A mi admirado
D. Juan Leiva
Calle
de Los Pozos
vieja,
sobre
tu suelo empedrado,
moraba una
raza añeja
que
adoraba su pasado.
Casas, patios,
callejones,
paredes de
blanca cal,
puertas, rejas
y balcones,
madera, hierro y
cristal.
Calle
donde se vivía
como
una familia grande,
donde
el respeto surgía
sin
que nadie lo demande.
Gente
honrada y laboriosa,
castas del
campo y obrera,
que
descansaba orgullosa,
tras
la jornada campera.
Las
noches de Andalucía
de
veranos calurosos,
donde
la luna lucía
sus
encajes más hermosos.
Era
mi calle un
gran lujo
bajo
la teja moruna,
un
lugar lleno de
embrujo …
más
bonita que ninguna.
Cuando todos
colocaban
las
sillas sobre la
acera,
y
en grupitos conversaban
bajo
la carpa lunera.
Bullicio y
algarabía …
risas
de niños jugando …
murtas, pipas y
arropía …
corros de
niñas saltando.
La
Alameda está cercana
con
sus negras golondrinas,
su suelo
de piedra plana
y
sus tabernas vecinas.
De
cuando en cuando
llegaban
efluvios de
olor sin fin,
que
en el olfato
dejaban
los
geranios y el
jazmín.
No
pasaba ningún coche,
y
entre juegos de
chiquillos
que
alegraban a la
noche …
se
oía el cante
de los grillos.
Ya
se retiran las
sillas.
Sobre
el deforme empedrado
titilan tenues
bombillas
como
en un lago
ondulado.
Mientras descansa
la vida
horas de
sueño moreno,
se
oye en la
calle dormida
la
voz clara del
sereno.
Cantando la
hora y el
tiempo
que
en la madrugada
hacía.
Silencio y
recogimiento,
pues
pronto amanece el
día.
Costumbres que
se han perdido
y
que yo tanto lamento,
cosas
de un tiempo
vivido
que
se fueron con
el viento.
Ya
no hay sillas
en las puertas
ni
corren niños jugando,
no
están las casas
abiertas
ni
hay vecinos platicando.
Se
vive de otra
manera…
tal
vez más fácil
presiento …
pero
ojalá que volviera
aquella vida
que os cuento.
Y
aunque olvidé muchos
nombres
y
bastantes apellidos
de
aquellas damas y
hombres,
de
mis vecinos queridos.
Si
yo pudiera encontrarlos,
de
corazón les diría,
que
aunque no puedo
nombrarlos
los
llevo en el
alma mía.
Y
que no olvidé
ninguna
de
las cosas que
pasaron
aquellas noches
de luna
que
en mi recuerdo
quedaron.
Lazos
de eterna amistad,
de
cariño y simpatía,
sentimientos de
verdad
que
conservo todavía.
¡Calle de Los Pozos
mía …
cuántas
noches he soñado
que
por tus piedras
corría
con
mis amigos al
lado¡
Francisco
Teodoro Sánchez Vera
Añoranzas 2010.
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