“Fue
en navidad”
Toda
persona, científico, artista, clérigo o militar, tienen su propia historia. Las
instituciones, igualmente, poseen algo de lo mismo, sea una real academia, una
universidad, una cofradía o una plaza de toros. Nosotros, hombres sencillo,
vulgares, seres de a pie, nos sucede otro tanto.
En
Alcalá existen varias instituciones y muchas personas; tanto entidades como
vecinos, tienen su historia particular, su biografía propia. Tú también, tú
eres uno de ellos.
Pero
tanto las historias como las biografías no se fraguan de pronto, no suceden de
repente. Se hacen poco a poco, día a día, episodio a episodio. A Napoleón no
podemos considerarlo como famoso solo por el hecho de entrar en España y querer
apoderarse de ella. Hizo muchas cosas más llegando hasta Rusia.
En
adelante pues, aquí estoy lector, comprometido conmigo mismo, en una empresa
que, aunque no merezca mucho la pena, se trata de algunas de vuestras cosas de
nuestro pueblo que por no comentadas, puede se que estén ya olvidadas. Cosas
que, es posible, algunos de los que esto estáis leyendo ahora mismo, en su
tiempo fueseis los protagonistas en alguna de sus variadas facetas.
En
Alcalá ocurren historias, con minúscula; cada día, cada mes, cada año. Habrá
pues, muchos sucesos a lo largo, digamos, de medio siglo o más.
No
tengo nada escrito de todo lo ocurrido en este tiempo, pero, sí tengo la
impresión que guardo la mayoría en mi memoria. Creo que casi todo lo que cuente
es, pues, verídico, salvo cuatro lagunas que puedan surgir. De algo podréis
gozar, con algo podréis alegraros, de alguien podréis sufrir y entristeceros.
Pero sucedió y forma parte de nuestra historia de Alcalá. En adelante lo que
podáis leer en el blog, llevará como título genérico el de “Pequeñas historias”.
Quisiera
creer que puedan ser acogidos estos escritos, con el mismo interés, al menos,
con las que este pobre escritor os lo escribe. Son cosas vuestras y os la iré
presentando poco apoco para que podáis recordarlas. Vuestras son y a vosotros
os las entrego como propietarios que sois de ellas.
Mi
admirada escritora Carmen Posadas de nacionalidad paraguaya, nacida en
Montevideo, aunque lleva viviendo varios años en España, llegando a estar
casada durante un tiempo con el que fuera presidente del Banco de España,
Mariano Rubio, le pone el título a una de sus famosas novelas, el del “Pequeñas
infamias”, que fue “Premio Planeta” en el año 1.998. Yo, lejos de imitarla en
una de sus palabras, para mí nada más lamentable y deprimente que el de copiar,
le he puesto como ya dije más arriba, el de “Pequeñas historias”.
Es
natural; Alcalá es más pequeño, sus gentes de otra condición y sus hechos,
lógicamente, deben ser más pequeños y de menor trascendencia. Y que, aunque es
la primera de estas pequeñas historias, os contaré una que, sin proponérmelo,
el protagonista parece ser el que esto
escribe; no hay nada preconcebido ni afán de protagonismo, aunque fuese pasivo;
solo que ocurrió al comienzo de una navidad de hace cincuenta y cuatro años.
Podría titularla algo así como “Un ciclón en Alcalá”. Éramos entonces jóvenes,
nos disponíamos a celebrar con entusiasmo la conmemoración de la navidad,
cuando de pronto ocurrió algo inesperado, terrible y angustioso; era de índole
natural. En la media noche del día veintidós de diciembre, sería en 1.958, se
desató, un vendaval, un huracán o como el público le dio en llamar un ciclón.
Ni que decir tiene sus lamentables
consecuencias. Nadie sabe qué pudo enfurecerle esa noche al dios del viento
Eolo, para que soplara con tal furia sobre nuestro pueblo. ¡Y vaya como sopló!
Tiró tejados, pequeñas habitaciones de las azoteas, derribó árboles, tumbó
postes de la luz, etc.
En
aquella época yo dormía en la SAFA solo, en la habitación que hay al final de
la galería de la primera planta, justamente debajo de la torre del “Convento”.
Que fuerza no tendría aquel tornado o lo que fuese que llegó a tirar trozos de
parte de la torre, con el correspondiente escándalo, ruido y peligro, romper
los cables de la decena de televisores que pudieran existir en Alcalá, cuyos
aparatos disfrutaban familias de la calle Real y la Alameda, natural, pero
cuyas antenas se situaban por la Plaza Alta y alrededores, llegando a tener los
cables de cada “tele” trescientos a cuatrocientos metros, de caída libre en el espacio.
Con tan nefasto motivo, estuvimos en el pueblo entero sin luz eléctrica desde
el veintidós de diciembre, hasta el siete de enero del siguiente año. Así como
a esos días hay quien los titula como “Navidades Blancas”, bien podríamos
titular aquellas fechas como el del “Navidades negras”; y fue así.
Yo,
no obstante, no me enteré de nada hasta el siguiente día. Así era, entonces mi
sueño.
José Arjona Atienza
Cádiz, 10 de
diciembre de 2012
1 comentarios:
Gracias, Don José, por sus "Pequeñas historias", por sus "Reflexiones", por su "Tiene arreglo", por sus "Palabras" por magníficos Sonetos... en fin, por todo cuanto escribe con su buen estilo y sencillez. Felicidades por todo ello de lo que soy un fiel seguidor.
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