ANÁLISIS DEL DOMINGO
“Cielo de junio, azul como
ninguno”
Las
fogatas de San Juan acusan que el verano llegó ya. Durante el mes de junio, el
sol brilla más horas que en los once meses del año. Pero las sombras de la
noche comienzan a ganar minutos y se cuelan, sin darnos cuenta, por las
rendijas de las ventanas, por los marcos de las puertas, por la cúspide de los
campanarios, por las copas de los árboles… ¡Qué virguería!
La
noche de San Juan es de origen pagano y está ligada a las hogueras y al
solsticio del verano. La finalidad de las hogueras era darle más fuerza al sol,
porque a partir de ese día se va haciendo más débil y, muy poquito a poco, los
días comienzan a ser más cortos. El fuego, además, tiene una función
purificadora para las personas. Por eso, todo el mundo se va a las playas, a
jugar como niños y a coger negritud para el cuerpo.
En
España y Portugal, la noche del 24 de junio está ligada a San Juan. Jerez tenía
una tradición local llamada “El toro de fuego”, pero se fue a la sierra . Una
multitud corría delante de un toro de latón que arrojaba material pirotécnico
como culto al fuego, hacían una gran
hoguera y la llamaban “Candelas de San Juan.”
En
Cádiz, la fiesta era conocida como “La quema de los Juanillos”. Marcaba la
llegada del verano y la gente se daba de noche el primer baño en el mar. En
otros pueblos de la provincia, también quemaban muñecos de trapo llamados
“Juanillos”, como si se tratara de una venganza contra los famosos.
En
los pueblos de la costa del Campo de Gibraltar, se hacen hogueras junto al mar
y es un espectáulo divisar toda la bahía de Algeciras ardiendo. Acude la
juventud y salta sobre las hogueras, se canta y se baila y dura hasta bien
entrada la noche. En los pueblos de la serranía, las costumbres están ligadas a
las grandes hogueras de la plaza principal.
En
Alcalá de los Gazules, los mozos se iban a la plaza Alta, hacían una gran
fogata y la saltaban hasta que el dios del fuego la consumía. Los niños iban a
ver cómo saltaban los mozos, pero éstos no dejaban que los niños se acercaran a
las llamas.
Los
agricultores solían decir: “En junio, segado; en julio, trillado; y en agosto,
encarnado; pero junio aguado, todo trastornado.” Y las mozas solían cantar: “En verano, por San Juan/ a la sombra de
los pinos/ qué bien se está/ en verano, por San Juan,/ llega la brisa del mar;/
y al pinar, a la orillita del mar.”
Juan
Ramón veía las noches del verano así: “Las
noches estrelladas, redondas, estivales,/Prolongan, a deshora, músicas y
farolas./Azul, la nada es de bonanza y cristales./ La luna se confía,
indolente, a las olas.”
A
los niños les gustaría que todo el año fuera verano, pero a los padres les
bastaría que sólo durara un mes.
JUAN LEIVA
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