El
Beaterio es un Convento de Monjas en Alcalá de los Gazules. Allí se forman
las aspirantes o postulantas, donde más
tarde, allí mismo ejercerán su apostólica labor. Es también un Colegio de niñas
y niños. El Beaterio es también, asimismo, una Residencia de ancianas. Pero
siendo todo esto y algo más, el Beaterio es bastante más, es mucho más. El
Beaterio es distinto. El Beaterio es amor, es entrega, es trabajo, constancia,
calidad. El Beaterio es ilusión, es lucha, es vida. El Beaterio le ha dado
formación y educación a casi medio Alcalá, sobre todo del elemento femenino.
Lleva más de dos siglos en esta línea, desde que D. Ángel de Viera lo fundara.
El Beaterio está en la cúspide de Alcalá, no solo por estar en lo más alto del
pueblo, junto al Castillo, sino porque está en el corazón de todos los
alcalaínos. Esto es lo que se ve desde fuera, porque su vida interior, íntima y
espiritual no se pueden difinir ni describir. El Beaterio es respetable y, en
tiempos difíciles, fue respetado. Quizás lo único junto al Santuario, donde se encuentra la Virgen de
los Santos.
El
Beaterio ha sido homenajeado a nivel provincial pero también ha conocido el
dolor en lo más profundo de su ser. De esto hablaré otro día. Conoció, soportó
y sufrió la tragedia de la carretera que se llevó a varias de sus hermanas. Lo
más digno de Alcalá es el Beaterio. Pero sus monjas no se lo tienen creído.
Todas las hermanas que lo componen son cercanas, amables, humanas.
El
Beaterio, sus monjas, están allí donde está la necesidad, la carestía, el
dolor. No necesitan que las llamen. Me acuerdo, a este respecto, de una
reflexión en verso, que dice así:
“El amigo verdadero
ha de ser como la sangre
que acude siempre a la herida
sin esperar que la llamen.”
Esto ha sido el Beaterio, lo es
actualmente y lo seguirá siendo en el futuro,no lo dudo. El Beaterio es el
faro, la luz que ilumina este pueblo de Alcalá. Alcalá sin el Beaterio no sería
el mismo, esto, seguro. Sería más inculto, con menos formación, con menos
consistencia. La mujer alcalaína le debe mucho al Beaterio. Eso se sabe y se
comenta.
Hay madres en Alcalá, muchas, y quizás
también algunas abuelas todavía, que recuerdan que ellas, sus hijas y nietas
estuvieron, en sus tiempos, en ese mismo Beaterio y allí, igualmente aprendieron
a cantar, a jugar, a rezar. Y aprendieron de todo. Todas estas cosas me han
inclinado a escribir este soneto, cuyo titulo dice así:
AYER, HOY,
MAÑANA
Fue ayer y en sus patios yo corría
y en la clase aprendía y estudiaba,
fue ayer, y en la “Cerca” yo cantaba
y quería y rezaba a María.
Hoy envío a mis hijas cada día
mientras yo en mis cosas me afanaba,
hoy, ayer, lo de atrás, lejos quedaba,
añoranza, niñez y lejanía.
Mañana no lo sé, no lo adivino,
que es la vida tan cruel que todo pasa,
y no siempre acabamos el camino.
Si al final, puede ser, todo fracasa,
solo aspiro, si falla mi destino,
me reciben las Monjas de esta Casa.
Alcalá en la provincia, y más allá, ha
tenido cierta influencia. En Cádiz se habla de Alcalá más que de ningún otro
pueblo de la provincia. Alcalá tiene su cultura. Tiene cientos de
universitarios, muchos en proporción a su población. Algo tendrá que ver en
esto el Beaterio. El Beaterio ha sembrado, y mucho, y ahora ya recoge la
cosecha. Si el Beaterio no existiera en Alcalá, el estilo de vida de sus
habitantes no sería el mismo. Sería otro. El Beaterio es imán que atrae, lima
que suaviza, lazo que une.
Sus alumnas, de muchas generaciones,
acuden al Beaterio el día de la Sagrada Familia, último domingo de Diciembre. Y
todas juntas lo celebran, se alegran, hablan del pasado, de recuerdos, de
vivencias. Y, por supuesto, en convivencia con las monjas. Y son agasajadas en
alegre refrigerio.
COMO UN FARO
Como un faro en la noche que ilumina
y socorre en la negra oscuridad,
otro faro, de fe y de verdad,
ha alumbrado la noche alcalaína.
Norte y sur de la vida femenina,
en la infancia, mayor, tercera edad,
fuente, sol, manantial de caridad,
de una entrega, que es luz casi divina.
Se han cruzado los puntos cardinales
y llegaron, ansiosas, a tu vera,
seducidas por ecos abismales.
Hoy aquí, los de dentro y los de fuera,
agobiados de ruidos mundanales,
disfrutan de la paz de la palmera.
El Beaterio aglutina al elemento
femenino alcalaíno. Y surgen nuevas vocaciones que puedan continuar tanta labor
emprendida.
El Beaterio no morirá en Alcalá, aunque
algunas de sus monjas vayan desapareciendo.
Y pido que esto no ocurra tan
fácilmente.
José Arjona Atienza
Alcalá, 28 de febrero de 2013
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