domingo, 20 de octubre de 2013

Y LLEGÓ EL CAMBIO


No siempre se ha vivido igual, nos hemos guiado por las mismas costumbres, ni hemos usado idénticos esquemas de vida. Desde hace unas decenas de años, tres, cuatro o cinco, nuestra vida ha sufrido un cambio radical; el cambio se esperaba y se deseaba. Todo lo que nos guía por una vida de carril, monótona y uniforme hay que descartarla. El ser humano es progresista por naturaleza. La quietud, la conformidad, la resignación no son actitudes apropiadas a nuestro afán de progreso y mejoría. De ahí surge nuestra ilusión de “soñar despierto”. Todo sueño de esta naturaleza es un deseo de que algo, de lo cual carecemos, se cumpla. Ahí está la famosa obra de D. Pedro Calderón de la Barca, que en una décima nos dejó escrito:
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidado le ofrece,    
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza.

Sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión
todos sueñan lo que son
aunque ninguno lo entiende.

Y no se entiende porque la vida en sí ya es un misterio, el primer misterio. ¿Por qué y para qué estamos aquí en este mundo? ¿Por qué nosotros y no otros? ¿Por qué fui yo elegido para nacer en lugar de otro ser? ¿Cual es el sentido de la vida? ¿Qué debo hacer en ella? y no hablemos de los misterios existentes después, en el más allá. ¿Qué nos espera? ¿Con quién? ¿Cuántos? ¿Dónde? ¿Cuánto? Así terminaba un poeta su poema:
“De qué me aflijo,
de qué me espanto,
loco debo de ser
pues no soy santo”.

¿Que sabemos nosotros lo que nos ocurrirá mañana, o el próximo mes o el año que viene? Por este camino nos conduciría quizás a la locura. Por eso no debemos ahondar tanto. Es mejor creer que saber, pues la respuesta a tantos interrogantes no la encontraremos nunca.
Somos como un pequeñísimo átomo, protón o electrón en un mundo que es un grano de arena de la playa, componentes a su vez de millares de sistemas solares y millones de galaxias. Y en esto sí que no vale soñar. Carecemos de capacidad. Nuestros sueños están a ras de tierra, de uso diario, de escaso valor. Y así nacerían nuestros ideales, que vienen a ser como sueños.
Y llegó la hora del cambio y nos pusimos a cambiar sin descanso. Y conseguimos tanto que, a veces, no nos lo creemos nosotros mismos. Y siempre fue para mejorar. He conocido a alquilen que cuando Amstrong puso el pie en la Luna el 19 de Julio de 1969, no se lo creyó; llegaron a decir que eso era un invento de los americanos, allí en el desierto de Nevada o Nebraska. Qué más da. Hubo también quién al comenzar la emisión de la única cadena de televisión, la Primera, y, al pronunciar “buenas tardes tengan ustedes” el locutor de turno, algún espectador contestara suavemente, con una leve inclinación de cabeza “Buenas tardes”. La lógica casi era aplastante; si yo lo veo a él, él me puede ver a mí, y así se guardaban los modales y la educación. Tú me saludas y yo te respondo.
¡Cuánto ha evolucionado el mundo, Señor, desde los tiempos de Cromagnon o Neandertal! ¡Y la que tendrá que llegar! Pero eso, claro ¿quién lo verá? Anotemos unas cuantas cosas que han cambiado nuestra vida. Ha cambiado el español inculto por el universitario, el matrimonio por la pareja, el casamiento en la Iglesia por el Ayuntamiento y el Alcalde o un Concejal enfrente. Vino el cambio del machacandero por la trituradora, la barra de hielo de 10 kgs. por el frigorífico, el hornillo de carbón por la vitrocerámica, la sartén por la freidora eléctrica, la parrilla de carbón por el microondas, la estufa de picón por la eléctrica. Ha cambiado la 1ª Comunión del niño/a con sus compañeros por un acto de carácter civil, se ha cambiado el entierro por la incineración, las trébedes por el gas ciudad, las escaleras por el ascensor, la maquinilla de afeitar de cuchillas por la eléctrica, el colchón relleno con hojas de mazorca por el tapiflex, la máquina de escribir por el ordenador, las gafas por las lentillas, el telegrama por el SMS, el abanico por el aire acondicionado, el disco de vinilo de grandes dimensiones por el mp4. Hemos cambiado la yunta por el tractor, el carro por el coche y el camión, el tren de carbón por el AVE, la tienda de la esquina por los grandes almacenes, la hoz de segar las mieses del campo por la máquina segadora, se ha cambiado el carril y el camino de piedras y tierra por la autovía y las autopistas. Hemos cambiado el cine por la televisión, el mapa por el GPS, el estanque y la alberca de huerta por la piscina climatizada, la producción de energía eléctrica del pantano o embalse por la central nuclear o los “molinos de viento”, el libro de toda la vida por el eBook, el cigarrillo de tabaco liado con sus dedos por los ancianos del pueblo, por el porro y la cocaína, etc., etc.
Y las novedades que han surgido sin recurrir a cambio, como el televisor, el globo por el avión, ordenador, internet, el whatsapp...
El pueblo andaluz, alegre, divertido, agudo, burlón, acogería en su momento, todo este cúmulo de novedades, de muy distinta manera, y de cuyos temas se surtiría, en gran parte, las pícaras y chispeantes letras del famoso Carnaval de Cádiz. En este caso cabría afirmar que todo el día es jolgorio y todo el año carnaval. Pues de lo contrario habría que afirmar como el dicho: “Un santo triste es un triste santo”.



José Arjona Atienza
Alcalá, 11 de septiembre de 2013

1 comentarios:

Paco Gil dijo...

Interesante como siempre, Don José.

El tiempo que hará...