MI REENCUENTRO CON ALCALÁ
Para
mí, la noche del viernes 13 de abril de 2012 la llevaré grabada en el alma para
siempre. Ha constituido una especie de hito, al que no sabía cómo acceder.
Estaba muy lejos de mí la pretensión de pregonar las fiestas de San Jorge, e
incluso lo llegué a rechazar cuando me lo ofrecieron, porque no me veo hombre
de pregones ni de proclamas. La generosidad del alcalde, de la Corporación
Municipal y de mi pueblo me obligaron a aceptar el título de pregonero por un
día.
Aquella
noche, en la parroquia de San Jorge, estaba presidiendo la imagen del patrón
como siempre, el alcalde y la Corporación Municipal en pleno, los pregoneros
que me han precedido, mis familiares, amigos y el pueblo de Alcalá. En el filo
del alma sentí como una especie de reencuentro, que yo deseaba, desde que
comencé a escribir, desde hace tres años, las evocaciones alcalaínas de mi
niñez. Hablé de mi pueblo, de mi familia, de la historia, de la arquitectura
formidable de nuestra ciudad, de las calles, del entorno y de la gente noble,
sencilla y espléndida de mi Alcalá.
Y
sentí, efectivamente, la sensación de haberme encontrado de nuevo en mi tierra,
en el pueblo donde nací, en la parroquia donde me bautizaron, en la calle donde
viví, en la Plaza Alta donde tantas veces subí a jugar, en las casonas
palaciegas, en el Patio de Las Campanas con mis compañeros de Escuela, en el
Prado donde me escapaba a bañarme en el río Barbate, en las misas de alba de
las Clarisas, en el parvulario del Beaterio de Jesús, María y José, en el
castillo buscando nidos de cernícalos, en la Alameda donde nos reuníamos en las
tardes de primavera y de verano, en la iglesia de la Victoria para ayudar la
misa del padre Manuel…
Eran
años de carestía, de pobreza, de desempleo, de emigraciones, de sueldos de
espárragos, de tagarnina, de caracoles… Las madres cantaban a sus hijos: “Niño
mío, no tengas miedo, que las almas en pena, no son los muertos; son los vivos
los que dañan a veces a sus vecinos.” La pobreza atrajo la solidaridad, el
esfuerzo por la superación, la comprensión, la cultura, la ayuda mutua, la fe
en el trabajo, la mayor igualdad. Ahora, muchos de nuestros temores son
infundados, recuerdos de males que sufrimos en edades pasadas y que palpitan en
el recodo del inconsciente. Sin causa, hay cosas provocadas por el egoísmo
feroz. Nunca oí en mi niñez que un hombre maltratara a su mujer o que un hijo
matara a su padre. Pero hoy, muchas mujeres no podrán comprender jamás que un
hombre que le ha dicho mil veces “te amo”, la deje para siempre; y que un
hombre que le ha repetido hasta la saciedad “te adoro”, pueda matarla fríamente;
o que un adolescente imberbe mate a su madre.
En
Alcalá hay muy buena gente, que yo lo achaco a la aristocracia de nuestra naturaleza, a la abundante cultura y a la
denodada fe. Los que no crean que la naturaleza es aristocrática, que cojan una
rosa, un clavel, o una violeta; que miren el vuelo de un buitre leonado, de una
paloma torcaz o de unos patos salvajes; que contemplen el parque de los
Alcornocales. Los que no crean que la cultura es una fuente de bondad, que
echen un vistazo a nuestros antepasados Bartolomé de Palma, Pedro de Mirabal,
Pedro Sáenz de Andino, Fernando de Casas, Antonio Millán, Alfonso Perales…Y el
que no crea que la fe es una fuente de bondad y santidad que eche un vistazo a
San Juan de Ribera, Luis Cisneros Estrada de Cameros, al Venerable Siervo de
Dios Diego Ángel de Viera y a doña María de los Santos Gutiérrez de la Jara,
fundadora del Centro Cultural del Convento (SAFA).
Y,
por si fuera poco, hay también en Alcalá una gente sencilla, buena por
naturaleza y sazonada por una sal curiosa cargada de humor. Recuerdo a María
González, al padre Manuel Cid Benítez, a Manolito “Cielo”, a Juan Rarro, al
Gran Potoco de Alcalá, a Juan Panera, a Pantaoveja y Virulento, al zapatero
Juan Pizarro y a Alfonso “el Baila”, entre otros muchos. De todo esto hablamos
en el pregón de San Jorge en la parroquia. Y, por todo eso y por muchas cosas
más, doy gracias a Dios por haber nacido en Alcalá de los Gazules y por este reencuentro con mi pueblo en estas fiestas de
San Jorge.
JUAN
LEIVA
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