lunes, 29 de septiembre de 2014

LA ÚLTIMA ANDALUCÍA


Alguien ha dicho que “Andalucía es un nombre tan bello como equívoco.” Cuando bajamos de Castilla y entramos en Despeñaperros, un gran indicador informa:” ANDALUCÍA”. Al viajero se le escapa  una exclamación y dice: ¡“Ya estamos  en Andalucía la Bella”! En el puzle del mapa de España, Andalucía es un trozo triangular de la piel de toro, más grande que cualquier país de Europa. Ocupa la sexta parte de la península ibérica, con cerca de cien mil kilómetros cuadrados y las ocho provincias que el ministro Burgos diseñó.

Andalucía comienza en Castilla y termina en el Estrecho de Gibraltar, donde el Atlántico y el Mediterráneo se dan un abrazo y mezclan sus aguas sin racismo de ningún tipo. Son las dos orillas, la de Europa y la de África. La primera es el mito de la cultura, de la industria, de la riqueza, de la prosperidad. La segunda es la naturaleza aún pura, gracias a los desiertos, a la riqueza del oro negro y de los minerales amarillos,  de las selvas cuajadas de vegetación y de animales salvajes en reservas para los opulentos europeos. La llave de la puerta de Europa la tiene España;  la de África, Marruecos.

Los habitantes de Andalucía se llaman andaluces, son españoles, hablan el español y se expresan en el dialecto andaluz. Pero podríamos preguntarnos: ¿De qué Andalucía hablamos? Porque Andalucía hay muchas: la Andalucía prehistórica invadida por los neandertales en Gibraltar, africanos de color que llegaron por el Sur; y los cromañones, celtíberos de piel blanca que vinieron por el Norte.  

El geógrafo andaluz, Bosque Maurel, dice que Andalucía no es una región natural, ni por su relieve, ni por su clima, ni por su vegetación. Es un puzle caprichoso, según se mire. Por tanto, se puede hablar de dos andalucías: la Occidental Baja o la Baja Bética y la Oriental Alta o Esteparia. Otros hablan de tres: la Atlántica, la Mediterránea y la Esteparia. Otros, de cuatro: la Serrana, la Campera, la Costera y la Esteparia. Como consecuencia, se distinguen cuatro tipos de andaluces: serranos, camperos, costeros y esteparios.

José Manuel de Córdoba, en su “Reflexión cristiana sobre las culturas andaluzas”, distingue otras tantas andalucías: la fenicia, la griega, la romana, la moruna, la visigoda, la barroca, la romántica, la anarquista… De ahí que haya andalucías para todos los gustos. Los catalanes nos han vilipendiado por medio de Pujol, en su obra “La inmigración, problema y esperanza de Cataluña”, llamándonos “anárquicos, sin amor al trabajo y sin concepto de arraigo.” El cardenal Pedro Segura y Sáenz no se fiaba de los andaluces y trajo clérigos de Castilla y el País Vasco para misionar la diócesis hispalense.” Los vascos nos han tachado de “país independizado frente a las  leyes y  los derechos”. Y José Ortega y Gaset nos definió como “El país del paro”.

La última Andalucía es la de la última definición. Y se la debemos a los políticos corruptos. Pero los andaluces sabemos que Andalucía es tierra de poetas, de escritores, de descubridores, de misioneros con ébola, de santos líricos y de genios. Es una región pletórica de intensa luz, cubierta de un cielo más ancho que el mar y de una alegría más sonora que una plaza de Toros. Los foráneos quedan prendados de nuestra tierra, de nuestra filosofía y de nuestra solidaridad.
                                                                                                                                       Juan Leiva   


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