Durante los años
de mi niñez
y juventud en
Alcalá, no había feria
en el mes
de agosto. La
feria se celebraba
el mes de
mayo. Y era
una feria muy
diferente a la
actual. En aquellas
ferias las mocitas
no vestían trajes
de faralaes, ni
se escuchaban sevillanas
en el paseo
de La Playa. Eran
ferias de cantes
y bailes del
“gazpacho” a compás
de verdiales, de
pasodobles tocados por
la banda de
música de turno, de conjuntos musicales
de éxito, como
el de mi recordado
amigo Jesús Sánchez, padre del gran
Alejandro Sanz, y de
revistas flamencas en el
cine Gazul Cinema, que se alternaban con películas de Miguel Ligero, del Llanero
Solitario o de
Fumanchú. En los
años últimos, con más
comodidad y más
lujo, estos espectáculos
se celebraban en el
Cine Andalucía.
Por la
mañana la feria
se lucía en el ” Prao”;
desde la Venta de Tenería
hasta el molino
de Manuel de
la Jara. En
ese espacio , que se agrandaba
hacia la cuesta
de la Salada
y hasta el
puente y el
río, se mezclaban
ganaderos, corredores y un
número muy importante
de alcalaínos de
todas las edades,
con un numeroso
grupo de forasteros
que llegaban en
busca de negocio;
se movían entre cientos
de caballerías y algunos
ejemplares de ganado vacuno y bovino
o caprino. No
había mucha organización;
parecía más bien un gran campamento improvisado, que un mercado constituido
de forma legal desde hacía más de un
siglo. Estoy hablando
de los años
cincuenta y primeros
de los sesenta
del siglo pasado. Entonces
era una feria
de ganado de conocido prestigio
y muy antigua. La
compra-venta de animales funcionaba muy bien, se cerraban muchos “tratos”,
y la gente
se movía de
un grupo a otro, curioseando
la discusión del acuerdo, que se cerraba siempre
con un apretón
de manos.
Por la
tarde y noche,
el ambiente de la feria
se trasladaba a
la Alameda y La
Playa y hasta
el monte Ortega (lugar
que hoy ocupa el recinto
ferial). Eran ferias
de vino y
copas de anís, de
churros y piñonates, de cartuchos
de camarones y cangrejos moros, de trozos
de coco y de turrón, de barquillos y arropías. De circo en el
Hoyo y toros en la plaza de madera del molino de los Jara. En el pueblo se notaba la llegada masiva de
la gente del
campo luciendo sus mejores galas. Unas preciosas muchachas con sus largas trenzas brillantes y
su aspecto recatado y saludable. Para algunas,
eran los de feria, los únicos días del año
que bajaban desde
la sierra hasta
el pueblo.
Cuando Alcalá
se despobló trágicamente
en tan corto espacio
de tiempo, y quedaron
los patios medio
vacíos y las
chozas desiertas; dejaron
de ser necesarios
los animales que
ayudaban a los
hombres en sus
labores del campo.
El pueblo se
desangró en cuatro o
cinco años. Perdió
en ese tiempo
más de la
mitad de sus
hombres y mujeres. Se
quedó en lo
que es hoy,
porque nuestro pueblo, por
desgracia, ha prosperado
poco en los
últimos cincuenta años,
y lo poco
que lo ha
hecho, ha sido
por la lógica
inercia del progreso
del resto de
España. Los pueblos
de nuestro alrededor: Casas Viejas, Paterna, Medina y
Los Barrios son
municipios que han
aumentado todos su censo
y su actividad comercial, de
una forma muy
notable. Alcalá se
quedó dormida y
sigue dormida, quizás debido,
yo así
lo creo, a que
todavía no ha
sido capaz de
taponar la tremenda
herida que se
produjo en su
vientre. Una herida
mucho más profunda
que la de
los pueblos de
nuestro entorno, ya que estos
municipios se despoblaron
en mucha menor
medida que el
nuestro. Perdieron mucha
menos sangre joven
y poderosa que nosotros, por
eso han prosperado
mucho más.
Con los
campos vacíos y
sin necesidad de
animales, la feria de mayo
dejó de tener
sentido celebrarla. Y rápidamente se fue deteriorando,
y acabó desapareciendo. Se
hicieron varios intentos
de ubicarla en
diferentes fechas, pero
nunca llegó a
encontrar su encaje
ideal, por unas
u otras causas.
Hoy sí lo ha
encontrado, y al hacerla
coincidir con el
período vacacional de
muchos alcalaínos de
fuera, se ha asentado
cómodamente dentro del
calendario festivo local.
Las ferias de hoy día,
han perdido su
original función de
evento comercial, y
se han convertido
en un acontecimiento lúdico, un
foro de relaciones
sociales, y con una estructura
organizada para la
diversión de los
vecinos. Nuestro pueblo
tiene hoy un
digno recinto ferial,
en el que
los grupos de
amigos y familias, tienen un
punto de encuentro,
en el que
reúnen y se divierten todos
los años durante
una semana. Las
mujeres van vestidas,
en una gran
mayoría, con “trajes de
gitana”. Van preciosas
y decididas a
bailar sevillanas, a tomarse
una cervecita o
un “rebujito” con
su tapita de
jamón o del
magnífico queso de
cabra local. Llenan
de belleza y deslumbran con su espectacular
gama de colores
y alegría, las
calles y casetas
del ferial. Las mujeres
son las mismas,
los hombres son
los mismos, sin
embargo ha cambiado
el ambiente de
la feria de
este pueblo nuestro,
tan diferente a los
otros pueblos vecinos.
Este pueblo singular
y generoso. Este
pueblo, cuyos espacios
más importantes y
concurridos, no dejan
a nadie indiferente , ya que tenemos
una Playa sin
mar, y una
Alameda sin álamos.
Pensando en
nuestras mujeres, que tan
bellamente lucen su
palmito y transmiten
simpatía por las casetas,
con sus bailes
y su gracia,
he escrito este
poema, con mi
deseo de que
paséis todos unas
magníficas jornadas, alegres
y divertidas , en la
feria de agosto
de Alcalá. ¡¡Buena
Feria 2014!!.
“Me entusiasmo
al ver bailar,
con su
nativa elegancia,
a las
niñas del lugar
donde Dios sembró
la gracia:
que es Alcalá sin
dudar.
Van vestidas
de gitanas
y alzan
sus brazos al
viento,
brazos de
diosas paganas . . .
son el arte
en movimiento
por “alegría”
o sevillanas.
Sus hermosas
esculturas,
se desplazan
por el aire,
llenas de
gusto y finura
mostrando duende
y donaire
al componer
sus figuras.
Con su
candor y alegría
y su
gracia gaditana;
seña de
esta tierra mía;
lucen trajes
verde y grana
o azules
de la Bahía.
El arte
y la simpatía,
van por
calles y casetas
de ferias
de Andalucía;
paseando entre
peinetas,
zarcillos y
algarabía . . .”
Francisco Teodoro
Sánchez Vera.
Agosto de
2014
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