T O R O S C E L E B R E S
A los
socios de la
Peña Taurina "Ruta del Toro"
de Alcalá
de los Gazules.
¡Malditos sean para siempre
esos toros traicioneros
que acabaron con la vida
de tantos grandes toreros¡
Si repasamos
la historia,
lo primero que aparece,
que nos viene a
la memoria
son esos tristes sucesos,
esas muertes dolorosas,
provocadas por los toros
célebres más que otra
cosa,
porque con sus astas fieras
puñales de vil
miseria,
le dieron renombre y gloria
a estas sonadas tragedias.
Perdigón era un miureño,
que maldito sea su nombre,
pues acabó para siempre
en el ruedo madrileño,
con el genio
pinturero,
con la gloria
de La Alfalfa,
el gran maestro
Espartero.
Y la noticia
llegó,
conmocionando a Sevilla.
Y Sevilla se enlutó,
Con la Giralda
volteando
su broncíneo campanario,
y el Giraldillo angustiado,
vestido de negro luto,
rezó llorando el rosario,
sobre su cielo
impoluto.
Toda Sevilla rezando
por el diestro
asesinado.
Toda vestida de negro.
Toda estuvo en el entierro;
toda la Sevilla
llana…
que con gran dolor,
llorando
se despidió del torero;
hombre bello y zalamero,
amor de las
sevillanas,
según nos contó Fernando,
el famoso ganadero
de toros con ojos
verdes,
que en las marismas pastando,
de muerte son
pregoneros.
El mal nacido Bailador,
otro toro traicionero,
que en Talavera una tarde
de feria y mucho
calor,
entre sus cuernos malditos,
destrozó con muerte negra
el arte de
Joselito . . .
Era clavel y alegría,
tan temerario
en el
ruedo
que lo adoró Andalucía.
Cuando la arena manchó
muerto entre sus alamares,
Sevilla le lloró a
mares
y hasta el río se desbordó;
y arrancó los olivares
que se volvieron cadenas
de cobre, para abrazarle,
en el fondo de otra arena.
El bronce de los gitanos
le sirvió para esculpir
su mausoleo a Mariano,
con tal arte
en su buril,
que hasta se siente
el sufrir
que padece el pueblo llano.
Duerme El Gallo sevillano
cerca del Guadalquivir.
Granadino se llamaba
el toro que se llevó
a Ignacio volando al cielo.
Como un rayo ejecutor
de color rojo escarlata,
queriendo hacer
un alarde,
se lo colgó de
las astas
y lo lanzó por el suelo
. . .
eran las cinco en la tarde.
No se prendó
el gran traidor
del frescor de sus poemas;
no respetó la finura
de un magnifico escritor;
ni su bella galanura
de gran amante y mecenas.
¡Dios, que infortunado nombre!
¡Que injusto que es el destino!
Pues el mejor granadino,
poeta de piel morena
y en el mundo
de renombre,
presintiendo la
gangrena,
a las cinco de la tarde
le lloró con desconsuelo,
el alma rota
de pena,
porque no quería
mirar
su sangre sobre la arena,
ni sobre su cuerpo un
velo
oliendo a flor de azahar.
La mezquita está llorando
gotas de sangre inocente.
Un ermitaño en la sierra
vestido de penitente,
recogido está rezando,
por las almas de esta
tierra.
Con la pena en
los pinceles,
desde su tumba reciente,
Julio Romero pintando
los flecos de sus caireles.
Toda España está negando
que la noticia sea cierta;
todas sus gentes rezando,
y Córdoba está despierta.
. .
Y el Guadalquivir
está . . .
manando caños de sangre
a compás de soleá.
¡Manolete se llamaba!
En tauromaquia el primero,
todo el mundo lo afirmaba.
Pero una tarde agosteña,
ya casi en
los días finales,
toro de raza
miureña,
y el nombre
infame de Islero;
en la feria de Linares,
como si fuera un mal sueño,
terminó, ya casi muerto,
con la vida del
torero.
Hoy suena en Santa Marina,
y el Cristo de los Faroles,
y hasta en la plaza del
Potro,
cuando aprietan las calores
en los finales de agosto,
la guitarra cantarina,
que en noches de amor
y mosto,
nos recuerda los sabores
de aquellas manoletinas . . .
Francisco Teodoro Sánchez Vera –
Roma
M A N I F I E S T O:
En estos
tiempos en los
que el ARTE
DEL TOREO, está siendo atacado (desde todos los ángulos y con tremenda ferocidad) por personas y asociaciones
antitaurinas, protegidas y amparadas por la Constitución y con pleno derecho para hacerlo; somos un
pueblo libre y como tal, cada cual puede expresar libremente sus ideas.
Bien, pero PIENSO que aquellas otras personas a las que nos entusiasma el toro y el toreo y que respetamos, aunque no compartamos, la opinión
de esas otras personas y
colectivos, que tienen una manera distinta de ver esta fiesta trimilenaria de la que tenemos nosotros, y con nosotros otros pueblos europeos, que incluso lo han
declarado BIEN DE
INTERÉS CULTURAL A
PROTEGER, como lo ha hecho
el Parlamento francés, también tenemos derecho a decirlo.
DEBEMOS
EXPONER, con absoluta
libertad, nuestro punto de vista sobre LA FIESTA DE LOS TOROS. Con la cara alta y apoyados en el alto conocimiento que tenemos de la tauromaquia, hagamos pública nuestra opinión. Si nos callamos le damos la razón a los que no piensan como nosotros. Yo quiero ejercer libremente la oportunidad que me proporciona el vivir en este país democrático, al que amo profundamente, y dejar este pequeño apoyo al ARTE DEL
TOREO y su
larga historia.
En
estos versos trato
de la muerte
de cuatro grandes figuras
del toreo, muertes
provocadas por las
heridas que le infligieron los toros en el ruedo. Estos cuatro toreros fueron: El Espartero, Ignacio Sánchez Mejías, su cuñado Joselito el Gallo y
Manuel Rodríguez “Manolete”. Un homenaje a su memoria
y a la de muchos más
que murieron pensando en alcanzar la gloria, y en muchas ocasiones, alejar el
hambre con sus dotes para el toreo. Con ello solo espero recibir para mis gustos, el mismo
respeto y el
mismo trato, que yo practico conscientemente, por los gustos y
aficiones de los demás: Un respeto
absoluto.
Francisco
Teodoro Sánchez Vera
7-2013
0 comentarios:
Publicar un comentario