jueves, 24 de abril de 2014

PREGÓN DE SAN JORGE 2014 - ALCALÁ DE LOS GAZULES

“Tomad las armas de Dios para que podáis resistir en el día malo, y después
de haber vencido todo, manteneros firmes".

Estad pues alertas; ceñida vuestra cintura con la Verdad, y revestidos de la Justicia como coraza; calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios…”  (Efesios 6,13-17)

Rvdo. párroco Francisco Núñez, y Padre Juan, Ilustrísimo Sr. Alcalde y corporación municipal, hermanas del Beaterio, autoridades civiles, militares y religiosas, pregoneros y pregoneras de años anteriores, familia, amigos, hermanos y hermanas, bienvenidos y gracias por vuestra presencia y apoyo.

De nuevo me encuentro entre vosotros como voz que proclama, que pregona…voz que se hace eco de aquello que ha visto y oído. Voz que habla en nombre de Otro, como Juan el Bautista.

Y soy consciente que ser voz es una gran responsabilidad, pues me exige, para ser creíble, una coherencia de vida.
        
Me presento ante vosotros haciendo mía otra vez, las palabras de San Pablo ahora a los Corintios:

“Y me presenté ante vosotros débil y temeroso. Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría sino que fueron una demostración del poder del Espíritu”.

Esta es mi confianza y por eso me atreví y me arriesgué a decir que sí. Pues os tengo que confesar, que cuando recibí la propuesta de pregonar a nuestro patrón, tuve la gran tentación de eludir dicha tarea, al sentirme incapaz por el peso de las obligaciones, la falta de tiempo o el miedo a enfrentarme a tal cometido. ¡Además! ¡atreverme a pregonar a nuestro patrón cuando quien me entrega el testigo es alguien como Jesús Cuesta Arana: pintor, escultor, artista, hijo predilecto¡. ¡Es una osadía!
Pero sentí en mi interior que “la fuerza se realiza en la debilidad”, y me lancé con ilusión a esta aventura, poniéndome desde entonces a la escucha de nuestro mártir y patrón, San Jorge, a quien corremos el peligro de relegar a unos días de abril, e incluso, celebrar su fiesta, pero sin él.

Y ciertamente creo tiene mucho que comunicarnos.

Agradezco a Jesús sus palabras de presentación tan originales como cariñosas; son entrañables, pero exageradas, fruto del gran aprecio que siempre me mostráis. Gracias Jesús, por abrir ese álbum de mi vida, cargado de imágenes, de sentimientos, de personas, de regalos…

Lo que soy y lo que tengo, no es mío, pues todo lo he recibido.

Me siento vasija de barro que porta un gran tesoro, que os pertenece.

Y, como dice el refrán, “no es bien nacido quien no es agradecido”. Y yo tengo mucho, pero mucho, que agradecer, porque he recibido y recibo en abundancia.

De mis padres, por supuesto, a quien tanto les debo; de mi familia, gran riqueza; de las hermanas del Beaterio,  inmenso don; del pueblo de Alcalá y de muchas personas que providencialmente se han cruzado en mi camino; unas, nos contemplan y acompañan desde los balcones del Cielo; otras, caminan peregrinas, compañeras, por las sendas de la vida.

¡Gracias a todos y a todas! Sería una lista interminable de agradecimiento, porque ciertamente me siento afortunada pues por los recovecos de mi vida  siempre he encontrado y encuentro, mucha gente buena.

Y gracias por confiar en mí para llevar a cabo esta misión que ha supuesto una oportunidad de reflexión, de meditación… tan necesaria en nuestra ajetreada vida cotidiana.

Desearía ahora invitaros a centrar nuestra mirada en el auténtico protagonista de esta noche y de estas fiestas: SAN JORGE.
En la tradición cristiana, San Jorge  es el gran vencedor del dragón. Según algunos autores, nació  hacia el año 280 en Siria, y según otros en Capadocia (Turquía).

Sus padres, de acuerdo a la tradición, eran labradores y ricos; por lo que Jorge recibió una buena instrucción, además de una buena educación cristiana. En otras versiones de su historia, se dice que su padre era militar y que por ese motivo siguió sus pasos.

Jorge sirvió en el ejército romano y llegó a ser nombrado capitán del palacio que el emperador Diocleciano poseía en la ciudad de Nicomedia. A comienzos del siglo IV este mandatario adoptó ciertas medidas para eliminar del ejército de Oriente todo lo referente al cristianismo, por lo que muchos soldados decidieron renunciar.

La persecución de los cristianos se extendió por toda Asia menor.

Jorge decidió defender públicamente su fe. Repartió sus bienes entre los pobres, y dio libertad a los pocos esclavos que a su servicio tenía.

Se presentó al emperador y declaró que era cristiano; éste, sorprendido, intentó convencerlo de adorar a los dioses, prometiéndole grandes distinciones y dignidades; y lo amenazó con durísimas penas si no realizaba ese mandato. Pero el capitán Jorge afirmó que él nunca dejaría de adorar a Cristo.

Entonces el emperador le declaró la pena de muerte. Sufrió el martirio y después fue decapitado.

Su cuerpo se trasladó más tarde a Lydia, población de Tierra Santa, como, supuestamente, él había dispuesto.

Pero cuenta la leyenda, que recorriendo el Norte de África, a lomos de su caballo blanco, llegó a una región de Libia donde las gentes vivían aterrorizadas por un dragón que habitaba en una caverna próxima a un lago pantanoso. Para aplacar la furia del dragón, los habitantes de la comarca tenían que ofrecerle cada día, un joven, una doncella o un niño, que era elegido por sorteo y que era entregado a la bestia. Así habían perecido ciento de víctimas. Y, cuando tocó el turno a la hija del rey, llegó San Jorge a la zona donde el dragón tenía su morada, se colocó el yelmo, enristró la lanza y galopó contra el reptil, acabando con él.

La lucha contra el dragón se pierde en la noche de los tiempos y es un motivo universal y de raíces milenarias que figura como elemento central en la cosmovisión y la iconografía de casi todas las culturas tradicionales: el paladín de la luz lucha y vence a la bestia abismal.

En el fondo todos nosotros hemos de luchar – y vencer- algún dragón.

Pero, ¿qué mensaje nos puede ofrecer hoy, en pleno siglo XXI la imagen de San Jorge?

¿Qué puede decirnos este joven y valiente soldado con yelmo y coraza, montado en su caballo blanco, rematando al dragón con su lanza?

¿Qué puede decirnos a los hombres y mujeres de la era de la tecnología, los medios digitales, la telecomunicación, los espacios virtuales, la informática, la cultura de la posmodernidad?

En primer lugar, San Jorge nos está invitando a combatir. En unos momentos tan duros para muchos, donde experimentamos con frecuencia el cansancio, el desánimo y a veces, casi la desesperanza, él nos llama a afrontar los obstáculos, a ser intrépidos, a no dejarnos derribar por la adversidad; llevando las alforjas de las tribulaciones cotidianas, no con almas de desesperados, sino con la serenidad de quien sabe que le guarda Dios en el hueco de su mano.

Quizás, ante su imagen, cabría también preguntarnos, ¿cuáles son nuestras armaduras que nos protegen o nos ayudan? ¿Cuáles son las que nos impiden crecer?

¿Y nuestras lanzas? ¿Qué armas tenemos para vencer aquello que nos destruye?

¿Nos revestimos de las que nos indicaba San Pablo: la Verdad, la Justicia, La Paz, la Fe…?

¡Hay tantos dragones que vencer! No permitamos que nos atemoricen ni se sacrifiquen más víctimas.

¡Hay tantos dragones que vencer!

Cada día veinticinco mil personas mueren devoradas por el dragón del hambre; ciento sesenta y cinco millones de niños viven amenazados por el dragón de la malnutrición; a miles de personas se las traga el mar, empujadas por el dragón de las mafias, el tráfico o la ilusión de llegar a un paraíso que no existe; otras son asesinadas por el dragón de la violencia; o aplastadas poco a poco por el de la droga.

¡Hay tantos dragones que vencer! El paro, las guerras, el terrorismo, los rencores, el maltrato, la soledad, la pobreza, la marginación…

¡Hay tantos dragones que vencer!

No podemos quedarnos con los brazos cruzados. Ni caer en la tentación de la indiferencia, como nos advierte el Papa Francisco.

Nos acostumbramos a los dragones, ¡mientras que no nos molesten a nosotros! ¡No! San Jorge tomó partido. Se jugó la vida. Se la complicó. Porque hizo suya aquellas palabras de Mateo 25: “Lo que hicisteis con algunos de estos mis pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Nos está pidiendo que como él se jugó la vida por luchar contra el mal y liberar al oprimido, nosotros, cada día, nos la juguemos también.

Jugarnos la vida, para que otros puedan vivir; siendo capaces de renunciar al tener por encima de todo y favorecer el gran milagro del compartir.

Jugarnos la vida con la justicia, dando a cada uno lo que le corresponde, potenciando la honradez, aunque ya no esté de moda.

Jugarnos la vida con nuestra coherencia, no viviendo esclavos de la sociedad materialista y consumista.

Jugarnos la vida para devolver las fuerzas a las manos cansadas y poner firmeza en las rodillas que flaquean.

Luchar para que el desierto de este mundo sea transformado en jardín.

Atrevernos a ser diferentes, no dejando que se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos.

Y vivir con pasión la pequeña aventura de cada día, sin desentendernos de quien nos necesita.

Bien dice un himno del oficio de lectura de mártires: “Martirio es el dolor de cada día, si en Cristo y por Cristo es aceptado”.

San Jorge nos llama a realizar “esos pequeños gestos” que aparentemente no sirven para nada, pero que sostienen la esperanza de las personas y hacen la vida un poco más amable.

Nuestro patrón, nos empuja a liberar a los hombres y mujeres de todo lo que bloquea el crecimiento o deshumaniza la vida.

Sin olvidar que la fuerza más poderosa del mundo es el AMOR. Y que sólo se vence al mal con el bien.

Señor San Jorge,
Patrón de Alcalá,
Mártir, testigo,
ejemplo a imitar.

Te presentamos hoy,
los niños, los jóvenes,
las princesas de Alcalá,
que están esperando
un joven valiente,
atrevido y coherente
que los venga a liberar.

Te presentamos San Jorge,
los sufrimientos de nuestro pueblo,
que claman cada día,
soñando  un nuevo despertar.

Te presentamos a los enfermos,
a los tristes, a los que
dejaron de esperar;
a los débiles,  a los marginados,
a los que viven en soledad.

Te presentamos a tu pueblo,
con toda su necesidad.
¡Ayúdanos San Jorge
a luchar contra todo mal,
y concédenos la fortaleza
para poder amar!

Y como el AMOR es gozo, San Jorge suena a fiesta, a luz, a música, a encuentro.

Sin duda la fiesta de San Jorge puede presumir de enorme popularidad entre los alcalaínos y alcalaínas y entre los que no lo son.

La Plaza Alta, coronada de bombillas, rodeada de chiringuitos y puestos, sonríe satisfecha porque al menos, algunos días, deja de ser aparcamiento y recupera su identidad de plaza.

Se dispone a recibir con las puertas abiertas a todo aquel que guste de compartir la alegría de la celebración.

Jóvenes, niños, mayores… todos tienen su sitio y son bienvenidos. Nos codeamos, empujamos, compartimos espacio, consumiciones y charla.

La fiesta de San Jorge puede ser reflejo de la gran ilusión de la fraternidad; puede ser símbolo de la convivencia y el respeto mutuo.

Sin distinciones, codo a codo, viviendo la satisfacción de la comunión, favoreciendo el gran milagro de la convivencia humana.

Saboreando lo sabroso de la amistad, recuperando el valor de la escucha y la comunicación a pesar de la música.

Ni la lluvia, ni el viento, ni el calor ni el frío, pueden frenar estos días esos deseos de desconectar con la rutina, con las prisas y los sinsabores.

San Jorge es una oportunidad de apostar por la cultura de la vida. Comer juntos, bailar juntos, reír juntos, relacionarnos, encontrarnos… Paladear la fiesta en su justa medida.

Si celebramos la amistad, la verdad, la ternura, el encuentro… estamos festejando a San Jorge.

Si estrechamos nuestras manos, y abrimos nuestros corazones, estamos celebrando a San Jorge.

Si acariciamos la auténtica libertad y recuperamos el preciado arte de la conversación, estamos celebrando a San Jorge.

Si olvidamos las discordias, las divisiones y las rencillas, gustando el convite de las diferencias, estamos celebrando a San Jorge.

Si apostamos por la educación, la cultura y el compromiso de todos, estamos celebrando San Jorge.

Pero… ¡cuidado! Si nos atrapa el desenfreno y perdemos el control, si el alcohol se adueña de nuestra voluntad y nos zarandea a capricho; si perdemos el respeto, el orden y la sensatez; si nos atrincheramos en nuestros egoísmos y nos cerramos al otro, entonces, no celebramos a San Jorge, nos estamos aliando con el dragón.

¡Cómo vamos a conmemorar a quien entregó su vida por amor, destruyendo las nuestras!

San Jorge nos llama a la auténtica alegría, al gozo del vino nuevo, a la nostalgia de una única mesa en la que comamos hermanados panes de justicia.

Desde su lugar privilegiado en esta parroquia, en lo más alto de nuestro pueblo, nos reclama recuperar nuestra esencia más genuina.

Disfrutar de sentirnos una gran familia, donde cada uno no es extraño al otro. Poder seguir saludándonos cada mañana o cada tarde,  interesarnos por la salud de la familia, el trabajo, o cualquier vicisitud de lo cotidiano.

Sentirnos pueblo, poder seguir sentándonos en las plazas, la Alameda,  o La Playa, a respirar el aire fresco y limpio al caer la tarde; dejarnos sorprender por cada amanecer siempre nuevo y distinto con su estallido de colores o recibir la blancura de las nubes viajeras.

No ser desconocidos ni indiferentes. Experimentar el calor de la acogida, rompiendo distancias y diferencias.

Entonces podemos vivir en plenitud la fiesta de nuestro patrón, no sólo unos días corriendo las vaquillas, meciéndonos entre el miedo y la audacia, ensayando los capotazos que luego nos obligará a dar la vida.

Entonces lo festejaremos cada día haciendo nuestro su ejemplo de entrega y valentía.

San Jorge, patrón de Alcalá,
te presentamos hoy también
tu propia festividad.
Protege a tus gentes, condúcelas
por el camino derecho,
el que lleva a la felicidad.
Haz que disfruten de la fiesta
que emerja la alegría,
pero que no se pierda la razón.
Que en todo momento
el respeto, sea invitado de honor.
Que no se nos agoten
las provisiones de sentido,
¡danos un nuevo corazón!
Enséñanos a valorar
lo que vale de verdad;
haznos el regalo de la comunión.
Te lo pedimos para nuestra Iglesia,
pues tampoco es extraña
a la fragmentación.
Te lo pedimos para nuestro pueblo,
para nuestras familias,
para nosotros mismos y,
para el mundo entero.
Protégenos, cuídanos
Y haz que potenciemos
todo aquello que conduce
a construir ¡un mundo mejor!

Pero no celebramos el éxito de San Jorge. Su entrega, no fue fruto de un afán de poder, ni de dinero, ni de fama. San Jorge, se entregó por fe. Celebramos su fidelidad a Cristo.

Se comprometió por la fe. Y para nosotros, hoy, es ejemplo de fe, de compromiso y fidelidad.

Y, aunque, pase inadvertido, San Jorge, es testigo de nuestro proceso de fe.

Aquí, en esta parroquia del mártir San Jorge, renacemos a la vida nueva del bautismo.

Aquí, ante  su imagen, recibimos a Jesús por primera vez y confirmamos nuestra fe. Muchos, sellan su amor ante San Jorge;  y, ante él nos despiden cuando emprendemos el camino hacia la vida eterna.

Aquí, Diego Ángel de Viera, nuestro  fundador, oraba y meditaba, y descubrió su misión.

Y aquí, dentro de muy pocos días, tendremos el honor y la satisfacción de recibir a nuestra patrona: la Virgen de los Santos.

El patrón y la patrona, en un abrazo de complicidad. Él, San Jorge, matando al dragón, venciendo al mal; Ella, María de los Santos, la Madre, pisando a la serpiente, venciéndolo  para la humanidad. Él, San Jorge, por Ella; Ella, por Dios; los dos, nos señalan al Señor.

¡Qué esta parroquia se vista con las mejores galas! ¿No será tiempo de que los alcalaínos y las alcalaínas, le prestemos más atención?

¿No será tiempo de que le pongamos un poquito más de corazón?

¡Cómo vamos a permitir que se deteriore esta joya de nuestro pueblo, impasibles, dejando que con ella se duerma en el olvido años de historia, sentimientos guardados en los cofres de nuestros corazones, anhelos, vivencias, vida de fe?
¡Qué esta parroquia se vista con sus mejores galas! ¡Que se engalane para un torrente de fe!

¡El patrón y la patrona! San Jorge sabe que nunca estará solo en este mayo florido, cuando acoge ilusionado a la más bella flor.

Y, aunque no lo advirtamos, en sus labios se dibujará una sonrisa de satisfacción, porque al fin y al cabo, Él sabe, que lo que importa es decir que sí a Dios.

San Jorge, nos llama a responder con nuestras vidas al inmenso amor de Dios; que amor con amor se paga, decía Santa Teresa.

Él descubrió el tesoro y de todo se desprendió, entregando no sólo sus bienes sino a él mismo, como un servidor.

Nuestro patrón nos impulsa a la coherencia y a crecer en la fe, creyentes responsables, viviendo al estilo de Jesús, viendo la presencia sacramental de Dios en el hilo de los días.

San Jorge, patrón de Alcalá
acompaña nuestro itinerario de fe.
Te presentamos a la comunidad  parroquial.
Muchos miembros, un solo Cuerpo
y una sola cabeza: Cristo, El Señor.
Unos, sus manos; otros, sus pies,
otros, su voz.
Piedras vivas , hijos de un mismo Dios.
Te presentamos a los catecúmenos,
a los bautizados, a los confirmandos,
a los matrimonios y a todo fiel,
que participa de la vida de la fe.
Que ésta no sea un añadido,
sino nuestra razón de ser.
Que como tú, San Jorge,
nos implique, nos complique
y nos exija fidelidad.
San Jorge, modelo
ayúdanos a perseverar
en las dudas, las noches oscuras
O en el Tabor.
Danos la paciencia del sembrador
Que seamos buena tierra,
y cuidemos nuestro interior.
¡Hacen falta testigos!
Los frutos, ¡los pondrá Dios!

Y no quisiera terminar, San Jorge, sin antes felicitarte. Sí, felicitarte por tu fiesta, por tu coherencia, por tu testimonio y ejemplo de caridad.

Felicitarte por cambiar tu vida de soldado por la de predicador, comunicando tus propias convicciones a los demás, aunque con la muerte lo tuviste que pagar.

Y felicitarte, San Jorge, por tu pueblo, Alcalá. Por el verde de sus campos, el azul del cielo, por sus calles empinadas y sus casas blanqueadas; el canto de los pájaros, la brisa de la mañana, la música del viento y los colores de la alborada.

Pero, lo más bello del paisaje, son las personas. ¡Tantas personas sencillas, que gastan sus vidas, sin hacer ruido!, como algo natural, desviviéndose, dándose a los demás; haciendo lo que tienen que hacer, ¡enalteciendo el valor de lo pequeño!

Sus nombres no salen en los periódicos, ni en ningún programa de televisión, ni siquiera en el santoral, pero son ellas las que hacen que este mundo sea un poquito mejor.

Personas que viven a nuestro lado; personas que ayudan a vivir con su sola presencia. ¡Cuántos nombres llevamos todos escritos en nuestra memoria y en nuestro corazón!

Por todas esas personas que pasan haciendo el bien, comprometidas, escondidas, silenciosas, sin alardes, sin ostentación.

Por estas personas, orgullo de nuestro patrón, quisiera ahora finalizar, alzando la voz para proclamar:


¡Felicidades San Jorge, felicidades Alcalá!




Hna. Ana María Cordón Franco.
Hermana Mayor del Beaterio de Jesús, María y José
Alcalá de los Gazules, 22 de Abril de 2014
Parroquia del Mártir San Jorge 


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El tiempo que hará...