miércoles, 8 de mayo de 2013

A PRIMERA VISTA - JOSÉ LUIS SAMPEDRO


Nacer en Barcelona (1/2/1917); morir en Madrid (8/4/2013); repartir 96 años de vida entre Tánger (Marruecos), Santander, Inglaterra y USA; dar clase en la Complutense; ser subdirector general del Banco Exterior de España; escribir poemas, cuentos, novelas y artículos; aceptar entrevistas y debates en televisión e intervenir en un largo elenco de conferencias, cinematografía, teatro;  enseñar en las universidades de Salford y Liverpool; crear con otros profesores el Centro de Estudios e Investigaciones (CEISA); ser designado “Lecturer” en la Universidad norteamericana Bryn Mawr College y volver a España para pedir la excedencia en la Complutense y poder escribir novelas. Con El caballo desnudo, desahogó sus frustraciones y fue nombrado Senador por las primeras Cortes democráticas hasta 1979, es abrir un abanico tan extraordinario de actividades, que muy pocos españoles podrían ostentar con éxito un margen de vitalidad tan amplio y una estela de luminosidad de tanta irisación.

Y, sin embargo, no es todo esto lo más importante. Es su pensamiento, sus conocimientos y su espléndida claridad expositiva, las que han sorprendido durante un siglo a sus lectores en todo el mundo. El célebre periodista y entrevistador Jordi Evole, que ha recorrido toda Europa haciendo osadas y difíciles entrevistas, decía después de haber entrevistado a José Luis Sampedro, que era la entrevista que, sin duda, le había dejado más satisfecho, más sereno, la mejor de todas. Ha sido nombrado Académico de la Real Academia Española; investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Sevilla en el 2009; Premio Internacional Menéndez Pelayo en el 2010; Premio Nacional de las Letras Españolas en el 2011, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá en el 2012. Ejerció su humanismo crítico y prologó la edición española del libro ¡Indignaos!  de Stephane Hessel.

He aquí un artículo de su clarividente pensamiento, titulado “El tiovivo político”: En toda sociedad humana existe una minoría que manda y una mayoría que obedece. La primera impone sus leyes, a las que llama Justicia, y defiende sus valores (consagrados con el nombre de orden natural o revelación divina) y sus intereses, presentados como el bien común o el interés nacional. Esa mayoría mantiene la situación gracias al sistema educativo, a la influencia sobre la opinión, por diversos medios y, en su caso necesario, por el uso de la fuerza. Entre la mayoría sometida, existe una minoría crítica y disconforme que lucha por el cambio a fin de instaurar otro orden social más justo y más equitativo, dispuestos para ello a la revolución. Si la revolución triunfa y se instala en el poder su Justicia se va poco a poco transformando en leyes, su orden social impone los valores del grupo, que mantienen también mediante la educación y los mismos medios que sus predecesores, incluso la fuerza. ¿Se vuelve así a la situación anterior? No exactamente. Los unos y los otros aprenden, ciertos progresos se mantienen. Factores externos alimentan ciertas actitudes, como el contacto con otras sociedades y, sobre todo, el progreso científico que introduce técnicas nuevas y, sobre todo, el progreso científico que introduce técnicas nuevas y erosiona creencias erróneas y “verdades eternas” supuestamente reveladas. Se avanza con alternativas: los reaccionarios interponen diques en el curso de la historia, pero el río de la vida se los salta por obra de revolucionarios que acaban en reaccionarios (J.L.Sampedro).

                                                                                              
JUAN LEIVA
                                                                                                           

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