas a algunas películas y, en cierta manera, aguaron la fiesta.

El cine había llegado a Alcalá un siglo después de su invención, en 1928, como en la mayoría de los pueblos españoles. Antes de terminar el siglo XIX, se habían hecho muchos experimentos en Europa y en Estados Unidos, para captar fotográficamente el movimiento de las figuras rígidas; es decir, la cinematografía. Pero fue Edison el que, en 1893 inventó una cámara con rollo de película para verla con un aparato llamado “cinetoscopio”. Después, en Francia, los hermanos Lumiere inventaron el cinematógrafo, que proyectaba la película en una pantalla.

Las primeras películas eran cortas, ingenuas y mudas, pero rápidamente en Francia aparecieron películas como “La Cenicienta” (1900) y “Viaje a la Luna” (1902). En 1911 aparece “Quo vadis” con el soporte de 9 rollos, que duraban más de dos horas. El cine alcanza su hondo sentido humano con la figura de Chaplín, “Charlot”, autor, actor y director, que combina artísticamente lo grotesco y lo sentimental de la persona humana. Pero fue en 1920 cuando alcanza la mayoría de edad el cine sonoro con cinematografía de masas.

Según nuestro paisano Juan Manuel Muñoz, el primer cine de Alcalá fue el “Gazul Cinema”, construido por Antonio Serrano en 1928. Lo manejaba Dominguito Romero Valdivia y tenía un solo proyector. Después pasó a la propiedad de Francisco Caro. El cine estaba situado en la carretera, cerca de la Fábrica de la luz, sobre cuyo solar se construyó después el garaje de Transportes Comes. El cine era un gran almacén dividido en dos espacios: un patio de butacas de madera para el público mayor y más selecto, y un anfiteatro o gallinero de escalones para la chiquillería y el público en general. Las paredes estaban encorchadas para sonorizar la sala y olían a corcho quemado.

El cine se convirtió, inmediatamente, en una de las maravillas del mundo. Ir al cine era, para toda la chiquillería de Alcalá de aquella época, el divertimento obligado de los domingos y días festivos. A veces presentaba un inconveniente antipático, que la película tenía dos o tres rombos y no la podían ver los niños. Era la censura que, generalmente, la exponían los jóvenes de Acción Católica en el patio de la Victoria, donde tenían su centro de reuniones. Por aquel entonces, la moralina llegaba a todas las personas, incluidos los niños y niñas.

No obstante, el tiempo de cine era un tiempo bien lleno, con el que ninguna otra diversión podía competir. Comprábamos la entrada, unas avellanas y pipas, y ocupábamos la fila para entrar los primeros y ocupar los mejores puestos del gallinero. Durante la proyección de la película, sólo se oía el chasquido de las pipas al romperse. El cine solía durar poco, una hora y media con la revista del NO-DO y el descanso. Salíamos con los ojos espantados y la mente llena de fantasía. Cuando terminaba la película, nos íbamos al paseo de la Playa y jugábamos a corretear a las niñas. El paseo de la Playa era una delicia que agotaba el tiempo del domingo hasta que apagaban las luces.

Yo no conocí en Alcalá otro cine que aquel. En 1944, marché a Jerez con toda mi familia y cambió el panorama cinematográfico. Íbamos al Villamarta, un teatro espléndido donde proyectaban películas y vigente aún en la ciudad. Según J.M. Muñoz, en el verano de 1946 se inauguró en Alcalá el “Cine España”, el de “La Plaza de Toros” o de “Paco Gallego”, que duró hasta 1950. Lo gestionaba Andrés Pastor, la taquillera era Encarna Martos, y el operador, Eloy Cerejido. Los hermanos Gabriel y Francisco Almagro conseguían de Cerejido los trozos de película estropeados y repartían a sus amigos los “cuadritos” como preciado tesoro. Cuenta también que, en un solar de la cuesta de Santo Domingo, donde se sitúa un supermercado, se abrió otro cine de verano coincidiendo con los dos anteriores. Le llamaban “Cine Canuto” por su estrecha configuración.

Muñoz detalla que, al cerrarse el Cine España, José Mª Sánchez compró su equipo y abrió el “Cine Maravillas” en el patio de la casa familiar. Funcionó desde 1953 a 1960, siguiendo de operador Eloy Cerejido. La taquillera era la hija Pilar y de portero se turnaban Francisco Jara, Andrés Armario y Francisco Almagro. En 1957, se inaugura en la Cuesta de Santo Domingo el “Cine Andalucía”. Por primera vez un cine alcalaíno instaló dos proyectores para evitar interrumpir la película en el cambio de rollos. Y, asimismo, puso lentes de cinemascope para las películas de este sistema. Su operador fue Juan José Pérez Benítez, y ayudantes, Manolo García Pazos y Manuel Cabrera Toro. Taquillera, María Guillén y, porteros, Manolo “Finisterre” y José “El Pelúo”. El Cine Andalucía se mantuvo hasta 1970, en que fue arrendado a una empresa de Los Barrios, cerrando sus puertas varios años después.

Todavía hoy, con su figura circular, ostenta con orgullo el nombre de “Cine Andalucía” el local situado en la cuesta de Santo Domingo, que consiguió proyectar en Alcalá las mejores películas de la década de los 70. La televisión acabó con los cines, ya que introdujo la pequeña pantalla en todos los hogares. No obstante, en las grandes ciudades se mantienen abiertas las salas de cine, porque los estrenos de las mejores películas con sus estrellas siguen ocupando los puestos de honor y las preferencias del público.



JUAN LEIVA

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