NO A PEDRADAS
Hace
unos días, un artículo sobre el Papa Francisco, con motivo del lavatorio de los
pies del Jueves Santo, a un grupo de jóvenes, entre los que estaban dos féminas
-una de ellas mahometana-, ha desatado una violenta polémica entre grupos
integristas y la Iglesia más vanguardista. Los ultraconservadores acusan al
Papa de “confusión litúrgica” por no seguir la costumbre de lavar los pies el Jueves Santo, sólo a los
hombres, y por renunciar a impartir la bendición “Urbi et Orbi” en distintos
idiomas.
El
liturgista Adolfo Ivorra, doctor en Liturgia por la Universidad de San Dámaso
de Madrid, profesor del Centro de Estudios Superiores Litúrgicos de León y
fundador de la “ewe Lex Orandi”, dedicada a la interpretación de la Liturgia,
en su vertiente más ortodoxa, acusa su estupor ante un cambio de 180 grados en
las formas litúrgicas del Papa actual, y el no obedecer las rúbricas del rito
romano y meter el relativismo en casa.
El
hecho ha desatado una serie de
comentarios, muchos de ellos con expresiones y palabras violentas. Los
conservadores andan escandalizados e incluso piden oraciones para que el Papa
sea más obediente a los ritos litúrgicos. Los vanguardistas alaban que el Papa
haya abierto las ventanas sin miedo alguno a los resfriados de los embelesos
litúrgicos.
Algunos
comentaristas conservadores creen que se trata de un enfrentamiento innecesario
y que es mejor dejar las cosas tal como están. Otros, en cambio, opinan que nadie
se puede oponer a lo que dicen los liturgistas, pero los vanguardistas aducen
que necesitamos gestos más humanos y un acercamiento del Papa a la gente más
cercano, lejos de una liturgia antievangélica de ritos. Las críticas han
llegado a muchos países, hasta el punto de que el portavoz vaticano, Federico Lombardi,
tuvo que salir al paso y restar importancia a los comentarios y habladurías
salidas de tono.
Realmente,
resulta ridículo entablar una polémica por la cuestión. El mismo Cristo fue poco
entusiasta de los ritos y celebraciones seudolitúrgicas o tartufas. Lo único
que nos dejó como encuentro y diálogo entrañable de la comunidad fue una cena,
centro y síntesis de todo lo demás. Es ahí donde nos alimentamos con el pan y
la palabra.
.
Las
dificultades que viven muchas personas son más que suficientes para no resolver
estas cuestiones con violencia, aunque sea sólo con palabras. Más cristiano es
remover los obstáculos para encontrarnos -unos y otros- por medio del diálogo y
la comprensión. Nadie nos puede imponer la censura para hablar con libertad,
pero todos los cristianos nos podemos exigir la caridad y el amor para
encontrarnos en la pluralidad. No a pedradas.
JUAN LEIVA
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