miércoles, 20 de julio de 2011

EVOCACIONES ALCALAÍNAS


CALLE RÍO VERDE Y SUS ALEDAÑOS

Una de las cuatro calles que salen en abanico de la Alameda de la Cruz es la de “Río Verde”, camino de Medina y Jerez. Estaba hollado mil veces por todos los alcalaínos, porque por ahí, a cinco leguas, se encontraba la ermita de nuestra Patrona, la Virgen de los Santos. Ahora, una formidable carretera atraviesa la autovía de Jerez-Los Barrios y el camino de Levante, por donde viene cada día el sol y los vientos del Mediterráneo. La calle Río Verde une los dos centros de encuentro de todos los alcalaínos, la Alameda y la Playa.

Para nombres bonitos, los de las calles de nuestro Alcalá. No se pueden decir cosas más bellas con solo dos palabras, “río” y “verde”. La calle primitiva debió ser, en los días de lluvia, un auténtico río que nacía en la plaza Alta, recogía las aguas de Miguel Tizón, San Pedro, Arcipreste Roa, Fernando de Casas y la Amiga. Desaguaba por Río Verde, buscando el paseo de la Playa, “cuyo nombre se debe a un Bar, propiedad de Bellido, abierto en los años treinta, y el nombre del bar pudo más, en el sentir popular, que los distintos nombres con que se rotuló el paseo”.[1]

Lo de “verde” debió ser por las huertas y arbustos que regaba a su paso camino de los ríos. Alcalá está pletórica de ríos, el don más precioso que nos ha hecho la Naturaleza; y de verdor, el color más esperanzador que anhelamos los andaluces. Lo dijo Federico García Lorca en 1925: “Yo que soy andaluz y requeteandaluz, suspiro por Málaga, por Córdoba, Por Sanlúcar la Mayor, por Algeciras, por Cádiz, auténtico y entonado, por Alcalá de los Gazules, por lo que es íntimamente andaluz.” [2]

Río Verde fue siempre la entrada del corazón de Alcalá y lo sigue siendo. Han surgido otros nuevos accesos exigidos por la gran afluencia de tráfico que hoy soportan todos los pueblos por pequeños que sean. Inmediatamente que se sale de la Alameda, antes de tomar la calle Real, aparece la calle Río Verde. Anteriormente, en su inicio se situaba la puerta del sótano de la curtiduría de Antonio Mansilla. Allí se amontonaban pilas de cueros que desprendían fortísimo olor a ácidos suavizadores de las pieles de animales.

En la década de los 40, Antonio Mansilla era para nosotros un hombre mayor, con el pelo completamente blanco y cara nórdica. Tenía dos hijos, Antonio y Manolo, y se había quedado viudo. Bajaba con mucho cuidado por las escaleras de la casa al sótano, cortaba trozos de cuero con la chaveta y los subía al despacho. Había asumido la misión de padre y madre y lo cumplía con una dedicación absoluta. Cuando aparecía en el sótano, nosotros lo venerábamos como una persona especial. Aquel sótano era nuestro lugar de juego, donde nos reuníamos con frecuencia los amigos de Manolo Mansilla.

Recientemente, en la calle Río Verde se sitúa el “Centro de Educación de Adultos”, una de las creaciones culturales más importantes de la Democracia en Alcalá. Anteriormente, se ubicaban más abajo la panadería de Agustín Pérez, la Fábrica de la luz y el Cine. La calle unía los dos lugares de solaz y entretenimiento de toda la población, la Alameda y la Playa. Junto a la entrada de Río Verde, hay una callecita que antiguamente se llamaba Lerma y hoy Lepanto. Lo de Lerma se debe a los Duques de Lerma, que eran don Fernando de Larios y Fernández de Córdoba y su esposa. Ambos eran 3er. Duques de Alcalá de los Gazules, 5to. de Tarifa y 8vo. de Los Molares.

Según Sánchez del Arco, otro arroyo se deslizaba por la calle Tizones e hizo que se le pusiera el nombre de Segunda de Río Verde. Ese nombre se debe a los dos hermanos José y Miguel Tizón que tienen hoy sus calles respectivas. Los dos hermanos se distinguieron como valientes militares en la guerra de Cuba y Alcalá los exaltó como hijos heroicos. Actualmente, la calle de José Tizón es un callejón que tiene su bocana arqueada pegada al Ayuntamiento y sale a la Alameda. Antes, la calle llevó el nombre de Tercera de Río Verde. Participa de todo este entramado el Barrio de la Peñuela, que comprende el callejón de la Herrada o transversal que sale de éste a todo el Río Verde. Desemboca en la escalerilla que llega al corral del exconvento de la Victoria y que parece que fue el cementerio antiguo de la ciudad.

Siguiendo la cuesta abajo de Río Verde, a la derecha sale un pasaje que hoy se llama Maura, pero entonces se llamaba Tizones, como hemos aludido más arriba. Conviene recordar una connotación política: A principios del siglo XX, liberales y conservadores se disputaban el poder. Los cuatro líderes del partido liberal fueron Sagasta, Moret, Canalejas y Romanones; y los tres del partido conservador eran Silvela, Maura y Dato. Yo no sé si el nombre se debe a don Antonio Maura, jefe del partido conservador, que destacó como el político más eficiente de principios de siglo. Pero trae a colación un referente obligado situado en la calle Tizón, el horno del Mauro.

Los molletes y el pan del Mauro eran conocidos en Alcalá y en toda la comarca. Juan Romero Huerta decía en el Diario de Cádiz, a propósito de otro alcalaíno inolvidable, Juan Panera: “Juan, al que recuerdo por las mañanas de los domingos, muy temprano, cuando mi padre iba una vez a la semana para ver a la familia, nos mandaba a mi hermano y a mí por los molletes al Horno del Mauro y nos encontrábamos a Juan Panera por las calles del pueblo con una gran cesta de pan y de molletes voceando su caliente y humeante mercancía.” Y Antonio Calero Ruiz, presentador del pregonero de la Semana Santa de Alcalá de 2009, decía: “En aquellos tiempos no se terminaba temprano sino cuando en el horno del Mauro se sacaba la segunda hornada de pan. Hasta entonces no dábamos de mano, para por último catar el pan con aceite por si le había salido soso.”

Detrás de la Victoria, se desliza la calle del Arroyo, la de José Tizón y la del Huerto del Indiano. La Peñuela acaba en la Alameda de la Cruz. El topónimo original responde a uno de los tantos nombres impuestos por la orografía del terreno. El Arroyo une la calle José Tizón con el Altillo Bajo, nombre que lo distingue del Altillo Alto. Estos nombres terminados en “-illo”, del léxico familiar andaluz, abundan en el callejero de Alcalá: Altillo, Alamillo, Posadilla, Chorrillo, Pastorcillo, Vaquerillo...En Álbum “Un siglo en imágenes” se dice que “Entre 1995 y 1997, un grupo de 30 jóvenes, integrantes de la Escuela Taller “Alcalat”, al tiempo que aprendieron el oficio de albañiles, rehabilitaron la margen izquierda de la calle Miguel Tizón, donde resultaron tres bellos edificios que actualmente albergan el Centro de Servicios Sociales Comunitarios, un Centro de Formación y el Archivo Histórico Municipal.

Mientras tanto, Río Verde se desliza hacia la Playa y se encuentra a la izquierda con Alfonso el Onceno y, más abajo, con la del Obispo Mirabal y el Centro de Salud. Ahí acaba Río Verde y comienza el Parque Municipal. Esta parte de Alcalá, como todas las del casco antiguo, forman un ejemplo modélico, como si se tratara de un puzle de los estilos más variados. Los rincones, vericuetos, revueltas, callejones y pasajes de sus calles han permanecido habitados y rehabilitados con esmero y cariño a través de los años. Angostura es un ejemplo de una arquitectura entrañable que no le roba a la calle un centímetro ni una pizca de su prístino andalucismo.

Siguen diciendo Jaime Guerra: “La construcción del nuevo colegio público en San Antonio dejó sin uso el edificio del antiguo Parque, que se ha rehabilitado como centro de desarrollo rural -Ceder de los Alcornocales-, además de salón de actos y aulas de formación.” Todo lo cual indica que Alcalá sigue vivo y con deseos de reconquistar la población perdida y el protagonismo que tuvo durante tantos siglos. Quizás sea el reto pendiente que el Ayuntamiento y toda la población debería asumir.

JUAN LEIVA


[1] Cita de Gabriel Almagro, Arsenio Cordero y Jaime Guerra. Alcalá de los Gazules. Un siglo en imágenes.. Pág. 50. Edita Ayuntamiento de Alcalá, 2001.

[2] Op.cit. Pág.17.

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