Se
celebraba en los primeros días de 1963,
la Feria y Fiestas con motivo de la Velada de Ntra. Señora de Los Santos,
patrona de Alcalá de los Gazules. Por las esquinas carteles anunciando tres
interesantes novilladas, con una baraja de toreros locales y provinciales,
organizadas por el empresario Francisco
Gago Romero, siendo alcalde Roque Fernández Gallego. En pleno corazón de la
Ruta del toro bravo, no podía faltar en la programación festiva, la cita con la
tauromaquia. Por aquella época el
turismo como motor económico empezaba a despegar, con Fraga Iribarne al
volante, siendo la ciudad alicantina de Benidorm, un claro exponente. Llegaron
las suecas, los bikinis, las playas se
animaban, mirones empedernidos no perdían ojos.
Los
Beatles hacían furor. Llegaron a España y se colocaron la montera por sombrero
en la mismísima plaza de Las Ventas. Mientras otros conjuntos como Los Bravos,
Brincos, Pekeniques, convivían con los primeros años gloriosos de Manolo
Escobar, Dúo Dinámico. El recordado Cortijo Los Rosales, un jardín romántico en
pleno Parque de Genovés de Cádiz, se convertía en un referente por obra de
Antonio Martín de Mora un empresario gaditano polivalente, sabio y serio, con las
actuaciones de Antonio Machín, Los 5 Latinos, Los 3 Sudamericanos, Raphael, Miguel
Ríos, Joan Manuel Serrat y los comienzos de Massiel y Rocío Jurado entre otros.
De Martín de Mora tengo muy buenos recuerdos, aparte de invitarme a la sala,
fue empresario unos años de la desaparecida plaza de toros de Cádiz. Cuando el
maestro Ruiz Miguel se tiró de espontáneo a un festival que toreaba Paquirri siendo
detenido. Antonio pagó la multa que le impusieron al torero y le dio 100
pesetas para que regresara a San Fernando. Ese gesto jamás lo olvidará el
isleño, quien años más tarde fue figura del toreo. Además Martín de Mora, antes
de actuar el artista pagaba en un sobre el contrato acordado sin firmar. La
mayoría que viven pueden dar fe de ello.
La
juventud algo encorsetada por la censura, empezaba a bailar el Twist,
Rock&Roll. La minifalda se hacía
notar y bien, en las jóvenes. Los utilitarios como el 600 y otros modelos de la
gama Seat, como el 1400-C y 1500 se dejaban ver en las carreteras. El Real
Madrid, empezaba a ganar copas de Europa y llenar los estadios. Decían que era
el equipo del régimen. Apareció como un huracán un joven novillero, mas listo
que el hambre, que se anunciaba El Cordobés y había nacido en Palma del Río, con
su leyenda de roba gallinas. Empezó con fuerza poniendo el cartel de “no hay
entradas” por donde actuaba. Los billetes se los llevaba, ganando más que nadie
y así empezó a forjarse el mito del “melena”, para más tarde mandar en el toreo. Llegaba
pronto a las masas por su personal estilo, entrega y valor, con un juego de
muñeca dominador y poderoso. Acudía a las cacerías de Franco, consiguiendo
hacerse una fotografía, que recorrió todas las redacciones de periódicos y
revistas de la época, y hasta toreó un festival benéfico en El Pardo. Su primer
apoderado, el popular Rafael Sánchez “El Pipo”, sabia tocar bien las teclas.
Las plazas se llenaban, logrando hacer volver a muchos aficionados algunos
retirados. La confirmación de alternativa en Madrid y su grave cornada de ese
día, con las cámaras de TVE por testigo, hizo aumentar su popularidad. Ganó
dinero y los que estaban a su alrededor. En esos momentos el país necesitaba de
un genio como el Benítez. Un fenómeno sociológico en toda regla.
En
Alcalá, la feria y Romería tenían, como
siempre su tirón. Había público para todo y además aficionados a los toros, por
ello la empresa arriesgó montando esa miniferia taurina de tres espectáculos,
instalándose la plaza portátil, sin callejón, en el “Hoyo de la Fábrica”. Las
tabernas solían estar llenas, especialmente Casa Pizarro y La Parada, en pleno
paseo La Playa, epicentro de la feria. La caseta Municipal con su sello
personal acogía las mejores orquestas y atracciones. La mujer alcalaína con su
inigualable belleza y elegancia, lucían sus mejores galas.
El
primer festejo se verificó el día 8 de septiembre de 1963 con una novillada con
picadores. En cartel tres novilleros con ambiente. Curro Montenegro, a punto de
la alternativa, estaba en los primeros puestos del escalafón, triunfando en
plazas de importancia como Sevilla, Madrid, Barcelona, Valencia y además se le
consideraba torero de la tierra. Su exquisito toreo gustaba por su pureza y
firmeza. El chiclanero Nino Vilaplana,
arrastraba muchos seguidores por
su valor y excelente maneras. El linense Rafaelín Valencia, un chaval
despierto y con buenas cualidades, buscaba el triunfo a toda costa.
Al
día siguiente se llenó la plaza. El mano
a mano entre El Trueno y el local Diego Ortega, despertó mucho interés. Antonio
Sánchez apodado “El Trueno”, porque su madre lo parió en lo alto de un
caballo, en una noche de relámpagos,
tormentas, truenos, al no poder llegar a tiempo a la partera, ya que vivían en
el campo. Tenía un gran parecido con Manolete, era su vivo retrato y toreaba
muy derecho y firme. Había puesto boca abajo, llenando la plaza de Cádiz y San Fernando. El Dígame
un periódico nacional taurino y teatral además de el Ruedo, titularon así “La
reencarnación de un torero de época”, en clara referencia al monstruo cordobés.
Estuvo a punto de ser protagonista de una película sobre Manolete, pero doña
Angustias madre del torero cordobés no la autorizó.
Se
había hospedado en la recordada Fonda Parra, donde Catalina cuidaba al máximo esa
casa tan acogedora. Daba gusto quedarse allí. Años más tarde fui con más
frecuencia, cuando era novio de la que hoy es mi mujer. Recuerdo que El Trueno
hizo tal faenón, que la gente le arrojaron sombreros y flores. Horas después
nos decía que había realizado unas de las faenas mejores de su vida y desde que
se vistió de luces sólo pensaba
triunfar. La verdad es que salió a
jugársela. Días antes había triunfado en Córdoba y en otras poblaciones como
Lucena y Cabra. Años más tarde se convirtió en un próspero comerciante, gracias
a su esfuerzo, tenacidad y sabiduría. Vive en Cádiz donde tiene muchos amigos
que le recuerdan y admiran y mantiene el recuerdo de Alcalá de los Gazules, por
el afecto de sus gentes.
La
otra cara de la fiesta fue para Diego Ortega, que sustituyó Al Trueno, cortando
cuatro orejas y dos rabos, siendo llevado a hombros hasta la Posada de la
Alameda, ya que no encontró otra pensión para vestirse. Estuvo colosal,
llevando a cabo un toreo de verdad, quieto y firme, con sabor añejo. Sus
paisanos vieron en él un torero de muchos kilates. El Trueno estaba anunciado
al día siguiente, junto a Pepe Ramírez, Vicente Gallego, dos buenos toreros
alcalaínos, junto a Manolito Alcántara de Chiclana, Alejandro Aguilar, de La
Línea y Manolo Salas, de El Puerto. Exigió el dinero que le correspondía por
haber sido el triunfador de la novillada del día anterior Se lo dieron y los novillos de Manuel Ucha, de Jerez, no
ayudaron, pero volvió a jugársela, recibiendo un puntazo. Con el dinero que
ganó le pagó a sus banderilleros, los invitó a una buena cena y todavía le
quedó dinero para comprarle a su madre un hornillo de gas, ya que tenía uno de
carbón, y a un hombre que paraba por la Veredilla
le dio el dinero para que se comprará una silla de ruedas, ya que el pobre se
había quedado inválido y no tenía recursos. Así es este hombre de generoso y
bueno que hoy es feliz rodeado de su familia en Sevilla.
Con
estos dos casos quiero rendirle un modesto homenaje a los toreros nacidos en
Alcalá, que buscaron la gloria del toreo, como Lagartijilla, los hermanos
Cerrajerito, Pepe Álvarez Rodríguez
“Tenería”, su hermano Paco, Juan Fernández, Rafael y Vicente Gallego,
Pepe Ramírez, Lázaro Jiménez, El Piconero, El Melleto y Paquito
Riveriego. Que me disculpen si olvido alguno. Todos han sido buenos toreros y
gentes de bien. Ojalá algún día no muy lejano vuelvan los toros a uno de los
pueblos mas bonitos de España, aunque gracias a Cristobalina Pérez y familia,
mantienen aún el testimonio de una plaza que tuvo su historia, donde estuvo uno
de los toreros mas grande que ha dado la Tauromaquia: Juan Belmonte El Pasmo de
Triana y actuó su hijo del mismo hombre
y apellido, como nos recuerda en esa magnifica obra en dos tomos su biógrafo el
escritor, escultor y pintor Jesús Cuesta Arana.
Luis Rivas
Cronista y Locutor Taurino
Radio Cádiz Cadena SER
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